El pueblo del País Vasco donde nació Anne Igartiburu y se refugia del calor en verano: “Mi tierra a la que me siento tan unida; me ayuda y me emociona”

Raíces del alma

La comunicadora, con más de 370.000 seguidores en redes, se escapa siempre que puede al pequeño enclave vizcaíno que la vio nacer, un remanso de paz entre montañas donde encuentra conexión, calma y sentido

Anne Igartiburu, en una imagen de redes sociales.

Anne Igartiburu, en una imagen de redes sociales.

Instagram

Más de tres décadas avalan su trayectoria en la televisión, y es que Anne Igartiburu es una de esas mujeres del circuito mediático que, a la edad de 56, puede presumir de haber hecho de todo. Desde conducir en reiteradas ocasiones las Campanadas de Fin de Año hasta concursar en formatos tan atrevidos como Tu cara me suena, sin olvidar su faceta de presentadora, que todavía lleva a cabo en los fines de semana de La 1 a los mandos de D Corazón. No obstante, ¿qué hay de su vida cuando los focos se apagan?

Como cualquiera, también necesita parar. Alejarse del bullicio y el ritmo frenético de los platós. De los desplazamientos y las cámaras. Y cuando ese momento llega, lo tiene claro: su refugio es Elorrio, el pueblo vizcaíno donde nació y al que regresa siempre que su agenda se lo permite. Allí, entre montes y senderos, vuelve a reencontrarse con lo esencial, con lo suyo. “Paseo matutino por mis montes, mi pueblo, mi tierra a la que me siento tan unida”, compartía emocionada en diciembre de 2019 en sus redes, con una imagen en la que se la veía caminando sola en plena naturaleza. La foto, aunque venía con su propia reflexión personal, hablaba por sí sola.

“Me encanta pasear por mis montes”

Elorrio, la villa donde encuentra el equilibrio entre raíces y naturaleza

Aunque su imagen esté asociada a luces, focos y escenarios, no hay más que revisar lo anterior para ver que el escenario que verdaderamente emociona a Anne Igartiburu no tiene cámaras. En su lugar hay hayas, musgo y niebla. “Soy naturaleza, montaña, agua, emoción e inquietud, entre otras muchas cosas”, reveló en esa misma publicación, que todavía permanece visible en su perfil de Instagram, donde la siguen más de 370.000 personas. 

Y es que Elorrio, enclavado en el valle de Ibaizábal, es mucho más que un destino con encanto. Con su trazado medieval, su medio centenar de palacios de piedra y el rumor de los montes Anboto y Udalaitz rodeándolo, es fácil comprender por qué la televisiva siempre vuelve. El caso es que para Anne no es una mera postal, pues también es memoria, y cada regreso no es solo una escapada, sino un acto íntimo de reafirmación. “A mí me ayuda y me emociona”, se sinceraba sin rodeos con los internautas.

Anne Igartiburu en Elorrio, su pueblo natal.

Anne Igartiburu en Elorrio, su pueblo natal.

Instagram

En ese rincón del Duranguesado, al que llegó al mundo en 1969, el tiempo parece tener otro pulso. Quizá por eso no sorprende que cada vez que puede, repita, mochila al hombro y con sus botas de monte para poder estar rodeada de los suyos. De la misma que la vio crecer, y la misma que hoy la acompaña, aunque sea desde la distancia.

“Nor naizen, zer naizen”

Más que un pueblo, el punto de partida y regreso de una vida llena de matices

“Nor naizen, zer naizen, hortan gabiltza!”, escribía también en euskera, que en la traducción al español significaría algo como “¡quién soy, lo que soy, eso es de lo que estamos hablando!”. Esa frase, que parece casi un mantra, se sirve como un resumen de la manera que tiene Igartiburu entenderse a sí misma. “La identidad en euskera se dice 'nortasuna'”, explicaba, para después señalar que “es capacidad de ser, por traducirlo de alguna forma”.

Además, cabe destacar que para Anne, Elorrio no solo es cuna: es brújula. Allí nació, se casó en secreto en 2015 y acude cada vez que necesita recalibrar. “Espero poder descubrir más facetas que me completan. Sean como sean. Aceptarlas todas y celebrarlo”, afirmaba en el mencionado post de redes, con la sencillez de quien se conoce y no necesita adornos. Porque cada paso que da por esos senderos de piedra húmeda es también un paso hacia dentro. Y eso es lo que cuenta.

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