En el antiguo Egipto, el color blanco significaba pureza, limpieza y sacralidad, y se asociaba con la espiritualidad y el sacerdocio. Se usaba en el lino de las túnicas y sandalias de los sacerdotes para los rituales religiosos y también se aplicaba al revestimiento de los templos. En la simbología egipcia, el blanco es el color. En el nuevo Egipto y en su paseo por los vestigios del antiguo, la reina Letizia ha utilizado mayoritariamente este tono, aunque matizado en beige en algunas ocasiones, para vestir en los diferentes actos durante la visita de Estado de los Reyes al país de los faraones, que empezó el martes y se cerró ayer.
Lejos de ser una cuestión banal, la elección del vestuario de Letizia también encierra un mensaje. Prendas de bajo coste, un par de estrenos y el guiño al país con un diseño de tejido y autora local.

La reina Letizia y la primera dama de Egipto Entissar Amer, durante la recepción oficial a los reyes de España en su viaje de Estado a Egipto.
Felipe y Letizia acudieron ayer conjuntados para conocer las tumbas del valle de los Reyes
En su primera aparición el martes para asistir a la recepción a un grupo de españoles residentes en Egipto, la Reina eligió un vestido de crepé de seda color negro ajustado con escote Bardot, de la firma Mango, bonito y barato y estreno para la ocasión.
El momento estelar tuvo lugar al día siguiente, el miércoles, con motivo del recibimiento oficial que el presidente de la República de Egipto, Abdul Fatah al Sisi, ofreció a los Reyes en el palacio presidencial. La Reina estrenó un espectacular vestido blanco midi de seda y organza con bordados de guipur de la firma The 2nd Skin, con el que asistió, en segundo plano, a la ceremonia de bienvenida junto a la esposa de Al Sisi.

La reina Letizia el martes durante la recepción del colectivo en Egipto
Por la noche, los Reyes y el matrimonio Al Sisi volvieron a coincidir en el marco incomparable de las pirámides de Guiza. Primero, una cena privada en el jardín del hotel Mena House, con vistas privilegiadas a una de las siete maravillas de la antigüedad que aún sigue en pie, la imponente pirámide de Keops, junto a las de Kefrén y Micerino, abuelo, hijo y nieto, los tres faraones que dejaron un legado monumental para la posteridad.
Esa noche, la Reina eligió un vestido azul noche de la firma británica Joseph, un modelo en crepé de seda con mangas abullonadas y un nudo en la cintura para dar vuelo a una falda con plisado soleil . Tras la cena las dos parejas se acercaron hasta la base de la Gran Pirámide, que sirvió de fondo para una fotografía en la que también aparecía la Esfinge, otro de los símbolos más reconocibles de Egipto.

Con la esfinge de fondo la reina Letizia, el rey Felipe con el presidente Abdelfatah Al Sisi y su mujer Entissar Amer.
El jueves la Reina se adentró en la otra cara de El Cairo, la del barrio de la Ciudad de los Muertos, una antigua necrópolis con mausoleos y panteones de cairotas ilustres que, tras funcionar más de dos siglos como camposanto, es ahora el lugar donde habitan más de un millón de personas, que han hecho de las antiguas construcciones funerarias sus casas y sus pequeños negocios.
Ese fue el día del guiño a la moda local y la Reina eligió una sahariana de la diseñadora egipcia Dina Shaker confeccionada con tejido de algodón egipcio. También lució unos pendientes dorados de Mishka elaborados por mujeres que han aprendido el arte de la orfebrería en unos talleres que forman parte de un proyecto de integración financiado por la Agencia Española de Cooperación Internacional.

Los reyes de España Felipe VI (i) y Letizia (d) visitan el templo de Hatshepsut, en el Valle de los Reyes.
Para compartir el majestuoso espacio del templo de Hatshepsut, en Luxor, la Reina sacó del armario un traje pantalón blanco de la firma Mango, uno de sus conjuntos icónicos desde aquel primer atuendo de Armani en su petición de mano. Y, ayer, en el valle de los Reyes, su elección fue un conjunto de camisola y pantalón blanco roto de Carolina Herrera con el que se conjuntó con la sahariana beige y pantalón de loneta del Rey, quien, como corresponde, en el resto de apariciones no se apeó del traje y corbata.