La velada del regreso de la orquesta del Teatro Real al templo del Carnegie Hall, en su cuarta visita a Nueva York desde el 2022, tuvo un marcado carácter femenino.
En el escenario deslumbraron el prodigioso violín de María Dueñas y la voz vibrante de la soprano Saoia Hernández. En la sala muchas miradas estuvieron pendientes de la princesa Leonor, destacaba con una veintena de sus compañeros guardiamarinas en el buque escuela Juan Sebastián del Elcano, de escala en Nueva York, como representantes de la “diplomacia marina española”, según palabras del comandante del barco, el capitán de navío Luis Carreras-Presas do Campo.

La princesa Leonor sonríe mientras conversa con uno de sus compañeros guardiamarinas, durante el concierto en el Carnegie Hall protagonizado por la orquesta del Teatro Real
“Además de la formación, el Elcano también tiene la vertiente de representar al Estado español, apoyamos la acción exterior por eso se le da al barco el sobrenombre de embajador, embajador y navegante, que es lo que hace cuando está en el puerto”, sostuvo. Esta vez le toco esa misión a la heredera de la corona española, que están enrolada para completar su formación militar, como ya hicieron su abuelo y su padre.
Desde su asiento en platea, la heredera del trono disfrutó de Dueñas, a la que aseguran admira desde incluso antes de que recibiera el 2023 el reconocimiento del premio Princesa de Girona, gala a la que ella asistió, así como de Hernández poniendo voz a temas tradicionales de la zarzuela española, y de la batuta de David Afkham al frente de la orquesta del Real, para quien también era su primera vez en el Carnegie.
A la princesa Leonor no pocas veces se la ve vio en pie y ovacionando a las estrellas de la noche. Se levantaba rápido. En otras conversaba y reía con sus compañeros de Elcano.
El concierto, titulado A musical fantasy from Spain arrancó con las Danzas fantásticas, de Joaquín Turina. Luego llegó el turno de Dueñas con el Concierto para violín en Re mayor, de Erich Wolfgang Korngold, conocido como el compositor de Hollywood por sus cooperaciones cinematográficas.
Es una pieza compleja en la que se requiere la complicidad y sintonía con la orquesta, recalcó la solista granadina, de 22 años. “Es un privilegio poder participar en este concierto porque pienso que hay muchas conexiones. Primero y sobre todo con Estados Unidos, con Nueva York, con la experiencia del cine, pero también representa de alguna forma nuestros valores, es un concierto muy jovial, que tiene un carácter de celebración, que es justamente lo que estamos haciendo aquí”, sostuvo Dueñas unas horas antes del espectáculo en una rueda de prensa.
El éxito de Dueñas fue rotundo. Su interpretación cautivó y provocó que de inmediato toda la concurrencia se pusiera en pie, deslumbrada por el gran talento al violín.
En el descanso, numerosos espectadores del entorno de la princesa de Asturias, y otros que se dejaron caer, intentaron sacar fotos en las que captaran a esa distinguida espectadora. “¡Claro que le he sacado una fotografía, ya se la he mandado a mi madre”, dijo un español residente en la Gran Manzana. Otros se cruzaron con ella por el pasillo, “me ha dicho hasta perdón, porque casi nos chocamos, muy educada”, comentó una mujer a sus amigas. A muchos les sorprendió que estuviera en medio de la sala y no “encerrada” en uno de los palcos.
La segunda parte arrancó con las Danzas fantásticas de Maurice Ravel, “el mas español de los compositores”, como le describió Joan Matabosch, director artístico del Real, que, además, ha llevado flamenco con espectáculos en la fundación de Ángel Orensanz.
Tras el intermedio hubo un diálogo de Ravel con Falla mediante una selección de pasajes de La vida breve. En este momento debutó Saoia Hernández. Después interpretó un tema de El gato montés, de Manuel Penella, y otro de José Serrano, de Los claveles.
Para Hernández era una un acontecimiento especial. “Este concierto es un concierto de muchas primeras veces. Es mi primera vez en Estados Unidos, primera vez en Nueva York, primera vez en el Carnegie Hall y primera vez que interpretó una escena de La vida breve. Son muchas primeras veces juntas”, recalcó. “Pero lo que más me gusta es la raíz de este concierto, el carácter que tiene de nexo entre culturas, no solo de mostrar lo nuestro, sino unirlo a la diversidad de Nueva York”, apostilló.
El recital concluyó con los regalos de La marchenera-petenera, de Federico Moreno-Torroba, en la voz de Hernández, y una energética versión de La boda de Luis Alonso, de Gerónimo Giménez, y la guardiamarina Leonor de Borbón aplaudiendo junto a sus compañeros. Después se fueron al “copetín” en una de las salas del mismo recinto, donde los alumnos de Elcano, entre ellos la heredera de la corona, se fotografiaron con el director de la orquesta y las dos mujeres que pusieron en pie al Carnegie Hall.
La princesa Leonor tiene este viernes otra jornada institucional. Será la abanderada en la jura de bandera y por la noche será una más de los guardiamarinas que dará la bienvenida a los invitados a una recepción en el barco.
En los próximo días dejará temporalmente Elcano, en el que se embarcó a principios de año en Cádiz y con el que ha recorrido puertos de España y América. Su destino será la fragata Blas de Lezo para hacer prácticas de ejercicios de estrategia en aguas del Mediterráneo. Pero regresará al buque escuela el 3 de julio y finalizar el recorrido y el curso en Galicia, en el puerto de Marín, al lado de los compañeros con los que ha compartido estos meses.
En el recuerdo quedarán muchos momentos, como esta noche en el Carnegie Hall con nombre de mujer.