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Canal Práctico

Digitalizar no es suficiente: hay que cuidar los datos

Cultura del dato

La transformación digital solo aporta resultados cuando las empresas crean una cultura del dato que garantice información fiable y decisiones precisas

Una digitalización eficaz empieza por ordenar la información y garantizar su calidad

Una digitalización eficaz empieza por ordenar la información y garantizar su calidad

Getty Images

Muchas empresas se embarcan en proyectos digitales con ilusión, pero los resultados no llegan. El problema no suele estar en las herramientas, sino en la falta de cultura del dato. La inteligencia artificial puede ayudar a limpiar y corregir la información, pero solo si antes existe una base sólida y un compromiso con su calidad.

La digitalización se ha convertido en el gran lema de los últimos años. Se presenta como el camino para ganar competitividad y prepararse para el futuro. Sin embargo, en muchas organizaciones la realidad es otra. Las inversiones en tecnología no siempre se traducen en resultados. Se implantan sistemas, se compran licencias, se contratan consultorías… y, al cabo de un tiempo, la sensación es de frustración.

Un empresario nos comentaba hace poco: “Me cuesta ver las ventajas de la digitalización; no noto que me ayude en el día a día”. Su reflexión resume un problema profundo: la tecnología, por sí sola, no transforma nada. Lo que realmente transforma es la manera en que las personas utilizan los datos y toman decisiones con ellos. Y aquí radica el verdadero reto: la cultura del dato.

Muchos proyectos digitales fracasan porque se centran en la herramienta y no en el propósito. Se digitaliza “porque toca hacerlo”, sin una estrategia clara ni objetivos medibles. A esto se añade un segundo problema: la baja calidad de los datos. Las empresas acumulan información dispersa, duplicada o desactualizada. Los informes dejan de ser fiables, los equipos pierden confianza y vuelven al Excel o al papel. Y el tercer obstáculo es cultural: las personas no adoptan los sistemas porque no ven el beneficio real o porque perciben la implantación como una imposición más que como una oportunidad.

Digitalizar sin cuidar el dato es como automatizar el desorden: los errores se propagan más rápido y las decisiones se vuelven menos precisas

La cultura digital no se mide por el número de programas que una empresa utiliza, sino por la confianza que puede depositar en su información. Sin datos fiables, ninguna herramienta aporta valor. Digitalizar sin cuidar el dato es como automatizar el desorden: los errores se propagan más rápido y las decisiones se vuelven menos precisas.

Pensemos en un caso habitual. Una empresa de producción decide digitalizar sus procesos para controlar la trazabilidad, los tiempos de fabricación o el consumo de materiales. Se instalan sensores, se incorporan sistemas de seguimiento y se conectan las líneas de trabajo. Pero pronto aparecen los problemas: los productos no están bien codificados, las unidades de medida varían según quién introduce los datos, los lotes se confunden y los informes no cuadran. Los equipos desconfían de los resultados y los responsables acaban volviendo al papel o a las hojas de cálculo. El proyecto, que prometía eficiencia y control se convierte en una fuente de frustración. El problema no es la tecnología, sino la base: los datos.

La buena noticia es que hoy la inteligencia artificial puede ser una aliada poderosa. Las nuevas herramientas permiten detectar incoherencias, eliminar duplicados o estandarizar formatos con rapidez. Pueden limpiar, ordenar y estructurar grandes volúmenes de información, liberando tiempo y reduciendo el margen de error humano.

Sin embargo, la IA no sustituye la disciplina ni la responsabilidad. Si la información original está desordenada o carece de estándares, los algoritmos solo amplificarán el caos. Por eso, la IA debe entenderse como un paso dentro de un proceso más amplio: primero hay que crear una cultura del dato, establecer reglas y responsabilidades y solo después aprovechar la tecnología para consolidar esta base.

En los datos está la diferencia entre una digitalización de fachada y una transformación profunda

Construir esta cultura no requiere grandes inversiones, sino método y constancia. Significa definir quién se ocupa de la calidad del dato, fijar criterios claros de registro y revisión, y formar al equipo para que entienda que introducir bien una información no es un trámite, sino una decisión estratégica. La calidad de los datos determina la calidad de las decisiones, y ahora también la eficacia de la inteligencia artificial que los utiliza.

Las empresas que entienden esto son las que convierten la digitalización en una ventaja real. Porque no hay inteligencia artificial que arregle datos desordenados, ni automatización que funcione sin coherencia. En los datos está la diferencia entre una digitalización de fachada y una transformación profunda.

¿Sabes qué deberías cambiar en tu empresa para cuidar los datos y convertirlos en información fiable y valiosa? Quizás ahí empieza tu verdadera transformación digital.

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