Fue la primera infanta de España en alcanzar una titulación universitaria, la primera que se fue de palacio en busca de una vida independiente, la primera que se instaló en Barcelona y tuvo hijos catalanes; la primera que se sentó en el banquillo; la primera a la que el Rey le retiró un título y, también, la primera cuyo marido no solo pasó por la cárcel, sino que protagonizó una infidelidad de portada. Cristina de Borbón y Grecia cumple mañana 60 años con sus cuatro hijos, Juan, Pablo, Miguel e Irene, ya criados y una vida en segundo plano.
En una de sus últimas apariciones públicas, el pasado 14 de febrero en Atenas en la boda de su primo Nicolás de Grecia con Chrysi Vardinogiannis, la menor de las hermanas del Rey, lució espléndida. Parecía haber dejado atrás una década y media con más disgustos que alegrías. Desde que en 2009, tras las primeras informaciones sobre irregularidades en el Instituto Noos, la familia Urdangarin Borbón tuvo que dejar el mal llamado palacete de Pedralbes (en realidad era un chalet) y trasladarse primero a Washington y luego a Ginebra, la vida de la infanta Cristina estuvo marcada por el proceso que finalizó con su marido en la cárcel y ella absuelta pero con sus fotos sentada en el banquillo en todas las hemerotecas.
Elena y Cristina con su hermano Felipe, en su Comunión en mayo de 1975
La hermana pequeña del Rey ha rehecho su relación con su hermano, desde la distancia y en privado
Lo peor, en el plano familiar, aún estaba por llegar. El escándalo empezó el 19 de enero de 2022 con la publicación en la revista Lecturas de unas fotos de Iñaki Urdangarín y su compañera de trabajo Ainhoa Armentia cogidos de la mano paseando por una playa del País Vasco francés. Una semana después Iñaki y Cristina comunicaban la decisión “de común acuerdo, de interrumpir su relación matrimonial” y en enero de 2024 se supo de la firma de un divorcio del que, sin embargo, nunca ha habido una constatación oficial.
Los duques de Palma y sus hijos Juan, Pablo y Miguel, en la presentación de Irene, en Barcelona, en junio de 2005
Iñaki y Cristina se habían casado en Barcelona el 4 de octubre de 1997. Una boda que llenó la ciudad de realeza y de ciudadanos jaleando a los novios. Urdangarin era una estrella del balonmano y Cristina, una infanta moderna y deportista. Luego llegaron los tres primeros hijos, todos rubios y guapos, y finalmente, en junio de 2005, la niña, igualmente rubia y guapa.
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Cristina era la infanta catalana y, aunque nunca hubo detrás ninguna estrategia, sí es cierto que, de alguna manera, ella, su marido y sus hijos acercaron la Corona, en aquellos tiempos encarnada en Juan Carlos I, a Catalunya. Aquella imagen idílica comenzó a quebrarse cuando a Urdangarin, tras dejar la práctica deportiva en el año 2000, le dio por meterse en negocios. Lo siguiente ya es historia. En aquellos tiempos convulsos, Cristina no quiso poner distancia con su marido, negándose al ‘mea culpa’ y a romper su matrimonio. Quién le iba a decir, entonces, que sería Urdangarin el que acabaría rompiendo con ella y con todo lo que significaba su pertenencia, durante años, a la familia real de la que sacó primero provecho y luego, repudio.
En 1995 con Juan Carlos y Sofía, los duques de Lugo y el príncipe Felipe, en Marivent
En los últimos años, Cristina de Borbón que desde hace casi treinta trabaja en la Fundación La Caixa y colabora con la Fundación Aga Khan en algunos proyectos conjuntos, ahora desde Ginebra, ha centrado su vida en sus hijos. Se la puede ver siguiendo a Pablo, actual jugador del equipo de balonmano de BM Granollers, y aún pendiente de los otros tres, Juan, que vive y trabaja en Londres, Miguel, que está en Madrid, e Irene, que estudia en Londres y está ennoviada con Juan Urquijo, primo lejano suyo y, también, cuñado del alcalde de Madrid.
Cristina, al igual que su hermana Elena, dejó de pertenecer formalmente a la familia real (aunque obviamente sigue siendo familia del Rey) el mismo día de la proclamación de Felipe VI. Ser hija de rey es una cosa, pero ser hermana es otra.
Cristina de Borbon abraza a Pablo Urdangarin en un encuentro de balonmano
El caso Nóos ya la había apartado de la representación oficial de la Corona con su padre en el trono pero el peor golpe llegó hace precisamente diez años cuando, coincidiendo con su 50º cumpleaños, su hermano le retiró el título de duquesa de Palma que su padre le había concedido con motivo de su boda con Urdanagarin.
Desde entonces, los dos hermanos han ido superando una brecha profunda en sus relaciones pero aunque, a distancia y en privado, han recuperado afectos, la normalidad familiar quedó atrás. Cristina de Borbón, afectada igual que Elena por el autoexilio del rey Juan Carlos en Abu Dabi, a quien visita en el emirato y recibe en Ginebra, mantiene los lazos con la reina Sofía pero no existe constancia de sus vínculos con la reina Letizia o con sus sobrinas Leonor y Sofía.
Irene Urdanagarin, la Infanta Elena de Borbon, la reina Sofía, la Infanta Cristina, Miguel Urdangarin y Juan Urdangarin en la boda de Teodora de Grecia el pasado 28 de setiembre
Recientemente ha adquirido un piso en Pedralbes en el mismo edificio en el que vivió con su familia antes de trasladarse al maldito “palacete”, y viaja a menudo a Barcelona por su trabajo en la Fundación La Caixa. A la ciudad en la que decidió vivir de jovencita, y donde conserva sus más files amistades, quisiera volver cuando acabe su vida laboral. Mañana celebra su 60º aniversario habiendo demostrado que nada ni nadie altera su compostura.