Solo un lustro le bastó para erigirse en una de las comunicadoras más visibles de nuestro país. Entre 2006 y 2011, Beatriz Montañez fue la copresentadora de El Gran Wyoming en El intermedio de LaSexta. Casi dos décadas después, el programa vespertino sigue en emisión, pero ya hace mucho tiempo que aquellas primeras emisiones con la de Almadén en la primera línea quedaron atrás.
Aquel rostro habitual del horario de máxima audiencia se despidió de forma inesperada. Primero, una nota de prensa anunciaba su salida para “descansar y acometer nuevos proyectos de formación personal”. Luego vinieron colaboraciones puntuales en televisión y un breve paso por el cine. Pero lo más llamativo llegaría después. Un retiro absoluto a la montaña, donde hoy vive sola, sin apenas contacto con la sociedad y en condiciones de autosuficiencia casi total.
“Me saturé de mí misma”
Del prime time a una cabaña sin electricidad ni agua caliente
Aquel cambio de vida no fue inmediato, pero sí rotundo. Tras abandonar los medios, Montañez emprendió un viaje en solitario por Asia y pasó veinte días en un monasterio budista. De aquel retiro espiritual extrajo las claves de su nuevo modo de vida. Al regresar, dejó atrás su piso en Madrid y se trasladó a una antigua casa de pastores, situada en un bosque, sin agua corriente ni electricidad. “Para mí era una necesidad retirarme, me saturé de mí misma. Ahora me he encontrado y me caigo bastante mejor que antes, uno solo puede disfrutar la soledad si se cae bien”, contó entonces en una entrevista.
Beatriz Montáñez en ‘El intermedio’.
El aislamiento no le ha impedido desarrollar una vida activa. Según relató en su libro Niadela, publicado en 2021, dedica las mañanas a tareas domésticas y las tardes a escribir y leer. La periodista, que también fue presentadora de Hable con ellas y guionista ganadora de un Goya, asegura que gasta entre 100 y 150 euros al mes en comida, y que vive de sus ahorros sin echar de menos nada del pasado.
“Una vida que parecía idílica”
Una reflexión sobre el éxito y la decisión de romper con la exposición pública
Beatriz también participó en películas como 88 y en espacios como El gran debate, hasta que decidió alejarse del foco. En su libro también explica el motivo: “Tenía un trabajo que todo el mundo hubiera pensado que era maravilloso y una vida, vista desde fuera, que parecía idílica, pero había algo dentro que no estaba funcionando”.
Esa revelación llegó tras cumplir muchos de los objetivos que se había marcado. “He desarrollado mi filosofía de las tres pes: paciencia, prudencia y practicidad. Paciencia para observar; prudencia con las serpientes y arañas; y si hay algo práctico en este mundo es la naturaleza, capaz de aprovechar, regenerar y utilizar todo lo que tiene para su beneficio”, declaró en otra entrevista para La Contra de La Vanguardia.
“Enclaustrada en mi propia libertad”
Los efectos secundarios de un retiro que atrajo la atención del público
La publicación de Niadela suscitó el interés de muchos lectores, pero también provocó situaciones no deseadas. En una entrevista posterior, la periodista relató que algunas personas se acercaron hasta su casa sin su consentimiento. “He tenido intrusos, no los llamo fans, los llamo intrusos. Ha tenido que intervenir la Guardia Civil, porque se han dedicado a revolotear por mi casa, a dejarme notas, a observarme con prismáticos... Me he sentido enclaustrada en mi propia libertad”, confesó.
Beatriz Montañez, en una entrevista en 'El intermedio' años después.
A pesar de ello, Montañez continúa fiel a su forma de vida. Sin redes sociales, sin televisión y sin contacto regular con el exterior, ha apostado por un modelo vital que prioriza el silencio, la autosuficiencia y el pensamiento crítico. No ha vuelto a los medios ni parece tener intención de hacerlo. Vive sin certezas absolutas, pero con la convicción firme de haberse encontrado.
