Huella digital: el coste invisible de estar conectados

#ConnectingTheDots

 Empresas, instituciones y usuarios ya impulsan un cambio profundo para que la conectividad crezca sin que lo haga su impacto ambiental

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Según el World Economic Forum, la digitalización podría recortar hasta un 35% las emisiones de CO₂ en la próxima década 

Maya Claussen - Getty Images

¿Cuántos mensajes enviamos cada día? ¿Cuántas fotos compartimos sin pensarlo dos veces? Si te paras un momento a reflexionar, es posible que te sorprenda descubrir cuántos vídeos consumes a la semana o las horas que pasas viendo series y películas en streaming. Y qué decir de la nube, ese cajón invisible en el que guardamos documentos, capturas de pantalla y trabajos, muchas veces sin preguntarnos si todavía los necesitamos. 

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Según el World Economic Forum, la digitalización podría recortar hasta un 35% las emisiones de CO₂ en la próxima década 

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Todas estas acciones parecen inofensivas. De hecho, la digitalización tiene un lado realmente positivo. Con ella disminuimos el consumo de materiales como el papel, reducimos la deforestación y la generación de recursos o evitamos muchos desplazamientos y la contaminación vinculada al transporte. Los datos confirman sus enormes beneficios. Según el World Economic Forum, la digitalización podría recortar hasta un 35% las emisiones de CO₂ en la próxima década. Pero también hay otra cara que debemos conocer.

La huella digital que dejamos

Según datos de la herramienta Website Carbon Calculator, Internet consume alrededor de 1.021 TW/h de electricidad al año, más que todo el Reino Unido. Desde los centros de datos y las antenas 5G hasta los millones de teléfonos, ordenadores y tablets que usamos, cada interacción que realizamos requiere energía. Y, aunque no lo veamos, esa energía se traduce en emisiones nocivas para el planeta. Cada mensaje enviado, cada vídeo reproducido y cada foto subida implica un pequeño coste energético, que, cuando lo multiplicamos por millones, deja de ser pequeño.

Como explica Adela Ucar, presentadora de Connecting the dots. Un videopodcast sobre cómo las conexiones invisibles lo hacen todo posible, “el sistema global de telecomunicaciones funciona sobre una infraestructura de red invisible, pero increíblemente voraz”. Esa red está formada por millones de antenas móviles, cables submarinos, redes de fibra óptica o enormes centros de datos que trabajan día y noche. “Es la arquitectura que nos mantiene a todos conectados”, añade. Sin embargo, conlleva un coste energético del que mucha gente no es consciente.

Según datos de la herramienta Website Carbon Calculator, Internet consume alrededor de 1.021 TW/h de electricidad al año, más que todo el Reino Unido

Torre de comunicaciones en el Parque natural de la Sierra Mariola

Torre de comunicaciones en el Parque natural de la Sierra Mariola 

Jose Antonio Bernat Bacete

¿Podemos hacer algo? Sí, y más de lo que parece. Buena parte de las apps que usamos guardan automáticamente vídeos, fotos o archivos que generan un importante gasto energético. Está en nuestra mano impedir que se almacene lo que no es necesario. Además, acciones sencillas como evitar el streaming continuo son gestos que tienen un efecto positivo extraordinario cuando se multiplica por millones de usuarios. 

Alicia Fernández del Viso, Global ESG Director de Cellnex, nos explica otro detalle que solemos pasar por alto. “La nube parece intangible, pero consume muchísima energía”, comenta. “Descargando contenidos cuando sea posible y borrando lo que no necesitamos podemos reducir nuestra huella digital de manera significativa”.

Acciones sencillas como evitar el streaming continuo son gestos que tienen un efecto positivo extraordinario cuando se multiplica por millones de usuarios

Reducir la basura digital

No podemos eludir que, en los últimos años, la llamada basura digital se ha incrementado de manera sobresaliente. Esa montaña invisible de datos que no necesitamos demanda una refrigeración constante, servidores funcionando las 24 horas y un flujo ininterrumpido de energía que permiten que se mantenga en pie. Y este almacenamiento casi siempre invisible tiene un coste. Cuanto más guardamos, más recursos necesita la red para poder sostenerlo. 

Lo mismo ocurre con los dispositivos que personas y empresas desechamos. Según los datos del Informe Mundial de Residuos Tecnológicos 2024, elaborado por la ONU, en 2022 se generaron 62 millones de toneladas de desechos electrónicos, un 82% más que en 2010. Y la cosa va a peor. La ONU advierte que esta cifra podría llegar a 82 millones de toneladas en 2030. Cada móvil u ordenador contiene metales y elementos químicos que requieren energía para fabricarse y generan, además, emisiones de CO₂ en todo su ciclo de vida.

Los datos viajan

En 2022 se generaron 62 millones de toneladas de desechos electrónicos, un 82% más que en 2010 

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Todos podemos poner nuestro granito de arena para evitar también el impacto ambiental. Algunas de las recomendaciones de Alicia Fernández del Viso pasan por alargar la vida de nuestros dispositivos. Y es que, como sostiene, “no se trata de renunciar a la tecnología, sino de usarla con conciencia”. Cualquier gesto personal se traduce en un impacto positivo global.

Una responsabilidad que alcanza a todos

Pero, por supuesto, la transformación digital no solo depende de nosotros como usuarios. También requiere innovación tecnológica, regulación y una colaboración activa y global. Y, en el sector de las telecomunicaciones, compañías como Cellnex están avanzando hacia infraestructuras más sostenibles, usando energía 100% renovable, sistemas híbridos y soluciones que combinan eficiencia con resiliencia energética. La suma de estas medidas a partir de la concienciación del usuario tiene la capacidad de reducir la huella digital sin frenar la conectividad.

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Reducir las emisiones y promover la energía sostenible sigue siendo un reto 

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La transformación digital no solo depende de nosotros como usuarios; también requiere innovación tecnológica, regulación y una colaboración activa y global

Porque está claro que sin la energía no funcionarían la infinidad de sistemas y servicios. ¿Cómo pueden entonces reducir las emisiones empresas como Cellnex que trabajan día a día por ser más sostenibles? Alicia Fernández del Viso reconoce que para reducir drásticamente las emisiones de carbono es esencial garantizar el uso de energía renovable en todos los procesos posibles. ¿De qué forma? Por ejemplo, utilizando flotas de vehículos eléctricos y estimulando que los proveedores también se comprometan en la transición energética.

El desafío es innegable y requiere que empresas, gobiernos, instituciones y ciudadanos avancemos en la misma dirección. Con pequeños gestos y grandes decisiones. Cada uno desde su parcela. Porque mantenerse conectado no significa desconectarse del planeta, sino repensar cómo usamos la tecnología para que ese futuro digital sea también un futuro sostenible.

DESCUBRE EL VIDEOPODCAST DE CELLNEX
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