En el barrio de Sant Gervasi, en Barcelona, Isa Cercós ha consolidado un espacio dedicado al tatuaje paramédico y la micropigmentación reparadora, donde atiende principalmente a mujeres que han pasado por intervenciones quirúrgicas en la zona mamaria. Su especialidad es la reconstrucción del complejo areola-pezón y el camuflaje de cicatrices. Pero su labor va mucho más allá del resultado estético: cada trazo es una forma de devolver autoestima, cerrar heridas emocionales y hacer que cada persona se reconcilie con su cuerpo.
La historia de Isa Cercós con el tatuaje paramédico comenzó en 2017, en un punto inesperado. Aunque había estudiado Bellas Artes, decidió probar un curso de tatuaje casi como experimento personal. Gracias a su padre, médico, quien le cedió una sala para empezar a practicar, pudo dar sus primeros pasos atendiendo a pacientes reales. Lo que comenzó como una curiosidad artística se transformó en una vocación: reparar lo dañado, devolver la naturalidad a aquello que la enfermedad o la cirugía había transformado.

La historia de Isa Cercós con el tatuaje paramédico comenzó en 2017, en un punto inesperado
En su trabajo diario, la diferencia entre tatuaje y micropigmentación es esencial: mientras que la micropigmentación tiende a desaparecer con el tiempo y suele necesitar retoques cada pocos años, el tatuaje permite un resultado más estable y duradero. La elección entre una técnica u otra depende siempre del área a tratar y su exposición al sol o al desgaste: en zonas visibles como el rostro o los brazos, se opta por la micropigmentación; en áreas menos expuestas, como el pecho, se puede trabajar con tatuaje para garantizar mayor permanencia.
El tatuaje cumple una función restauradora y simbólica
A lo largo de los años, ha ampliado sus servicios, atendiendo todo tipo de casos: cicatrices por lifting facial, blefaroplastias, autolesiones, abdominoplastias o incluso la reconstrucción visual de uñas tras amputaciones. Sin embargo, la mama sigue siendo su especialidad. “Hoy en día se realizan muchas intervenciones mamarias, no solo por cuestiones oncológicas”, explica. El abanico va desde mastectomías por cáncer, hasta cirugías estéticas realizadas en mujeres jóvenes con mama tuberosa, exceso de volumen o asimetrías marcadas que afectan directamente a su autoestima.
En estos casos, el tatuaje cumple una función restauradora y simbólica: permite camuflar cicatrices, simular volumen y devolver simetría al pecho. Incluso cuando existe una reconstrucción quirúrgica parcial, Isa puede reforzar el resultado con un tatuaje tridimensional que imite la textura, color y profundidad de la areola, logrando un efecto natural sin necesidad de injertos.

A lo largo de los años, ha ampliado sus servicios, atendiendo todo tipo de casos
El proceso con cada clienta es meticuloso. Todo comienza con una valoración previa, que puede hacerse presencialmente o, en muchos casos, a través de fotografías enviadas por WhatsApp o Instagram. “Mucha gente viene de fuera, así que trabajamos también mucho de manera digital”, explica. Una vez validado el caso, el mismo día de la intervención se realiza el diseño personalizado y la selección del color. Isa Cercós trabaja a menudo en dos sesiones, separadas por un mes, para respetar el ciclo de regeneración de la epidermis y garantizar que el color que permanece sea estable y definitivo.
Esta rigurosidad es posible gracias a los avances tecnológicos de los últimos años. “La micropigmentación y el tatuaje han cambiado muchísimo desde que empecé”, cuenta. Las máquinas son más precisas, los pigmentos más estables, las agujas más versátiles. Todo esto permite desarrollar técnicas más finas, adaptadas a las necesidades individuales de cada piel. Además, el uso de cartuchos universales ha facilitado la compatibilidad entre equipos, lo que se traduce en más control y mejores resultados.
Sanar a través del arte
Para ella, lo más gratificante no es solo el resultado final, sino el proceso mismo. “Lo que más me gusta es la aplicación en sí. Es un momento zen para mí”, afirma. Cada sesión es una experiencia íntima con la persona que tiene enfrente, donde ambas trabajan juntas hacia un objetivo común: sanar a través del arte. La búsqueda del tono exacto, el cuidado con el que se aplica el color en la piel, y el impacto emocional que eso genera, hacen de su trabajo una forma de acompañamiento emocional tanto como técnico.

“Lo que más me gusta es la aplicación en sí. Es un momento zen para mí”
Actualmente, recibe a la mayoría de sus pacientes en su estudio de Sant Gervasi, un espacio que ha diseñado con mimo, alejado tanto del ambiente frío de una consulta médica como del bullicio de un estudio de tatuajes convencional. “Es un híbrido”, dice, “donde se puede atender, cuidar y trabajar desde el respeto y la calma”. Aunque también viaja cada dos semanas a Madrid para atender citas, su centro de operaciones está claramente en Barcelona.
Con una agenda cada vez más llena, Isa Cercós también ha empezado a dar charlas, participar en congresos y valorar propuestas de formación. Sin embargo, lo que realmente le llena sigue siendo la cabina. “Ahí es donde siento que estoy haciendo lo que debo hacer”, afirma.
Más información
Web: http://www.tatuajeparamedico.es
Teléfono: 678 896 100