A los mitómanos no les sorprenderá. Hay jornadas como esta, en la gala de la Hispanic Society celebrada la noche del jueves en el elegante Metropolitan Club de Manhattan, en la que se siente una emoción especial.
Uno de los invitados fue el actor Matt Dillon, que era como volver a lo que parecía la eterna juventud a principios de la década de 1980. Entonces protagonizó Rumble fish (1983), traducida en España como La ley de la calle , (Concha de Oro en San Sebastián), película de Francis Ford Coppola en la que Dillon interpretaba al “chico de la moto”, que capta la realidad con tonos descoloridos y lo único en color son unos peces.
La velada estuvo amenizada por el flamenco
Al comentarle que ese film marcó época para muchos cinéfilos, Dillon dio las gracias con cara de sorpresa, como si le asombrara que alguien aún le recuerde con su chupa de cuero y su mirada profunda.
Pero no era un invitado más. Tenía papel en la gala. Presentó a la artista brasileña Adriana Varejão, una de las condecoradas con la medalla Sorolla. Tras escuchar la elogiosa presentación, Varejão reconoció que “soy una gran fan de él desde que vi Rumble fish ”. No hay fronteras para la mitomanía.
La artista tuvo instaladas varias piezas esta primavera en el museo de la Hispanic, ( Don’t forget, we come from the tropics ) en las que conjugó su estilo contemporáneo con los más tradicionales de la institución. A la estatua gigante de El Cid que da la bienvenida al museo, le puso una anaconda, “de pronto se sintió acompañado, tal vez ahora la echa de menos”.
Será, además, la representante de Brasil en la Bienal de Venecia con un proyecto sobre los valores ancestrales “en un momento en que la diferencia está sometida a ataque”.
Entre los invitados figuraron Marisa Falcó, condesa de Godó
Junto a ella, y sin que faltara el flamenco, Estrellita Brodsky y Frank Yu recibieron las otras dos medallas Sorolla, máxima distinción que concede la institución desde hace 101 años, como señaló Mark Rosenberg, presidente de la junta.
Brodsky, estadounidense de origen uruguayo y venezolano, y que es historiadora del arte, comisaria, coleccionista y filántropa, abogó por hacer más accesible el arte latinoamericano y de la diáspora latina en EE.UU. “Hay que apreciar lo bueno, porque hay mucho bueno de los latinos”, recalcó la mecenas e impulsora de estos latinos en grandes museos.
La gala de la Hispanic Society celebrada la noche del jueves en el elegante Metropolitan Club de Manhattan
Yu, en cambio, tiene una pasión sobrevenida por la cultura hispana. “Ni tengo sangre española, ni hablo el idioma, ni conexiones familiares, ni siquiera una novia”. dijo. Pero este financiero y coleccionista, apasionado de Velázquez, Goya, Dalí, Miró o Gaudí, descubrió a Sorolla, “el maestro de la luz”, y empezó a coleccionar sus obras como otro mitómano.
Entre un nutrido grupo de invitados figuraron Blanca Pons-Sorolla, bisnieta de Sorolla; los duques de Huéscar, Fernando Fitz-James Stuart y su esposa, Sofía Palazuelo; así como Marisa Falcó, condesa de Godó, o el doctor Valentí Fuster. Sin embargo, hubo ausencias relevantes.
Guillaume Kientz, director ejecutivo de la Hispanic, indicó que están en plena expansión gracias a un acuerdo con la comunidad y la ciudad de Valencia para abrir un museo satélite. El presidente Carlos Mazón desistió y la alcaldesa María José Catalá no llegó a tiempo por razones meteorológicas en EE.UU., toda una metáfora.
