María José Llario-Ferrer
Gato Negro
María José Llario-Ferrer (Barcelona, 1981) es la quinta generación al frente de Gato Negro, una de las fábricas de cuerdas para instrumentos más antiguas del mundo. Fundada en 1868 en Barcelona por su tatarabuelo Juan Ferrer, la empresa ha sobrevivido a guerras, cambios de materiales y un mercado globalizado que empuja hacia lo industrial. Hoy, desde el taller de la calle Ribes en Barcelona, Gato Negro sigue fabricando cuerdas de guitarra —y de muchos otros instrumentos— una a una, de forma artesanal, para músicos de todo el mundo. María José empezó a trabajar en la empresa a los 18 años, compaginando estudios nocturnos con el legado familiar que la acompañaba desde niña.
¿Quién es María José Llario-Ferrer y qué papel ocupa en Gato Negro?
Desde niña he vivido rodeada de cuerdas, guitarras y conversaciones sobre música. Mi familia fundó Gato Negro en 1868, en Barcelona, en plena revolución industrial, cuando los pequeños talleres podían empezar a convertirse en empresas. Entré oficialmente en 1999, con 18 años, mientras estudiaba por las noches en la universidad, pero en realidad siempre he formado parte del taller: opinando sobre prototipos, acompañando a mis padres a visitar clientes los fines de semana, aprendiendo a valorar cada cuerda con mi profesor de guitarra.
¿Nunca te tentó dedicarte a otra cosa?
No. Siempre quise continuar con el taller y la fabricación artesanal. Las cuerdas Gato Negro son “las de toda la vida” para muchos músicos. Un producto industrial puede ser correcto, pero uno artesanal es único: cada cuerda pasa por las manos de un artesano, que consigue algo irrepetible. Mi padre falleció cuando yo tenía 15 años, así que ayudé a mi madre, Begoña Gómez, y al primo de mi padre, Joan Ferrer. Crecí rápido y aprendí que en esta casa el día siempre tiene más de 24 horas.

Producción de cuerdas gato negro en Barcelona, 1930
¿Qué es lo más difícil de sostener una tradición tan larga sin que se convierta en una carga?
La clave es que todos aquí hemos puesto siempre pasión, tiempo e ilusión. Mantener la excelencia no es fácil, pero es lo que nos ha hecho seguir siendo un referente para músicos profesionales y amateurs. Más que una carga, lo siento como una responsabilidad: los músicos confían en nosotros, y eso nos obliga a seguir a su altura.
¿Cuál dirías que ha sido el mayor punto de inflexión para la empresa?
Mis padres, José Antonio y Begoña, ampliaron el catálogo en los ochenta con limas, púas antideslizantes, accesorios… Recibimos el Laurel de Oro a la calidad y creamos un club de amigos, con cartas y hasta una revista propia, Music Magazine. Más recientemente, el 150 aniversario en 2018 marcó el salto internacional: decidimos dar a conocer nuestras cuerdas fuera, en festivales, certámenes y colaboraciones por todo el mundo.
¿La historia de Gato Negro es también la de tu familia?
Totalmente. Son más de 150 años de historia de la familia Ferrer ligados a este proyecto. Mi infancia está llena de recuerdos en la fábrica: visitar clientes los fines de semana, opinar sobre nuevos modelos de cuerdas, probarlas con mi profesor de guitarra… Hasta editamos una revista, Music Magazine, que podías encontrar en los quioscos. Todo estaba impregnado de música y de Gato Negro.

Producción artesanal de cuerdas Gato Negro
¿Qué es lo más complicado para que una marca centenaria sobreviva en un mercado global?
Adaptarse sin perder el alma. Hoy competimos con grandes marcas que producen en Asia para abaratar costes, mientras que nosotros seguimos fabricando artesanalmente en Barcelona. Hemos ampliado nuestra gama: cuerdas para guitarra eléctrica y acústica, nuevos calibres, ukeleles, bandurrias… y siempre con precios ajustados para que cualquier músico, principiante o profesional, pueda acceder a un producto hecho aquí, a mano.
¿Algún músico os ha sorprendido especialmente por usar vuestras cuerdas?
Somos conocedores de grandes músicos a lo largo de nuestra historia y a día de hoy que son fieles a Gato Negro aunque detrás hay una industria con unos costes muy elevados por nombrarlos y hemos tomado la decisión de invertir estos recursos económicos en poder mantener el precio de nuestros productos.
¿Qué no permitirías que cambiara nunca en Gato Negro?
La esencia: el trabajo artesanal, la constancia y la calidad que nos han acompañado desde 1868. Somos las cuerdas de muchas generaciones y seguimos aquí gracias a los músicos que confían en nosotros. Mientras ellos nos sigan eligiendo, Gato Negro seguirá girando. Pero sobre todo, algo que a veces no se ve: las personas que hay detrás. Yo estoy aquí respondiendo a la entrevista, pero sin quienes han trabajado antes y quienes siguen trabajando en el taller, nada de esto existiría. Ellos son Gato Negro tanto como mi familia y yo.
Más información
Web: https://www.gatonegro.com/
Teléfono: 932 312 707