Impermeables a la atención de los fotógrafos y en un umbral más allá del dolor, Ana Obregón y Alessandro Lequio han abandonado el apartamento de la calle Aribau que ha sido el hogar común durante los últimos días de su hijo, Álex Lequio .
La expareja, unidos como nunca por la desgracia, han acomodado su equipaje y subido a un vehículo con chófer, el Jaguar que suelen usar los padres de Ana en Marbella, para tomar la AP-2 camino a Madrid. Era alrededor de las 12:30. Hoy ha sido su último día en Barcelona.
Necesitan regresar a casa
Los padres de Álex se han subido al vehículo que ahora mismo les conduce a Madrid tras recoger unos bocadillos que les ha llevado la empresa de mensajería Glovo
Mientras Ana y Alessandro preparaban su escaso equipaje, apenas unas mochilas, las hermanas de ella, Celia y Amalia, se han dirigido al tanatorio de Sancho de Ávila, según ha podido saber La Vanguardia. Desconocemos si los restos de Álex han sido finalmente incinerados en Barcelona o si su cuerpo será llevado a Madrid por la funeraria, pero sí sabemos que las tías del malogrado joven serán quienes se hagan cargo del desagradable papeleo que cierre su vida.
Gestiones imprescindibles
Ana y Alessandro recibirán los restos de su hijo en Madrid, donde descansará para siempre, y seguramente sean sus tías Celia y Amalia quienes custodien el traslado durante las próximas horas
Ana Obregón con Alessandro Lecquio por las calles de Barcelona un día después de la muerte de su hijo Álex Lequio por el cáncer 14/05/2020
Los padres de Álex se han subido al vehículo que ahora mismo les conduce a Madrid tras recoger unos bocadillos que les ha llevado la empresa de mensajería Glovo. De hecho, estos últimos y aciagos días han encargado comida varias veces, dado que los restaurantes en Barcelona siguen cerrados y los apartamentos en que se alojaban no facilitan cocinar.
Ana y Alessandro recibirán los restos de su hijo en Madrid, donde descansará para siempre, y seguramente sean sus tías Celia y Amalia quienes custodien el traslado durante las próximas horas. La intimidad que les ofrece su hogar, a salvo ya de fotógrafos, será la única manta con la que puedan abrigarse en el invierno que ya les ha envuelto.
