El Gobierno de Pedro Sánchez vuelve a tener el agua en el cuello, igual que en el mes de julio. En aquella ocasión aprovechó el verano para remontar la situación y con la rentrée tomó la iniciativa. Los socialistas y sus socios volvieron a brillar, mientras que el líder del centro derecha, Alberto Núñez Feijóo, daba claros síntomas de agotamiento. De haberse celebrado elecciones en otoño, el PSOE habría ganado con más de 5 puntos al PP.
El problema es que el bloque de investidura no conseguía los escaños suficientes para reeditar el Gobierno de coalición progresista. En todos los sondeos las derechas ganaban a la izquierda más los independentistas. Por esto no se adelantaron las elecciones.
Haya o no elecciones, la política seguirá yendo mal y la economía bien
¿Volverá a conseguirlo Sánchez? ¿Su famosa resiliencia, su magia electoral, funcionará de nuevo o tiene un límite? Ganar el partido en el ultimo segundo con un triple, como le gusta hacer al inquilino de la Moncloa, hasta ahora le ha funcionado, pero no hay que abusar de la suerte.
Lo cierto es que sus socios empiezan a cansarse del bloqueo institucional, aunque a pesar de la que está cayendo tanto ERC como PNV siguen dando un aprobado a la gestión de Sánchez. Por tanto, seguirán apoyándole mientras no se demuestre que el PSOE se haya financiado irregularmente.
El hecho de que la Audiencia Nacional haya pedido la opinión de la Fiscalía antes de decidir si reclama a Ferraz todos los pagos en metálico no suena bien. El relax mostrado por los socialistas con sus gastos, pese a estar subvencionados en un 75%, da mucho que pensar a la justicia. La gestión y los códigos éticos empleados durante los mandatos de sus dos secretarios de organización, José Luis Ábalos y Santos Cerdán, dejan al Gobierno en una dificilísima situación.
En la Moncloa viven pendientes de las últimas noticias, de las nuevas declaraciones o filtraciones de sus antiguos militantes desde la cárcel de Soto del Real, del siguiente juicio... Y por si fuese poco, el martes 9 de diciembre es el día internacional contra la Corrupción, con la que la oposición conservadora intenta sacar provecho electoral.
Ante este panorama en el mundo financiero y económico madrileño, Catalunya y Euskadi son otra cosa; se empiezan a cruzar apuestas sobre la fecha
de las próximas generales: antes o después de Semana Santa. Es cierto que hay miedo a que la alternativa al actual Gobierno progresista acabe siendo peor que la actual.
Un gobierno de Feijóo hipotecado por la extrema derecha con el líder de Vox como vicepresidente no gusta, aunque se va abriendo paso. Cada vez se hace más popular el chiste publicado en Hermano Lobo en que un político franquista preguntaba al pueblo: “Nosotros o el caos”.
Y como respuesta, un grito unánime:
“¡El caos, el caos!”. La estrategia de más vale lo malo conocido parece estar tocando suelo en el mundo de los negocios. Tal vez porque saben que, haya o no elecciones, la política seguirá yendo mal y la economía bien.