Recién casados, Jeff Bezos y su esposa vivieron su luna de miel de cuatro días no en Venecia sino en un resort en las montañas del estado norteamericano de Idaho. La mayoría de los invitados desembarcaron en un centenar y medio de jets privados para alojarse en un complejo blindado donde el único salvoconducto era una tarjeta con foto y nombre de cada participante y las siglas SV25.
Dicen que es un Davos para dueños y directivos de medios periodísticos y tecno-oligarcas, pero su secretismo se parece más a las reuniones del Club Bildelberg.

Wendi Murdoch, tercera esposa de Rupert Murdoch, invitada sorpresa a una conferencia dominada por los derechos de transmisiones deportivas y las aplicaciones de Inteligencia Artificial
Las reuniones de julio en Sun Valley (sólo por invitación y a las que asisten también sus familias) son encuentros anuales que congregan a unas 600 personas, incluidos asistentes personales, peluqueros, guardaespaldas, y una docena de periodistas-estrella que moderan sesiones de mañana y tarde. Comen y cenan juntos y los fotógrafos sólo pueden tomar imágenes a distancia.
Solo se conocen los nombres de los vips de cada año, pero las discusiones son privadas, aunque se sigue la famosa Ley de Chatham House, el Royal Institute of International Affairs de Londres, un acuerdo de confidencialidad según el cual se pueden publicar frases textuales de los asistentes, pero nunca atribuirlas a los que las pronuncian.
Este es el secreto: rozarse con tus iguales y competidores y cerrar acuerdos en discretos encuentros o paseos sin presencia de abogados o asesores externos
Las reuniones del Club de Sun Valley empezaron 1983. Las organiza Allen & Company, un banco boutique de inversiones especializado en compras, ventas y fusiones de grandes empresas de información, entretenimiento, tecnología y redes sociales. Su mayor cliente fue Google cuando en el 2004 la hoy conocida como Alphabet se empezó cotizar en bolsa. Warren Buffet, que siempre fue uno de sus asistentes más entusiastas definió el método de estas reuniones con las iniciales ABWA: Acquisitions By Walking Around.

Sam Altman, CEO de OpenAI
Porque ese el secreto: rozarse con tus iguales y competidores y cerrar acuerdos en discretos encuentros o paseos sin presencia de abogados o asesores externos. De tú a tú. Sin formalismos y en ropa deportiva. Así y aquí se fraguó la fusión de Disney con ABC, la compra de YouTube por Google o la venta del Washington Post a Jeff Bezos.
Este año los temas estrella fueron la discusión sobre derechos de transmisiones deportivas, que cada día más consiguen audiencias multimillonarias, y las oportunidades y amenazas que suponen las aplicaciones de Inteligencia Artificial a empresas y negocios que nunca se sintieron cómodas ante los algoritmos que hoy controlan los medios digitales y especialmente las redes sociales.

Tim Cook, CEO de Apple
Por eso, todos escucharon con enorme atención los consejos de magnates como Sam Altman (Open AI), Mark Zuckerberg (Meta), Tim Cook (Apple), Sundar Pichai (Alphabet), o Satya Nadella y Bill Gates (Microsoft). Ante ellos estaban los sospechosos de turno como Rupert y Lachlan Murdoch, y Robert Thompson (News Corporation), Michael Bloomberg, Bob Iger (Disney), John Malone (Liberty Media), Brian Roberts (Comcast), Jeff Bezos y Andy Jassy (Amazon) o David Zaslav (Warner Brothers-Discovery).
Y una nueva pléyade de nuevos ricos metidos en negocios no tradicionales como los directores de Netflix, Uber, Spotify o Airbnb. Esta mayoría de norteamericanos apenas pudo reunirse con algún directivo europeo como el CEO de Axel Springer, el alemán Mathias Döpfner.

Aparcamiento de jets privados en Sun Valley
Al cóctel de personalidades y celebridades se unieron Ivanka Trump y su esposo, el secretario del Tesoro Sccott Bessent y viejas glorias como Diane von Furstenberg, el senador demócrata Chuck Shumer o Wendi Deng (la que fue tercera esposa de Murdoch) que ahora vende su expertisse en cómo lidiar con las autoridades chinas.
A los 94 años, el fundador de News Corporation es un habitual de estos cónclaves. Murdoch está jubilado, pero sigue intrigando en la sombra. Su último encuentro con Donald Trump tuvo lugar pocos días después de las reuniones de Sun Walley en la final del Mundial de Clubs.

Bill Gates (Microsoft)
Lo que nadie sabía entonces es que el 17 de julio uno de sus diarios, el Wall Street Journal , publicaría una sorprendente exclusiva sobre una supuesta y obscena carta de Trump con motivo del 50 cumpleaños de Jeffrey Epstein, que ha provocado una demanda del presidente por injurias y calumnias. Sus abogados le piden ahora una indemnización de más de 9.000 millones de euros. Un reportaje que jamás se hubiera publicado sin consultar a un imprevisible Murdoch que sigue vivo y coleando.
Digamos también que el gran ausente de Sun Valley fue Elon Musk. El todopoderoso propietario de X y Tesla, que en pocas semanas se ha convertido en un apestado de las mismas elites que antes lo admiraban y ahora le temen. Estuvo invitado y asistió el año pasado, pero ahora resulta incómodo hasta en Sun Valley, donde nunca hubo listas negras. Y donde tampoco nunca Donald Trump asistió ni fue invitado…