Los inversores extranjeros han acelerado este año con fuerza la compra de deuda pública española, hasta el punto de que en los ocho primeros meses del año, entre enero y agosto, incrementaron en casi 80.000 millones de euros su exposición al país, según los últimos datos del Tesoro. Es una cifra histórica que supera con varios meses de adelanto los máximos anuales registrados hasta la fecha. Hasta ahora, en ningún ejercicio completo se habían alcanzado los 62.000 millones.
Este fuerte apetito de inversores foráneos se vive como un triunfo en el Ministerio de Economía y en el Tesoro, donde están a punto de concluir el programa de emisiones de deuda previsto para este año. Ya solo queda una subasta por completar, en diciembre, con el 87% de las emisiones colocadas entre los inversores y la sensación de haber resuelto el año. El coste medio de las operaciones se sitúa en el 2,5%.
El Tesoro destaca la capacidad de España para reemplazar al BCE como gran propietario de la deuda
Una de las grandes retos de los tres últimos ejercicios ha sido el de sustituir al BCE por otros perfiles de inversión en la compra de deuda española. Con la pandemia, el banco central asumió un papel de comprador de último recurso que le convirtió en el propietario del 33,5% de la deuda española. La retirada ha sido ordenada y su peso ha caído ahora en diez puntos.
Los inversores extranjeros se han convertido ahora en el gran reemplazo entre los acreedores. Atesoran 689.054 millones de euros de deuda española, la mayor cifra de la historia, y la previsión del Tesoro es que la cifra vaya en aumento. Equivale además al 47,74% del pasivo del Estado, un porcentaje que solo se había superado en el 2019 y en el 2016. En tres años han comprado cerca de 200.000 millones de deuda, lo que ha compensado con creces la retirada del BCE.
Sin embargo, el momento se caracteriza por la fuerte acumulación de deuda en España y en las principales economías occidentales tras la pandemia y la invasión de Ucrania. “Existe un endeudamiento descontrolado sin alternativas”, aseguraba ayer Miguel Mayo, managing partner de A&G, en alusión a los desequilibrios en Estados Unidos y en Europa. España, pese a las llamadas de atención de la OCDE, está aprovechando su mejor posición relativa.
En Economía esperan que los inversores extranjeros sigan siendo activos en la compra de deuda, sobre todo porque las tres principales agencias de rating, S&P, Fitch y Moody’s, han elevado la calificación crediticia del país. La principal en Europa, Scope Ratings, cree que la nota de España acabará convergiendo con la de Francia en unos cinco años y ha mejorado la perspectiva del país.
Esta mejora permite al Tesoro acceder a grandes inversores institucionales que operan con volúmenes elevados. A eso se suma una prima de riesgo para el bono español a diez años de cerca de 45 puntos, inferior a los 73 puntos de la francesa y la italiana. En las colocaciones, la deuda española suele competir directamente con la de estos dos países.
“La retirada del BCE como comprador de última instancia ha devuelto el protagonismo a los fundamentales económicos, y, en este aspecto, España ha mostrado un desempeño claramente superior al de la media de la zona euro”, argumentan desde Tesoro. “Prevemos que la tendencia continúe en los próximos meses”, añaden.
El Tesoro está aprovechando que los mercados empiezan a diluir las clasificaciones con las que habían quedado etiquetadas las economías de la zona euro desde la Gran Recesión. Entre core , semi-core y periferia, España forma parte de este tercer grupo. “Esta fragmentación está desapareciendo”, es la tesis ahora del departamento dirigido por Paula Conthe.
Una de las tendencias de este año está siendo la mayor presencia de inversores asiáticos en la compra deuda pública, pese a que los porcentajes no son por ahora muy relevantes. Las emisiones de bonos sindicados dan pistas sobre este perfil. La última de las realizadas este año –en diciembre se celebrará la cuarta– sirvió para captar 13.000 millones y constatar que Reino Unido e Irlanda, con cerca del 30%, son los principales inversores, por delante de Francia e Italia. Los asiáticos, con casi el 7%, superan a Estados Unidos.
La “era del gran gobierno” se le atraganta a los inversores
Con las bolsas en máximos y un temor creciente al estallido de una burbuja entre las empresas de IA, los inversores deberían mirar con interés la compra de deuda pública. Sin embargo, los bonos del Tesoro estadounidense también tienen en guardia al mercado, a lo que se suman los altos niveles de endeudamiento de otros países. La relación entre deuda y PIB ya alcanza el 135% en Estados Unidos, el 116% en Francia y el 138% en Italia, frente al 108% de España. Hace veinte años era una rareza que se situara por encima del 70%.
Hay una enorme deuda pública por digerir, lo que obligará a los Estados a ensayar ajustes y elevar la presión. Los analistas del Franklin Templeton Institute hablan de la “era del gran gobierno” para describir estas exigencias. Larry Hatheway, estratega de inversiones global de la firma, consideraba ayer en un informe que el aumento del déficit fiscal, la política industrial y las tendencias de desglobalización “seguirán elevando los costes estructurales de endeudamiento”. Las previsiones apuntan a un persistente déficit público, lo que amenaza con seguir incrementando los desfases de los Estados. Germán García Mellado, gestor de renta fija de A&G, ofrece la visión de los inversores. Su impresión es que las rentabilidades de la deuda pública, para el actual nivel de riesgo, son “históricamente atractivas”.
