A Kiti Mánver no le gusta hablar de “orgullo” ni de “metas”, pero ha construido una de las trayectorias más sólidas del cine, el teatro y la televisión en España. Ahora, a sus 72 años, protagoniza Dos tumbas, miniserie de tres episodios que Netflix estrena este viernes, y que confirma que las protagonistas ya no tienen fecha de caducidad. “Ahora que soy vieja, me llaman más para ser protagonista”, comenta con ironía.
Y vaya protagonista. Una abuela metida a detective que pasa de la ternura por el amor hacia su nieta a ejercer la violencia sin contemplaciones. La actriz encarna a Isabel, una mujer de pasado hippie que siempre vivió con libertad, que lleva dos años esperando respuestas sobre la desaparición de su nieta adolescente. Cuando la justicia institucional se agota y da el caso por cerrado, la suya personal comienza a erupcionar “como un volcán dormido a punto de estallar”.
Isabel verá cómo la desaparición de su nieta no solo desata su dolor, sino una espiral de decisiones que desafían su propio código moral. En su desesperada búsqueda de la verdad, se alía con un mafioso local en una historia que muta de thriller a vendetta. “Se junta con malas compañías, pero para lo que ella quiere conseguir, le parecen las mejores”, avanza Kiti.
Dirigida por Kike Maíllo y escrita por el equipo de Carmen Mola, Dos tumbas va más allá de la acción. “La serie muestra cómo la venganza no lleva a ninguna parte y que a veces la vida te empuja a aliarte con quien menos esperas”, avanza la actriz que comparte reparto con Álvaro Morte (el mafioso con quien se alía) y Hovik Keuchkerian (su hijo en la ficción)
La dualidad de Isabel -abuela amorosa pero también capaz de cruzar líneas rojas- es el mayor retos del papel. “Aunque sea un poco brusca, la violencia me tira mucho para atrás. Pero esta profesión es eso: indagar, meterse en pieles ajenas. He aprendido de Isabel que, en ciertos límites, la gente está dispuesta a hacer cosas verdaderamente gordas y jodidas.”

La actriz ganó un Goya por 'Todo por la pasta'. En la foto junto a María Barranco
Aunque en el mundo del espectáculo es conocida como Kiti Mánver, su nombre real es María Isabel Ana Mantecón Vernalte. Su apellido artístico proviene de la fusión de las primeras sílabas de sus apellidos. Nacida en Antequera (Málaga) en 1953, Kiti Mánver se mudó a los 13 años con su familia a Madrid y a los 17 comenzó en la interpretación. “El próximo septiembre cumpliré 55 años en el oficio”, comenta con orgullo.
Ha trabajado en cine con grandes directores como Fernando Trueba, Icíar Bollaín, Álex de la Iglesia, José Luis Garci y Pedro Almodóvar, con quien ha colaborado en cinco películas, consolidándose como una de sus “chicas Almodóvar”. En teatro, protagonizó el primer desnudo en el escenario español, aunque luego, como feminista, se posicionó en contra del fenómeno del destape.
“A los jóvenes siempre les digo que en este oficio los primeros 20 años no te comes un colín, pero hay que resistir”
Ganadora de un premio Goya en 1992 por 'Todo por la pasta' -“no tuvo la repercusión de los de ahora; ni una puñetera foto hay”, recuerda con humor-, Kiti ha abordado con la misma entrega tanto papeles grandes como pequeños. Como el que interpreta en la obra teatral 'Música para Hitler', actualmente de gira. Allí es Francesca Vidal, esposa de Pau Casals, en una historia basada en hechos reales que reivindica la importancia de decir ‘no’ ante las grandes injusticias. “La gente que tiene el poder de verdad nunca se moja. Por eso es vital que haya quien se atreva a plantar cara”.

Junto a Fernando Guillén en 'Mujeres al borde de un ataque de nervios', de Pedro Almodóvar
Cuando echa la vista atrás, lo que le viene a la mente no es el paso del tiempo, sino el gozo del oficio: “He sido muy disfrutona, incluso con lo jodido y lo chungo. A los jóvenes siempre les digo que los primeros 20 años no te comes un colín, pero hay que resistir y tener paciencia. Y, sobre todo, hay que aprender. Siempre.”
Madre de un hijo que tuvo con el doctor Fernando Miranda, ya fallecido, la actriz ha encontrado su equilibrio en una vida sencilla, conectada con la naturaleza, que incluye el cuidado de un huerto en su jardín. ¿Le queda algo pendiente por hacer? “Seguro que un montón, pero ese tipo de pensamiento no cuadra con mi manera de vivir. Yo vivo el presente y me entrego cada día a este oficio que es el mejor del mundo aunque a veces duela. Lo importante es no apagar nunca esa sensación de fortuna que te da hacer lo que amas”.