A pesar de que saltó a la fama por ser cuñada de la malograda Rocío Jurado, es innegable que Rosa Benito ya hace muchos años que tiene un nombre propio en el circuito mediático. Y ya ni siquiera cabría remitir directamente a su trayectoria en la crónica social, donde durante años se vio en el ojo del huracán por sus idas y venidas con su exmarido Amador Mohedano u otros asuntos relacionados con su familia. Reconvertida en actriz de teatro, la alicantina se ha animado con otro desafío sin precedentes: MasterChef Celebrity.
Desde hace semanas, la audiencia puede disfrutar de Rosa en estado puro frente a los fogones. De nuevo en el rol de concursante, y atendiendo a su historial no sería extraño que logre llegar bien lejos. A fin de cuentas, allá por el 2011 logró alzarse con el triunfo en Supervivientes. No es poca cosa, teniendo en cuenta las calamidades a las que los participantes del reality más extremo de la pequeña pantalla se enfrentan a su paso por los Cayos Cochinos. No obstante, ella misma recordó hace unos años que el premio no fue lo único que se llevó de la isla. También fue un punto de inflexión para cambiar hábitos en su vida diaria, en la que el autocuidado juega un papel fundamental.
“No soy de botox”
Confía en el plasma y evita los tratamientos invasivos para cuidarse el rostro
En una charla en 2021 con Mar Regueras, dentro del formato A las 11 y 11, Benito compartió sus rutinas con una naturalidad desarmante. “Me gusta mucho lo del plasma. Yo no soy de bótox ni de nada, pero quiero ir a hacerme el plasma, que llevo como un año que no me lo he hecho”, explicó entonces. Se refería al tratamiento autólogo que consiste en centrifugar sangre propia para obtener un concentrado que, inyectado de nuevo, promete regenerar la piel. En su caso, la elección no es cuestión de tendencias, sino de salud: “Soy muy alérgica, una vez me puse un cóctel de vitaminas y me puse hecha un monstruo, me tuvieron que pinchar un Urbasón”.
Rosa Benito en una imagen de archivo durante una gala de 'Supervivientes'.
Desde entonces, confía en lo natural. Según sus propias palabras, el plasma ha sido una de las pocas técnicas con las que ha notado resultados sin efectos secundarios. “Para mí es una de las mejores técnicas”, concluyó en aquella ocasión. La que fuera colaboradora del extinto Sálvame se mostró tajante con los tratamientos más agresivos, reafirmando su intención de envejecer sin artificios, pero sin renunciar a sentirse bien frente al espejo.
“Me pongo alcohol de toda la vida”
Sus rutinas cotidianas, marcadas por la sencillez extrema y un toque insólito
Más allá de clínicas y tratamientos puntuales, Rosa desveló también su fórmula diaria, tan accesible como sorprendente: “Siempre me he limpiado la cara con jabón, pero cada 15 días me pongo alcohol de toda la vida; no me reseca y te sale un brillo porque salen todas las impurezas”. Una afirmación que pudiera resultar desconcertante, pero que ella defendió sin ambages. Asegura que es su método desde hace años y que, aunque no es ortodoxo, a ella le funciona.
Ese mismo equilibrio entre sencillez y convicción es el que ha marcado su estilo de vida. Rosa insiste en que no hace falta invertir grandes sumas para cuidarse. Sus trucos están al alcance de cualquiera y son fruto de la experiencia, no de la moda. En sus propias palabras, prefiere gustarse sin depender de cosmética sofisticada. “Yo creo que es importante verse bien”, dijo entonces, dejando claro que su imagen sigue siendo una extensión de su carácter. Directo, práctico y sin complejos.
