La nueva vida de Ania Iglesias (‘Gran Hermano 1’) a los 55 años, tras la dura pérdida de su madre: “Era el centro de mi vida; ahora me está costando llenar ese espacio”

Fuera del foco

La finalista del primer ‘Gran Hermano’ afronta una etapa marcada por el duelo y la búsqueda de equilibrio tras la muerte de su madre, mientras retoma su carrera artística y consolida su nueva vida junto a su pareja

Ania Iglesias participó en la primera edición de 'Gran Hermano' en España.

Ania Iglesias participó en la primera edición de 'Gran Hermano' en España.

Telecinco

Cada vez falta menos para que arranque la nueva edición de Gran Hermano. La número 20, que no es poca cosa. Lo hará, además, con nueva localización. Tras muchos años en Guadalix de la Sierra, la mítica casa de la vida en directo se desplaza hasta la localidad madrileña de Tres Cantos. Un cambio similar al que se dio en el estreno de la segunda temporada allá por el año 2001, cuando se dejó atrás el primerísimo habitáculo. Aquella casa en Soto del Real que fue fenómeno y acogió, entre otros, a Ania Iglesias.

Han pasado veinticinco años desde que su rostro se asomó a aquella cámara que no dormía. Desde entonces, su vida ha atravesado todas las luces y sombras de la fama. Fue finalista de la primera edición e icono de una televisión que aprendía a mirarse a sí misma. Hoy, a sus 55 años, la vallisoletana se muestra serena y consciente, con una nueva mirada sobre la vida. Así lo contó en una sincera entrevista con el periodista Iván Reboso para la revista Semana hace tan solo unos meses, donde abrió las puertas de su casa y de su duelo: “Mi madre no se murió hasta que no me vio en paz”.

“Mi casa es mi templo”

Una nueva etapa marcada por la pérdida y el deseo de transformar el dolor

En ese encuentro con el cronista, la exconcursante habló desde un lugar íntimo. Mostró su nuevo hogar, al que define como un espacio “muy Feng Shui, muy rectangular”. “He intentado que todo sea armonioso. Siempre he dicho que mi casa es mi templo. En mi casa no puede entrar cualquiera”, confesaba. Pero detrás del equilibrio estético se esconde un proceso más profundo: el de reconstruirse tras la muerte de su madre, fallecida en noviembre del pasado año.

“Era el centro de mi vida. Ahora me está costando llenar ese espacio”, admitió emocionada. Su madre padecía Parkinson y demencia, y Ania la cuidó hasta el último día. “No la dejé sola ni un solo minuto durante los últimos meses”, recordó. Entrega absoluta la ha marcado. “He aprendido mucho con su partida. Ahora tengo una especie de misión: educar sobre cómo nos despedimos”. La exfinalista habla de la eutanasia sin eufemismos: “Nos tenemos que reeducar. Hay maneras y maneras de irse”.

El duelo, reconoce, no ha sido fácil. “La forma en la que se fue fue traumática”, explicó a la revista. De esa experiencia nació su proyecto más personal, Entre almas, un espacio para dialogar sobre la muerte y la trascendencia. “Son entrevistas a personas conocidas y no conocidas que han vivido pérdidas. Quiero ayudar a normalizar ese paso”, contó. Además, está estudiando hacer un documental con Televisión Española y una carta abierta a los sanitarios titulada Sin previo aviso, dedicada a quienes acompañan el último aliento.

El amor volvió a llamar

Un presente sereno entre la interpretación, la estética y una nueva ilusión

Más allá del duelo, su vida se asienta sobre nuevos pilares. La actriz ha retomado su faceta interpretativa tras protagonizar la comedia Divorcio a la española, mientras compagina los escenarios con la estética avanzada, su otro oficio. “No creo que haya llegado a la popularidad solo para enseñar a la gente a maquillarse. Yo quiero darle sentido a todo lo que me ha pasado”, aseguró.

Entre tanto, el amor también ha vuelto a sonreírle. “Mi madre se fue sabiendo que yo estaba bien, con mi casa y con mi pareja”, admitió. Junto a su compañero sentimental, con quien lleva más de un año, ha encontrado una calma que no conocía desde hace tiempo. Su mirada hacia el futuro es clara: seguir creando, seguir aprendiendo. Y, como ya dijo en aquella casa de cámaras infinitas, lo importante es “tienes que llegar a tu casa y sentir que es un sitio donde te equilibras”.

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