Un veterano ministro con Felipe González comentaba que lo que más agradece a Pedro Sánchez ha sido evitar que el PSOE desapareciera como ha ocurrido con la mayor parte de los partidos socialistas. Esto es tan así que el actual presidente español se ha convertido en el líder de la izquierda no solamente en España sino de Europa.
El semanario italiano L’Espresso le ha elegido el hombre del año. A la izquierda le gustan sus políticas, como le gustaban las de Zapatero. Ha destacado por su liderazgo en la lucha contra las grandes tecnológicas; por enfrentarse a Israel y a Donald Trump; por la defensa de los derechos civiles y la transición energética; y por supuesto, en contra del incremento del gasto militar y una mayor tolerancia a la inmigración irregular. Y todo ello liderando la economía que más crece de la UE.
La izquierda y la extrema izquierda le ven como un muro de contención a la fachosfera : “Sería un error histórico que gobiernen El PP y Vox”. Esta es la razón de su resistencia electoral y del hundimiento de Sumar y de Podemos.
El problema es que la izquierda en general y la socialdemocracia en particular sufren una profunda crisis a causa de sus excesos y a la falta de autocrítica. En España no es muy diferente, Sánchez se ha tenido que aliar con la izquierda radical y el nacionalismo independentista para mantenerse en el poder, lo que le ha alejado del mundo empresarial y de la colaboración entre lo público y lo privado que se fraguó en la Transición.
La aguda crisis de los socialistas no está radicada en la Moncloa, sino en Ferraz
Después de más de 7 años en el poder en minoría, el PSOE ha sufrido un fuerte desgaste electoral, ideológico y moral. Poco a poco los socialistas se han ido desdibujando para transformarse en un partido nacional populista con inserción social. Hay quien piensa que Sánchez ha dado el abrazo del oso a Pablo Iglesias, pero la realidad es que los planteamientos del fundador de Podemos se han superpuesto a la socialdemocracia.
La aguda crisis que actualmente sufren los socialistas españoles no está radicada en la Moncloa, sede del Gobierno; el problema está en Ferraz, sede del partido. El PSOE es el problema. Es donde se han registrado los bochornosos asuntos de acoso sexual; los casos de presunta corrupción de Koldo, Ábalos y Santos Cerdán; donde ha aparecido la fontanera Leire Díez con la presunta red de mordidas, chantajes, malversación de fondos de empresas públicas, blanqueo de capitales.
Hay indicios sólidos que apuntan a una hipotética financiación irregular del partido que Pedro Sánchez niega con rotundidad. Es posible, pero lo que es cierto es que el PSOE desde su llegada al poder en el 2018 va como vaca sin cencerro y su administración y cumplimiento de un código de buen gobierno brillan por su ausencia.
Tal vez lo más conveniente para todos sería su paso a la oposición, como sucedió con el PSOE de Felipe González, para que se regenere, porque es un partido muy necesario para la economía y para la democracia española.