La trágica historia de Guillermo Capdevila, el gran amor de Carmen Lomana con el que se casó en Llanes y falleció en un accidente de coche: “No me lo creía, era desgarrador oírme llorar”

En el recuerdo

La relación de la socialité con su marido chileno, diseñador industrial y figura clave en su vida, dejó una huella imborrable y profunda en su relato

Carmen Lomana at photocall for Elle Gourmet awards in Madrid 08 July 2025

Carmen Lomana, en una imagen de archivo.

Gtres

No es ninguna desconocida. De hecho, a fecha de 2025 puede presumir Carmen Lomana de ser una de las mujeres más célebres del panorama mediático patrio. El caso es que, a pesar de que ha ahondado en ello muchas veces, es posible que algunos todavía desconozcan el gran drama que marcó su vida: la pérdida de Guillermo Capdevila, su esposo y amor indiscutible. Su historia comenzó en el Reino Unido. Y el final fue un golpe de una dureza inconmensurable.

El vínculo que unió a la empresaria, colaboradora televisiva y coleccionista de alta costura con este diseñador industrial chileno fue tan intenso como fugaz. Ambos se conocieron en Chelsea y seis meses después se casaron en la iglesia románica de Llanes, Asturias. Un enlace que se mantuvo sólido hasta la tragedia. Guillermo fue pionero en el diseño industrial y con una brillante carrera internacional, pero en 1999 un accidente de coche en Pamplona acabó con su vida. 

“No me lo creía”

El desgarrador recuerdo de Carmen Lomana tras la muerte de Guillermo Capdevila

“Yo no me lo creía. Cuando entré en la UCI estaba destrozado, tenía una muerte cerebral. Por eso hice donación de órganos”, relató en una entrevista reciente en programa Y ahora Sonsoles. Aquella noche del 9 de enero de 1999 es un recuerdo imborrable. “Me dijeron los amigos que subiera rápidamente. Cuando vi la cara de estos, pensé: ‘aquí tiene que estar fatal’. Le vi bien, con la cabeza vendada. En el cuerpo no tenía nada. Le dije: Willy, te vas a poner bien”. Pero la esperanza se desvaneció y la realidad fue cruel. “No os podéis imaginar lo que fue. Esa noche me quedé en casa con unos amigos. Mi hermana me lo ha recordado y me ha dicho que era horrible oírme, era desgarrador escucharme llorar”.

Carmen Lomana y Guillermo Capdevila, el día de su boda en Llanes, Asturias.

Carmen Lomana y Guillermo Capdevila, el día de su boda en Llanes, Asturias.

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La socialité explica que la muerte de su marido fue un golpe que cambió para siempre su vida. “Se terminó completamente. Al no tener hijos, que esa es otra historia también muy trágica, vivíamos como novios. El uno para el otro. Teníamos una vida maravillosa. Viajábamos y pasábamos temporadas en San Francisco, en Hong Kong. Él tenía clientes en todo el mundo”. La pérdida supuso un dolor físico y del alma difícil de superar: “Sé lo que es el dolor físico y el dolor del alma que se produce cuando te falta alguien. El dolor físico es tremendo, pero casi siempre es mucho más remediable porque hay medicación. El dolor de la pérdida es incomparable con cualquier otra cosa porque es desolador y no se quita nunca”.

Un amor a prueba del tiempo

El encuentro en Londres y la promesa de un noviazgo eterno

Su historia comenzó en 1974, en Londres, donde él hacía un doctorado en diseño industrial y ella trabajaba para el Banco Santander. Carmen tenía 22 años y él 27 cuando cruzaron miradas en un club de jazz. “Él era un chico muy comprometido políticamente, muy bohemio, que tenía una brillantez y una cultura que me volvió loca de amor”, confesó Lomana en su día. A pesar de sus diferencias políticas, con él siendo cercano al socialismo y ella ligada a ideas más conservadoras, su amor floreció rápidamente.

Se casaron en una boda sencilla pero emotiva en Llanes, Asturias. La pareja nunca tuvo hijos, debido a un episodio médico que dejó a Carmen estéril. “Le dije a Guillermo que, como no podía darle hijos, no podíamos seguir juntos, pero él se negó. Me dijo que estaba conmigo porque me quería, que los hijos son consecuencia del amor y que si no los teníamos íbamos a ser igual de felices. Él era así, eso es de una gran generosidad”. Su matrimonio fue un cuento de hadas, donde se tenían solo a ellos mismos, cómplices y enamorados.

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El accidente que truncó su historia fue causado por una placa de hielo en Pamplona. “Salió volando por los aires y el accidente le dejó la cabeza destrozada. El airbag no funcionó”. Consciente de que nunca podría llenar ese vacío, Lomana ha reconocido que “Guillermo me ha dejado una cicatriz en el corazón que es muy difícil, aunque yo me lo pase muy bien y tenga mis amantes, novios y amigos. Nunca ha llegado un hombre como para enamorarme”.

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