“El inglés se aprende en la vida real, no solo en clase”: el modelo de English Tarragona que integra juegos, salidas y experiencias para que el idioma forme parte de su día a día
English Tarragona
English Tarragona es una academia con profesores de nivel nativo que combina aulas, actividades y comunidad para que el inglés se use fuera de las aulas

Gareth Milne, emprendedor y cofundador de English Tarragona
Un año puede dar para mucho: aprender un idioma, empezar un trabajo nuevo o simplemente viajar sin mirar el reloj. Eso pensó Gareth Milne cuando dejó Escocia en 2009 para tomarse un año sabático en España. Venía con un certificado recién obtenido en enseñanza de inglés y la expectativa de vivir una experiencia breve antes de volver a casa. Pero ese plan se torció —o más bien se transformó—: encontró trabajo en varias academias, detectó carencias en la forma tradicional de enseñar idiomas y, poco después, conoció a Andrew Dobbin, que ya había puesto en marcha un pequeño proyecto educativo.
Compartían la misma visión sobre cómo debía enseñarse inglés y, en 2013, decidieron unir esfuerzos para hacer crecer English Tarragona. “No vine a emprender, vine por un año, pero vi claro que había otra manera de enseñar inglés”, recuerda Milne. Aquella sintonía entre ambos impulsó un modelo que hoy reúne a casi 900 alumnos y convierte el aprendizaje del inglés en una experiencia viva, social y cotidiana.
“El libro sirve de apoyo, pero no enseña a hablar: por eso la conversación es siempre el centro de nuestras clases”
Los primeros años fueron intensos, casi artesanales. Milne y Dobbin lo hacían todo: clases, gestión, actividades, comunicación. Eran tiempos de trabajo constante y mucha implicación personal. “Éramos jóvenes, teníamos energía y dedicamos muchísimas horas. El esfuerzo sostenido fue lo que nos permitió crecer”, admite Milne. Esa etapa marcó para siempre el ADN del centro: grupos reducidos, contacto real con el idioma y un modelo que evita la rigidez de la clase tradicional.
“El libro sirve de apoyo, pero no enseña a hablar: por eso la conversación es siempre el centro de nuestras clases”, explica Milne. Esa idea —que el inglés se aprende usándolo— se convirtió en la brújula que ha guiado todos los pasos del centro desde entonces.

Con el tiempo, aquel impulso inicial dio paso a un proyecto profesionalizado y con un equipo sólido. En septiembre de este año, Andrew Dobbin dejó la academia tras una etapa muy significativa, y Milne insiste en que su papel ha sido clave. “Muchos alumnos le tienen un cariño enorme; su contribución está en la base de todo lo que somos”. Hoy, esa transición ha reforzado todavía más el peso del equipo interno: Ben Horbury, director de estudios; Johanna Franco, responsable de administración; y Eva Carles, al frente de comunicación y marketing. Juntos sostienen la estructura que permite que el centro funcione con precisión y calidad. “Ahora contamos con un equipo altamente especializado que hace posible que cada área avance con criterio y coherencia”, dice Milne.
El corazón del proyecto sigue siendo el mismo: enseñar a comunicarse. Con ese eje, English Tarragona ha ampliado su propuesta hasta convertirla en un ecosistema donde el idioma se practica dentro y fuera del aula. Sus grupos empiezan a los cuatro años y llegan hasta adultos de todas las edades, aunque los niños y adolescentes protagonizan la mayor parte del programa. Los adultos, en cambio, son un público más reducido que busca sobre todo mantener la soltura. Para ellos nació el English Corner, un encuentro semanal en un bar de la ciudad donde un profesor dirige la conversación en un ambiente distendido. “Muchos llegan después de un día largo y agradecen un espacio donde simplemente puedan hablar”, asegura Milne.
Un buen profesor no se define por dónde ha nacido, sino por cómo domina el idioma y cómo lo transmite
Con los más jóvenes, el enfoque es todavía más inmersivo. La academia organiza actividades que mezclan ocio y aprendizaje: talleres de manualidades en inglés, entrenamientos de fútbol bilingües, escapadas de fin de semana a los Pirineos y experiencias culturales que simulan pequeños viajes. Todo suma. Todo genera contexto. Todo conecta el idioma con la vida real. “La clase una o dos veces por semana no basta. Nuestra misión es que los alumnos vivan el inglés, no que lo memoricen”, resume Milne.

Uno de los servicios mejor valorados por las familias es el mediodía en la academia. Con dos horas de pausa para comer en muchos colegios, English Tarragona recoge a los niños, los acompaña a su centro, les ofrece un espacio cómodo donde comer, ver series en versión original o jugar antes de entrar en clase. “Queremos facilitar la logística a los padres, pero también crear un lugar donde los niños se sientan cómodos usando el inglés sin darse cuenta”, explica.
Ese vínculo con las familias se extiende a la comunidad local. La academia colabora con clubes deportivos, patrocina actividades y ha impulsado la iniciativa Together is Better, que conecta a familias y comercios para ofrecer beneficios a los estudiantes. La idea es crear red y hacer que el inglés esté presente más allá de las aulas.
Puedes usar un traductor, pero eso no te enseña a comunicarte con una persona. El inglés sigue siendo fundamental y lo será más
En cuanto a colaboraciones educativas, English Tarragona ha participado en diversas iniciativas y mantiene la voluntad de seguir ampliando ese camino. English in Action, que se planteó como actividad trimestral con un instituto local, sigue en pausa por falta de asistentes, pero la academia ha sumado nuevas alianzas, como su colaboración con Causeway Summer Camp, un programa de inmersión total en Irlanda del Norte previsto para el verano de 2026. Es otro ejemplo de lo que la escuela defiende: usar el inglés fuera de clase y convertirlo en experiencia.

El crecimiento también llega por la vía empresarial. Cada vez más compañías contratan formación en inglés para sus equipos. “El mundo profesional es cada vez más internacional. Las empresas valoran muchísimo un buen nivel de inglés en sus empleados”, señala Milne. English Tarragona está acreditada por FUNDAE, lo que permite a las organizaciones bonificar los cursos y facilitar el acceso a formación continua.
De cara a los próximos años, Milne lo tiene claro: la academia seguirá afianzando su apuesta por la inmersión, la comunidad y la calidad docente. Aunque la inteligencia artificial se abre paso, no sustituirá la comunicación humana. “Puedes usar un traductor, pero eso no te enseña a comunicarte con una persona. El inglés sigue siendo fundamental y lo será más”, acaba.
Lecciones de Vanguardia
“Aprovecha todos los recursos que existan en tu entorno: iniciativas de los ayuntamientos, programas para impulsar negocios o espacios de networking. Nosotros dimos nuestro primer gran paso gracias a Impulsa Tarragona, una ayuda municipal para nuevas empresas que nos permitió arrancar con buen rumbo”.
