A sus 32 años, Marc Márquez es ya una de las leyendas vivas del motociclismo. Con 8 títulos mundiales en su palmarés, seis de ellos en la categoría reina (MotoGP), es considerado por muchos como uno de los pilotos más talentosos y agresivos de la historia.
Sin embargo, en los últimos años, su carrera ha estado marcada más por la lucha contra las lesiones que por las victorias. Desde su grave accidente en 2020 (fractura del húmero derecho en Jerez), ha pasado por cuatro operaciones en el brazo, recaídas, infecciones y múltiples lesiones adicionales (costillas, dedo, etc.).
Aunque no ha ganado un título desde 2019, su regreso ha sido seguido con lupa por fans y expertos, admirados por su capacidad de sacrificio, su hambre competitivo y su evolución personal. En 2024, Márquez dejó Honda tras once temporadas y se unió a Gresini Ducati, marcando una nueva etapa en busca de recuperar su mejor versión. La decisión fue arriesgada, pero ha dado resultados: ha vuelto a pelear regularmente por podios y se mantiene como uno de los pilotos más espectaculares y seguidos del campeonato. De hecho, actualmente es el líder en 2025, y todo apunta a que puede volver a hacerse con el título, pues su superioridad es aplastante en prácticamente cada carrera.
Llegué a acostumbrarme a la victoria, era lo normal para mí
Aunque ahora todo vuelva a sonreírle, lo cierto es que el campeón lo ha pasado francamente mal estos últimos años, hasta el punto de incluso plantearse si merecía la pena seguir. En el pódcast de Josep Pedrerol, El cafelito, Marc explica que llegó a pensar en tirar la toalla pues, desde sus inicios, tan solo había vivido la parte buena del deporte, pero las lesiones le hicieron darse un golpe de realidad cuando menos lo esperaba:

Marc Márquez está arrasando en este campeonato, ya completamente recuperado de sus lesiones
“Desde muy joven, prácticamente desde 2010, que gané mi primer Mundial, cada año era ganar, ganar y ganar. Un año malo era ser segundo o tercero del Mundial, entonces, no sabía lo que era. Yo llegué a acostumbrarme a la victoria, era lo normal para mí. Entonces tú, cuando de un día para el otro, vives la otra cara del deporte, eso te cambia por completo sin tú buscarlo”, explica.
Marc asegura que, cuando algo así te sucede, entras en una espiral negativa de la que muchas veces es complicado salir, ya que, a pesar de recuperarte, vuelves de la lesión con molestias y debes volver a acostumbrarte a que lo normal no es ganar, sino muchas veces no estar siquiera en el podio.
La moto se acaba, la vida sigue. Cuida tu cuerpo, porque sin el cuerpo no podrás hacer moto, no podrás seguir tu vida después de la moto
Fue precisamente en esa etapa de oscuridad donde Marc empezó a replantearse muchas cosas. “Yo siempre decía: ‘mi cuerpo, mi vida, está a disposición del deporte, de la moto’”, recuerda. Sin embargo, con el paso del tiempo y a base, como él mismo dice, de “hostias”, entendió que la vida va más allá del circuito: “La moto se acaba, la vida sigue. Cuida tu cuerpo, porque sin el cuerpo no podrás hacer moto, no podrás seguir tu vida después de la moto”.
El proceso de aprendizaje no fue nada fácil. Tras fracturarse el brazo, Márquez regresó antes de tiempo, se lesionó de nuevo, sufrió una infección y tuvo que someterse a cuatro operaciones. En medio de todo eso, más caídas: costillas rotas, dedos rotos y una sensación constante de estar atrapado en una espiral sin fin: “No salías de una, y entrabas a otra”, confiesa. Fue entonces cuando se dio cuenta de que algo estaba haciendo mal, de que seguir forzando era perjudicial no solo para su carrera, sino también para su vida:

Marc y Álex Márquez se han convertido en los únicos hermanos en ganar campeonatos del mundo, y lo hicieron en la misma temporada
“Obviamente, rectificaría”, admite sin dudar. No por la caída en sí, sino por las decisiones que vinieron después. Si pudiera volver atrás, se habría tomado el tiempo necesario para sanar, aunque eso hubiera significado perderse algunas carreras. “Por no quererme perder dos carreras, me precipité… y me perdí muchas más”, explica. Hoy, con más experiencia y madurez, Márquez entiende que el verdadero desafío no siempre está en ganar, sino en saber parar a tiempo para poder volver a pelear con todas las fuerzas.