Cómo un tatuador que soñaba con dibujar cómics convirtió su estudio de Sant Adrià del Besòs en un refugio creativo

Poker Tattoo

Un viaje por la trayectoria del artista tatuador Ismael Hidalgo, desde sus inicios en el mundo del cómic hasta consolidar su propio estudio de tatuajes personalizado

Ismael Hidalgo, fundador de Poker Tattoo

Ismael Hidalgo, fundador de Poker Tattoo

Poker Tattoo, un estudio de tatuajes situado en Sant Adrià del Besòs, nació del lápiz inquieto de un niño que no podía dejar de dibujar en clase. Aquel que no brillaba precisamente por sus notas, pero que siempre era el elegido para decorar las paredes del colegio por Sant Jordi. Con el tiempo, esa pulsión por el dibujo encontró una salida profesional primero en el cómic —o al menos esa era la intención—, hasta que la realidad se impuso: ganarse la vida como dibujante en España era casi una quimera. Y entonces, apareció el tatuaje.

La oportunidad llegó de forma inesperada, en un concierto, cuando alguien que sabía de su talento le ofreció probar suerte con la aguja tras perder a su tatuador. Fue un curso intensivo, por llamarlo de alguna manera: una semana de iniciación y directo a la acción. “Si me paro a pensarlo ahora, fue bastante caótico”, recuerda Ismael Hidalgo, el fundador de Poker Tattoo, entre risas. “El primer año estuve destrozando pieles y el segundo arreglándolas”, añade. Lo que parecía una salida provisional se convirtió en una especie de tabla de salvación. El tatuaje ofrecía algo que otros trabajos no podían: libertad, creatividad y una forma de expresión muy íntima.

Sus primeros pasos en el tatuaje estuvieron ligados al estilo japonés, con sus líneas negras marcadas, sus colores vivos y su carga simbólica

Sus primeros pasos en el tatuaje estuvieron ligados al estilo japonés, con sus líneas negras marcadas, sus colores vivos y su carga simbólica

Después de pasar por varios estudios de tatuaje en Barcelona, donde aprendió el oficio y también lo que no quería repetir, decidió montar su propio espacio. No le interesaba tanto replicar un modelo de negocio como crear un lugar donde el trato fuera cercano y real. “Quería que los clientes se sintieran como en casa. Aquí puedes dedicar toda una mañana a una persona, o una tarde entera, incluso un día entero. No es algo que se vea mucho, pero a mí me funciona así”, explica. Con el paso del tiempo, ha conseguido lo que se había propuesto: muchos de sus clientes son ahora amigos. O quizás al revés. El caso es que la relación va más allá de lo profesional, y eso se nota en el ambiente del estudio.

Estilo japonés y realismo

Sus primeros pasos en el tatuaje estuvieron ligados al estilo japonés, con sus líneas negras marcadas, sus colores vivos y su carga simbólica, muy en la línea del cómic que tanto admiraba. Pero, como suele pasar, los clientes empezaron a pedir otro tipo de trabajos. Así llegó el realismo, casi sin buscarlo. “Más que elegirlo yo, me eligió él a mí”, bromea. Ahora es su especialidad. Y aunque lo domina, sigue viéndolo como un terreno en constante evolución, con mucho por aprender.

Carlos Valcárcel

Elisabeth, Ismael Hidalgo y Carlos Valcárcel

Actualmente, Poker Tattoo lo forman dos personas: él y Carlos Valcárcel, su compañero de batalla desde hace 15 años, que se mueve bien en estilos como la línea fina o el black and grey. A ellos se suma Elisabeth (o Eli), una artista que viene desde Rubí para encargarse de los piercings y el microblading. Viene de otro estudio llamado Nosfetatto, y aunque no está todos los días, su aportación es esencial para completar el abanico de servicios. También ofrecen borrado de tatuajes, aunque en este caso el servicio está en proceso de reorganización, con una nueva colaboradora freelance.

Explorando el blackout tattoo

Pero si algo mantiene viva la chispa creativa de este tatuador es la posibilidad de seguir explorando. Últimamente, lo que le tiene fascinado es el blackout tattoo, esa técnica que cubre grandes zonas del cuerpo con tinta negra para luego dibujar encima con líneas blancas. “Es como darle la vuelta a todo. Antes pintábamos sobre piel clara con tinta negra, y ahora es al revés”, explica con entusiasmo. Aún está en fase de aprendizaje, pero ya se imagina aplicándolo sobre la piel de algún amigo valiente —de esos que siempre están dispuestos a prestarse para una nueva aventura artística.

“Es como darle la vuelta a todo. Antes pintábamos sobre piel clara con tinta negra, y ahora es al revés”

“Es como darle la vuelta a todo. Antes pintábamos sobre piel clara con tinta negra, y ahora es al revés”

En cuanto al futuro, la idea es seguir en Sant Adrià del Besòs —el barrio que lo ha visto crecer profesionalmente y donde ha tejido una comunidad—, pero con un local un poco más grande. No para hacerse millonario ni para montar una cadena de estudios, sino para poder sumar más artistas al equipo y crear un espacio donde cada uno se dedique a lo que realmente le apasiona. “Lo curioso es que la idea de crecer no va ligada a trabajar menos, sino más, pero me gusta tanto esto que no me importa”, admite.

Más allá de las agujas, los estilos y las modas, lo que sostiene el proyecto de Poker Tattoo es algo mucho más sencillo: hacer las cosas con cuidado, tomarse el tiempo necesario y escuchar a la persona que hay al otro lado de la piel. Porque, al final, eso también forma parte del dibujo.

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