Paz Vega recuerda con ternura a su abuela y a esas macetas que cuidaba con cariño cuando ella era pequeña. A pesar de su ausencia, todavía siguen floreciendo cada primavera. La niña que se convirtió en actriz aprendió de ella el amor por las flores, a las que considera “parte de nuestra cultura”. Inmersa en la creación de su próxima película, su segundo largo tras el éxito de su debut como realizadora con Rita , nominado a los Goya a la mejor dirección novel, se ha tomado una pausa para convertirse en la cara visible de una buena causa: la recuperación de cuatro flores endémicas en peligro de extinción de Sierra Nevada.
El proyecto de la Universidad de Granada, la Junta de Andalucía y CETURSA, impulsado por Lanjarón, trabajará durante tres años para aumentar la población de estas cuatro plantas, únicas en el mundo: la manzanilla y el narciso propios de Sierra Nevada, la insectívora tirañuela y la cineraria, de la que tan solo se conservan 700 ejemplares. “Tenemos que tomar conciencia y cuidar nuestro entorno, valorarlo y preservarlo”, afirma convencida la intérprete, una mujer a quien le gusta abrazar causas justas. Se vio con su primera película, retratando la violencia machista desde la inocente mirada de una niña en la Sevilla de 1984.
“Pese a que tenemos información, sabemos detectarla y la llamamos por su nombre, las mujeres seguimos sufriendo violencia de género”, denuncia la directora, quien reconoce haber sufrido situaciones machistas tanto en el trabajo como en la calle. “Ahora las reconocemos pero en algunas épocas estaban normalizadas ciertas costumbres y ciertos comportamientos que son inaceptables y que en estos momentos no aceptaría”, asegura.
“Es mejor tener un coordinador de intimidad. Alguna vez me han engañado, me han dicho una cosa y luego han hecho otra”
Sus tres hijos, que comparte con su marido Orson Salazar, son los principales fans de su opera prima como cineasta. “Han visto Rita varias veces y les encanta, sobre todo descubrir esos elementos de los años 80 que ya no existen”. El mayor, Orson, cumplirá los 18 este año, mientras que el pequeño, Lenon, tiene 14. La niña, Ava, de 15, ya ha debutado como actriz con los Javis en Paquita Salas y también como modelo infantil. Aunque han visto otras películas de su madre como actriz, Vega desvela que todavía, que ella sepa, no han visionado el film que la hizo saltar a la fama, Lucía y el sexo de Julio Medem.

Orson Salazar, Ava Salazar y Lenon Salazar en la premiere de 'Rita'
“Era muy jovencita, me entregué y al acabar tuve un momento de bajón, estuve un par de meses bastante perjudicada. Nunca más me ha vuelto a pasar algo así”, recuerda. Veinticuatro años después, ¿la película habría requerido de un coordinador de intimidad? “Entiendo que sí, para evitar cualquier tipo de malentendido o de incomodidad”, valora antes de asegurar que, en algún otro rodaje que no quiere especificar, “alguna vez me han engañado, me han dicho una cosa y luego han hecho otra. He aprendido de eso y ahora no pasaría con un coordinador de intimidad en el rodaje. Es mejor tenerlo que no tenerlo”, sostiene.
La sevillana de 49 años recién cumplidos prefiere no hablar de temas que otras actrices han puesto sobre la mesa, como el hasta ahora tabú de la menopausia. “Es un discurso en el que subyace un machismo disfrazado de feminismo”, argumenta. Tampoco le interesa entrar en el edadismo que denuncian ciertas actrices como Emma Vilarasau o Demi Moore. Vega asegura que atraviesa “un momento vital precioso” en el que le atrae sobre todo “escribir y dirigir”.

Paz Vega en París junto a su marido Orson Salazar
El rodaje de Rita “fue cumplir un sueño” que no resultó fácil. “Hubo momentos en los que parecía que todo se caía”. Ahora busca financiación para hacer realidad su segundo largometraje del que ya tiene escrito el guion. “Es una historia entre hermanos que se rodaría en el Caribe y habla de sueños que se quieren alcanzar”, avanza. Y, como no, estarán también presentes sus obsesiones, “la muerte, la familia, las relaciones entre madres e hijos, los antihéroes, las personas que reman a contracorriente…”.
¿Cuál sería su sueño? “Rodar cada dos años” y, a la vez, seguir trabajando como actriz. “Es lo que he hecho siempre y me gusta, y hay proyectos que me ilusionan”. “Hay que seguir”, asevera, como también lo hacen las cuatro flores endémicas en peligro de extinción de Sierra Nevada aferrándose a la vida y las plantas de su querida abuela.