La maternidad no debería arruinar tu carrera. Así lo defiende la arquitecta Mònica Martínez, que con más de 20 años de trayectoria, ha construido una carrera sólida que hoy destaca por su enfoque profundamente humano. Tras unos años volcada en su vocación, decidió apartarse de su profesión para poder dedicar más tiempo a la crianza de sus hijos, una renuncia profesional que pronto se convirtió en una transformación vital. En ese tiempo, cambió su trabajo y se formó en acompañamiento emocional, una herramienta que hoy es el alma de su arquitectura cálida, funcional y personalizada, con especial énfasis en la bioconstrucción y la sostenibilidad.
Problemas de conciliación al nacer su primer hijo
Martínez se graduó como arquitecta en 2003 y rápidamente abrió su propio estudio, trabajando de manera exclusiva hasta 2008, cuando nació su primer hijo (en 2012 nació la segunda). Fue entonces cuando vio la dificultad de conciliar la crianza tal como ella la deseaba con las exigencias de su profesión. “Al final es un trabajo que me gusta, pero hay mucha demanda de disponibilidad en horario y en calendario”, explica. Con cierta tristeza, pero convencida de que era lo mejor, Martínez decidió apartarse del estudio hasta que en 2016 lo dejó por completo para trabajar en otro sector que le permitía conciliar mejor.

Mònica Martínez con sus colaboradoras
Lejos de estancarse, esos años fueron de gran aprendizaje y reflexión. Ejerció de acompañante infantil y de facilitadora de CNV, lo que le permitió conectar con su propia historia de vida. “Pude revivir mi infancia, mi vida entre la ciudad y la montaña y recordé cuando mi familia era más feliz. A partir de ahí, vi que podía crear una marca personal, ofreciendo mi parte más auténtica si volvía a ejercer de arquitecta”, relata.
Esta experiencia transformadora se tradujo en un giro radical en su enfoque arquitectónico cuando, en 2020, con sus hijos más mayores, decidió abrir un nuevo estudio. “Me lo tomo de otra manera. Me pongo al servicio del cliente. He dejado el rol de artista y he aprendido a escuchar y a empatizar. Ahora acompaño con cercanía a mis clientes en la aventura de construir su casa o de promover una operación inmobiliaria, sin dejar de ser profesional”, comenta Martínez.

Uno de los proyectos realizados por Martínez en su primer estudio MMAA Arquitectes
Su nuevo enfoque prioriza la escucha activa del cliente, sus valores y su forma de vida, o bien su negocio de inversión si es un gran promotor. A partir de ahí, crea espacios armónicos y vivos. Juega con la luz y la sombra e incorpora materiales naturales o artesanía para dar calidez a la funcionalidad, huyendo de la frialdad y de lo impersonal. “El objetivo final es que los espacios que construyo transmitan bienestar”, resume.
Especializada en construcción con madera y materiales naturales
Además, Mònica Martínez se ha especializado en construcción con madera y materiales naturales, ofreciendo viviendas ecológicas y de bajo impacto ambiental cuando el cliente también tiene esta filosofía. “Estoy formada en sostenibilidad, ecoeficiencia y sistemas constructivos tradicionales. Si al cliente le encaja, acabamos construyendo con madera, sin tóxicos y con menos impacto ambiental. Eso sin renunciar a la funcionalidad ni a la atemporalidad. Me gusta el estilo mediterráneo, que es el que mejor conozco por haberlo vivido”, detalla.

Mònica Martínez tiene más de 20 años de experiencia en la arquitectura
La trayectoria de Mònica Martínez es un ejemplo inspirador de cómo la maternidad puede convertirse en un motor de transformación personal y profesional, no sin un gran esfuerzo de renovación, ya que la sociedad no lo favorece y muchas madres renuncian para siempre a sus carreras. Con su mirada empática y su arquitectura cálida y sostenible, demuestra que el éxito no siempre es lineal, y que a veces hay que hacer una pausa para encontrar el camino más auténtico y significativo.
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