Un acento andaluz trabajado con detalle ha sido la herramienta con la que Álvaro Morte ha sorprendido a buena parte de su público en Dos tumbas, su último proyecto. El actor, conocido por papeles previos en series de gran repercusión como La Casa de Papel, ha recuperado en esta ocasión una forma de hablar vinculada a su propia tierra, aunque matizada para dar vida a un personaje específico.
Esa elección ha servido tanto de homenaje a sus raíces como de elemento diferenciador dentro de la miniserie en la que participa, en la que su voz adquiere un protagonismo particular.
Entre Córdoba y Granada
El homenaje a sus raíces se convierte en parte esencial de la construcción del papel
En la presentación de la serie para Netflix, Morte explicó que “he hecho mi andaluz, yo tengo otro acento andaluz, he un acento que he querido forzarlo de una parte más concreta del sur de Córdoba, donde confluye con Granada, he querido hacer una mezcla ahí del interior de Andalucía, lo que he intentado y no es mío propio”. Con esas palabras quiso subrayar que no se trataba de reproducir su forma habitual de hablar, sino de moldear un registro más concreto para el papel.
En una entrevista con El Televisero profundizó sobre esa decisión y recordó sus raíces: “Primero, porque la historia sucede en Andalucía. En el guion el personaje original se llamaba Henry Samberg y era sueco, y bueno, pensé que a lo mejor no era buena idea meterme yo en la piel de un sueco”.
Añadió además que esa modificación le dio la oportunidad de trabajar con lo que considera parte de su identidad, ya que “era una oportunidad maravillosa de poder trabajar con el acento de mi tierra, es que yo soy andaluz”.
El intérprete quiso remarcar que su acento cotidiano no coincide exactamente con el del personaje. Sobre ello comentó que “no es mi acento natural. O sea, si yo de repente hablo con mi familia se me nota un poco el acento, pero no es ese acento el de Rafael”.
Tal y como matizó, su personaje “tiene un acento como mucho más concreto de otro sitio y, por supuesto, necesita también su trabajo”. Con esa aclaración dejó claro que la construcción vocal de Rafael Salazar, el padre desesperado e implacable al que da vida, fue fruto de un proceso consciente y elaborado.
El resultado final ha despertado un gran interés porque muchos seguidores de Morte desconocían esa faceta ligada a sus orígenes andaluces. Y aunque él mismo insistió en que lo que se escucha en pantalla no es exactamente el acento que utiliza en su vida privada, la apuesta le ha servido para mostrar un registro distinto que no se suele asociar a su figura.