Ya le han avisado que tiene que preparar sus maletas, porque se pasará unos tres meses en Estados Unidos. Y es que los ejecutivos de Neon, la distribuidora que adquirió los derechos de Sirat para ese país y Canadá durante el último Festival de Cannes, saben que la película de Oliver Laxe tiene muchas posibilidades de quedar entre las 5 candidatas al Oscar a la Mejor película extranjera.
Incluso, si la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España no le elige el próximo septiembre como su candidata oficial, no sería de extrañar que la misma empresa que en el 2020 convirtió a Parásitos en el primer filme no hablado en inglés en ganar la estatuilla dorada a la Mejor película (además de otras 3, a Mejor película internacional, Mejor guion y Mejor director para el coreano Bong Joon Ho) consiga que Sirat compita en otras categorías.
Y aunque todos en España hoy están obsesionados por este apuesto director de 2 metros de altura que si quisiera podría convertirse en galán, no es mucho lo que se sabe sobre él. Es que cada vez que concede una entrevista, Oliver Laxe opta por hablar de su manera de filmar, de su filosofía de vida y sus experiencias en Marruecos, pero no suele contar demasiado sobre sí mismo.
En el 2007 se mudó a Tánger, comenzando un romance con Marruecos que tiene mucho que ver con ‘Sirat’
Aún así, todos saben que nació en París hace 43 años, que sus padres son gallegos y se conocieron en la capital francesa en la sala Bataclán, que entonces era un punto de encuentro para esa comunidad, y que cuando Oliver tenía 6 años, se marchó a La Coruña con su familia.
No es secreto que allí inició sus estudios universitarios, aunque como no había escuela de cine, se inscribió en Publicidad. Sin embargo, poco después, llegó a Barcelona para cursar lo que en realidad amaba en la Universitat Pompeu Fabra. Aún así, el futuro para él no estaba en la península. Tras egresar se mudó a Londres, donde se compró una cámara de 16 mm y filmó su primer corto.
En el 2007, con 25 años, se mudó a Tánger, comenzando un largo romance con Marruecos que tiene mucho que ver con lo que se puede ver en Sirat , en donde ha aprovechado al máximo sus conocimientos sobre el país vecino, particularmente sus paisajes majestuosos.

Fotograma de la película ‘Sirat’.
En la excolonia española en África, donde se quedó 5 años, siguió filmando cortos. Con una profunda conciencia social, fundó allí un taller cinematográfico para niños de un centro comunitario. Sobre esa base, se convirtió en el protagonista de su primer largo, Todos vosotros sois capitanes , rodado por apenas 20.000 euros en celuloide con una cámara prestada y a mitad de camino entre el documental y la ficción. Con ese filme fue invitado a Cannes, donde ganó el premio FIPRESCI en la Semana de la Crítica.
Y aunque ese mismo año tuvo un pequeño papel como actor en una película francesa de bajo presupuesto, a Laxe nunca le interesó demasiado pararse delante de las cámaras. Lo hizo en una película experimental británica rodada en el 2015, y lo volvió a hacer 4 años después en Love me not de Lluis Miñaro, que se filmó en Barcelona y en la que los papeles principales los tuvieron Ingrid García Jonsson, Francesc Orella y Lola Dueñas.
Y aunque aquel primer triunfo en la Croisette le trajo varias propuestas para filmar películas tradicionales en España, Laxe optó por quedarse en Marruecos, en donde 7 años después filmó Mimosas , hablada en árabe, con la que regresó a Cannes, ganando esta vez el premio principal en la Semana de la Crítica. Siempre dispuesto a sorprender, Oliver decidió volver a sus raíces con su tercer filme, Lo que arde , filmado en Galicia en la lengua de sus padres, con la que no solo se llevó el Gran Premio del Jurado en A Certain Regard en Cannes, sino que fue figura en los Goyas.

Oliver Laxe y Jade Oukid, una de las actrices revelación de la película 'Sirat'.
Pero su gran triunfo vino de la mano de su país adoptivo: “He estado caminando mucho por Marruecos. Me he pateado todas las montañas, todos los picos, todos los desiertos. Me fascina”, le dijo a la revista Esquire , luego de explicar que vivió 3 años en el palmeral de Skoura, al lado de Ouarzazate, donde se reencontró con los raves que le habían fascinado en su adolescencia, y 2 años en un aldea en las cercanías de Marrakesh.
Aún así hoy quien ha sabido mantener en privado su vida privada, pasa todo el tiempo que puede en Os Ancares, la región de Galicia cercana a Lugo de donde son sus padres, y en donde participa en la Asociación Ser: “Es un lugar con el que tengo un vínculo muy profundo. Estamos haciendo actividades de desarrollo rural, formación de oficios tradicionales del sector primario: ganadería extensiva y cultivo ecológico. Organizamos talleres de hierbas aromáticas, medicinales y apicultura”, le explicó a esa revista, lamentándose que deberá ausentarse por un largo tiempo.