30 años bajo el mar, así es la vida de quienes cuidan L'Aquàrium de Barcelona: “Hay peces que me reconocen y se acercan cuando paso por su tanque”

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L'Aquàrium de Barcelona celebra su 30º aniversario renovando sus instalaciones y dando visibilidad al equipo humano que lo cuida cada día: biólogos, acuaristas y cuidadores que conviven con más de 11.000 animales y trabajan por su bienestar, conservación y reproducción

L'Aquàrium de Barcelona celebra su 30º aniversario

L'Aquàrium de Barcelona celebra su 30º aniversario renovando sus instalaciones

Desde que abrió sus puertas en 1995, L'Aquàrium de Barcelona ha sido mucho más que un lugar donde ver tiburones. Cada año, más de un millón y medio de personas lo visitan, convirtiéndolo en el acuario más importante de Europa especializado en fauna del Mediterráneo. Pero detrás del túnel submarino que todos fotografían, hay un mundo fascinante de investigación, conservación y trabajo invisible. Con motivo de su 30º aniversario, L'Aquàrium renueva sus instalaciones y, de paso, da visibilidad a quienes lo mantienen vivo cada día.

Este aniversario ha coincidido con una transformación integral de las instalaciones, tanto a nivel estético como funcional. De la mano de la tecnología, con las pantallas digitales y los juegos interactivos, se ha reforzado el compromiso con la accesibilidad y la sostenibilidad. Todo para que la experiencia sea más envolvente, intuitiva y, sobre todo, más respetuosa con el entorno. 

11.000 animales, 450 especies y 35 acuarios

L'Aquàrium alberga más de 11.000 ejemplares de más de 600 especies distintas, repartidos en 80 acuarios

L’Aquàrium de Barcelona cuenta con la pantalla de suelo más grande de Europa

Actualmente, L'Aquàrium alberga más de 11.000 ejemplares de más de 600 especies distintas, repartidos en 80 acuarios. Su joya es el Oceanario, un tanque de 4,5 millones de litros de agua que reproduce un ecosistema mediterráneo con tiburones, rayas y otras especies. Pero también hay hábitats de mares tropicales, de agua dulce, pingüinos de la Patagonia e incluso la nueva zona de manglares. 

Cada animal que llega pasa por una cuarentena, se analiza su comportamiento y se garantiza su bienestar antes de integrarlo al ecosistema correspondiente. Y esa es solo una de las muchas tareas del equipo técnico.

David Magdaleno, acuarista: “Esto no es un parque temático, es un centro vivo”

Cada animal que llega pasa por una cuarentena, se analiza su comportamiento y se garantiza su bienestar antes de integrarlo al ecosistema correspondiente

Cada animal que llega a L'Aquàrium pasa por una cuarentena, se analiza su comportamiento y se garantiza su bienestar antes de integrarlo al ecosistema correspondiente

David Magdaleno llegó a L'Aquàrium en 1998 como becario y, desde entonces, ha vivido la evolución del centro desde dentro. Ahora, como acuarista, forma parte de un equipo que se reparte los 365 días del año para garantizar el bienestar de los más de 11.000 animales. “Esto no cierra nunca. Los animales comen todos los días, el agua se filtra todos los días, y las condiciones deben mantenerse estables sin importar si es Navidad o un lunes cualquiera”.

Una de sus principales responsabilidades es el Oceanario, el tanque más grande del centro. “Es como una comunidad submarina, y nosotros tenemos que saber cómo se comporta cada individuo para detectar cualquier anomalía”, explica.

La alimentación de los tiburones es uno de los momentos más delicados. “Entramos al tanque con medidas de seguridad muy específicas. Les damos la comida con pinzas largas, identificamos qué ejemplar ha comido y cuánto. A veces alguno deja de comer, y eso puede ser una alerta”.

Pero su trabajo va más allá de la rutina diaria. También participan en trabajos de cuarentena de nuevos ejemplares, en la adaptación de animales nacidos en el centro, y en la reproducción de especies. “El objetivo es siempre reducir la captura en el medio natural. Cuanto más sepamos reproducir en condiciones controladas, mejor para el ecosistema global”.

A lo largo de los años, ha establecido vínculos con varios animales. “Hay peces que me reconocen y se acercan cuando paso por su tanque. Algunos incluso me siguen el dedo si lo paso por el cristal. Es una forma de interacción muy bonita”, cuenta. Le tiene especial cariño a los peces napoleón, por su expresión casi prehistórica, y a un grupo de meros con los que ha compartido más de una década de cuidados. “Los meros tienen carácter, te observan, te miden. No son peces cualquiera”.

Lucía Carulla, responsable de biología: “Los tiburones están acostumbrados a cazar, si la comida no parece viva, la ignoran”

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La joya de la corona de L'Aquàrium de Barcelona es el Oceanario, un tanque de 4,5 millones de litros de agua que reproduce un ecosistema mediterráneo con tiburones, rayas y otras especies

La alimentación de los animales en L'Aquarium de Barcelona es casi una coreografía de precisión. “Aquí no podemos simplemente tirar comida y esperar que se reparta”, explica Lucía Carulla, responsable de Biología. Especialmente en el caso de los tiburones, que no suelen comer si no reconocen movimiento en la presa: “Están acostumbrados a cazar, así que si la comida no parece viva, la ignoran. Por eso a algunos les damos literalmente el alimento en la boca”.

Cada animal tiene un menú específico y un seguimiento individualizado. Se registra qué ha comido cada uno para controlar su estado de salud y detectar cualquier cambio en el apetito. “Como en casa con los gatos: si no se mueven y comen mucho, engordan. Aquí buscamos el equilibrio para que no tengan hambre, pero tampoco sobrepeso”.

El equipo empieza el día a las siete de la mañana con un “pase” general para comprobar que todos los acuarios estén en buen estado. Después se reparten las tareas: unos cocinan, otros limpian o se sumergen en los tanques —todos menos uno— para controlarlos desde dentro. Solo hay un acuario en el que está prohibido entrar: el que alberga peces venenosos como el pez piedra o el escorpión marino. “El pez piedra es letal. Por suerte nunca ha pasado nada, pero en ese tanque ni metemos la mano”.

Uno de los datos más sorprendentes: los pingüinos son los animales que más comida consumen en todo el acuario. De las cuatro toneladas de pescado que compran cada tres o cuatro meses, una tonelada va destinada solo a los 18 pingüinos.

Además del control dietético y la alimentación específica, L'Aquarium participa en proyectos de conservación. Actualmente, albergan tres ejemplares de Esturión Europeo, una especie en peligro crítico de extinción en el Mediterráneo. Forman parte de un programa conjunto con otros acuarios europeos para intentar su reproducción en cautividad y, a largo plazo, su repoblación.

Coral Hispano, bióloga y responsable del laboratorio: “Aquí también hacemos ciencia”

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L’Aquàrium de Barcelona cuenta con una gran parte dedicada a la investigación marina

Coral Hispano lleva más de 20 años en L'Aquàrium, donde ha combinado su trabajo como bióloga con proyectos de investigación científica y su propia tesis doctoral. “Una de las cosas más bonitas de este lugar es que combina lo divulgativo con lo científico. Desde fuera puede parecer que solo mostramos animales, pero detrás hay mucha ciencia aplicada”, asegura. En su tesis doctoral, estudió un parásito que afectaba a peces en acuarios: “Logramos no solo identificarlo, sino también encontrar la forma de eliminarlo sin comprometer la salud de los animales. Fue una investigación larga, pero que ahora forma parte del protocolo preventivo del centro”.

Durante estos años, su equipo ha colaborado con instituciones como el CSIC, el CEAB o el ICM en proyectos centrados en la reproducción de especies en cautividad, estudios sobre la acumulación de microplásticos y metales pesados en organismos marinos, o el comportamiento de especies difíciles de observar en libertad, como el caballito de mar o el mero.

También trabajan en la identificación de enfermedades, análisis de tejidos, control de parámetros de agua y seguimiento de las especies que nacen en l'Aquàrium. “La reproducción es uno de nuestros grandes retos. No todas las especies se reproducen fácilmente en cautividad. Algunas requieren ciclos de luz específicos, otras cambios de temperatura o niveles concretos de salinidad”, explica.

Su mirada científica es clave para entender que L'Aquàrium no es solo un lugar de exhibición, sino un espacio de conservación con vocación pedagógica. “Cuando una persona entiende cómo vive un pez o por qué desaparecen ciertas especies, es más probable que quiera proteger el medio marino”, asegura.

Abigail Torres, cuidadora de pingüinos: “Los pingüinos son preciosos… y muy exigentes”

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En L'Aquàrium de Barcelona se pueden observar pingüinos de Humboldt, una especie originaria de las costas de Perú y Chile

Abigail Torres trabaja en L'Aquàrium desde hace más de dos décadas. Aunque ha pasado por varias áreas, desde hace años está volcada en el cuidado de los pingüinos de Humboldt, una especie originaria de las costas de Perú y Chile que habita en L'Aquàrium desde sus inicios.

“Son animales preciosos, con mucha personalidad. Pero también son muy exigentes. Tienen rutinas muy marcadas y cualquier cambio en su entorno o en su alimentación les afecta enseguida”, explica. Cada día, les alimentan con pescado (sardinas, arenques, caballas), y cada ejemplar tiene su dieta personalizada en función de su edad, peso y salud.

Hay 18 ejemplares, y todos tienen nombre. “Algunos ya llegan con nombre del centro de donde provienen, pero a muchos se los ponemos nosotros”, explica. Y en ese proceso, la personalidad del cuidador también se cuela. “A mí me gusta el anime, así que algunos llevan nombres de personajes. Tenemos a Goku, a Totoro, a Saitama… Y la verdad es que les pegan”, explica sobre los pinüinos, mientras añade: “Los reconocemos por su plumaje y su comportamiento. Hay uno que siempre emite un sonido distinto cuando me ve. Es como un saludo”.

En la temporada de reproducción, la dedicación se intensifica. “Los pingüinos forman parejas estables y construyen sus nidos con piedras. Cuando nacen los polluelos, hacemos un seguimiento diario: comprobamos si los padres los alimentan, cuánto pesan, si tienen buen aspecto. Si hay algún problema, intervenimos rápido”.

Torres también se encarga del mantenimiento del hábitat: limpiar, desinfectar, controlar temperatura y humedad. “Huele fuerte, sí. Pero para mí es uno de los espacios más bonitos de L'Aquàrium. Y es emocionante ver cómo los visitantes se quedan embobados viéndolos moverse o chapotear”.

Santiago Sánchez, responsable de acuaristas: “Las zonas de agua dulce son mucho más inestables”

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Ajolotes, pirañas peces gato, ranas flechas, tortugas y arapaimas son algunos de los animales que pueden visitar en L’Aquàrium de Barcelona

Santiago Sánchez es el responsable del equipo de acuaristas comenta que otros hábitats de agua dulce suelen ser menos conocidos para el público, aunque igual de complejos a nivel técnico. “La gente viene a ver tiburones o pingüinos, pero luego se sorprende con los acuarios tropicales: los colores, las plantas, los movimientos… Es como otro mundo”.

En estos hábitats viven desde pirañas y peces gato hasta ranas flecha, tortugas y arapaimas, uno de los peces de agua dulce más grandes del planeta. “El agua dulce es muy sensible a cualquier alteración: temperatura, pH, dureza… Cualquier desajuste puede afectar directamente a los animales o a las plantas. Es como una orquesta: si un instrumento desafina, todo se descompensa”.

Sánchez es también uno de los buceadores del centro. Entra regularmente en los tanques para hacer múltiples tareas, mantenimiento y observación directa. “Desde fuera puedes observar ciertos comportamientos, pero desde dentro notas matices: cómo se mueven, cómo te reaccionan. Algunos animales incluso te reconocen”, explica.

Su labor también incluye el cuidado de las plantas vivas, que no son decoración, sino parte fundamental del ecosistema. “Si las plantas están bien, ayudan a filtrar el agua, oxigenan, dan refugio. Todo está conectado”, añade.

L'Aquàrium quiere seguir siendo un referente en divulgación marina

Con 30 años de historia, L'Aquàrium de Barcelona quiere seguir siendo un referente en divulgación marina

30 años con la mirada puesta en el futuro

Con esta transformación, L'Aquàrium quiere seguir siendo un referente en divulgación marina. Se han incorporado nuevas tecnologías para hacer más accesible la información —pantallas táctiles, códigos QR, realidad aumentada— y se ha reforzado la señalización para todos los públicos.

Pero el corazón del centro sigue siendo el mismo: un equipo comprometido con la conservación, la educación y el bienestar animal. Un grupo de personas que saben que, bajo el agua, todo es más delicado. Y que cuidar el mar empieza, muchas veces, en una pecera.

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