La semana pasada, en Oviedo, donde asistió, como viene haciendo desde 1981, a la entrega de los premios Princesa (antes Príncipe) de Asturias, la reina Sofía le quitaba importancia a su cumpleaños. No le impresionaba llegar a los 87 años, que hoy celebra, pero aún le duele pensar que sus queridos padres murieron con solo 62 años, el rey Pablo de Grecia, y con 63, la reina Federica.
Activa aún, la madre del Rey sigue apoyando a su hijo en el día a día familiar y también asistiendo a actos oficiales y privados, dentro del ámbito de sus intereses sociales como presidenta de la Fundación Reina Sofía, además de los relacionados con la música y la cultura. Su última aparición, después de su presencia en Asturias, fue el jueves cuando acudió a la embajada de Tailandia para firmar en el libro de condolencias y dar el pésame por el fallecimiento de la reina Sirikit.
La reina Sofía junto a personal de la Embajada de Tailandia en Madrid, adonde acudió a firmar en el libro de condolencias por el fallecimiento de la reina Sirikit.
En la Zarzuela lleva una vida tranquila pendiente, ahora, del estado de salud de su hermana, la princesa Irene, de 83 años, su más fiel compañera y paño de lágrimas. Desde que murió la reina Federica, en 1981, Irene ha tenido su residencia en la Zarzuela y, en algunos momentos de crisis familiares, y así lo atestiguan personas de su entorno, ha sido de una gran ayuda a su hermana para superar la situación.
Algunos de estos momentos difíciles en la vida de la reina Sofía han tenido que ver con la relación con el rey Juan Carlos, quien, en determinados momentos, no fue considerado con la que aún es su esposa, que, con gran entereza, y sin que jamás se trasluciera en público, mantuvo el tipo, ejerciendo sin fisuras sus funciones.
El rey Juan Carlos, junto a la reina Sofía, los Reyes, la princesa Leonor, la infanta Sofía, la infanta Elena, Felipe y Victoria de Marichalar el 5 de enero de 2018, en la Zarzuela en la celebración de su 80º cumpleaños
El tiempo todo lo cura y es ahora cuando en sus memorias, Reconciliación , que el próximo miércoles se publican en Francia (Stock) y el 3 de diciembre en España, editadas por Planeta, y a las que ha tenido acceso La Vanguardia , el rey Juan Carlos rinde homenaje a la reina Sofía dedicándole un capítulo entero en el que, llamándola Sofi , la describe como “una mujer excepcional, íntegra, bondadosa, rigurosa, dedicada y benevolente. Es la personificación de la nobleza de espíritu”. El rey Juan Carlos recuerda que a la reina Sofía no le gustó que en la biografía que, en 1992, publicó José Luis de Vilallonga, él la definiera como una “gran profesional”. Ahora añade en sus memorias: “Pero España no habría podido tener una reina más abnegada e intachable. Tenemos caracteres complementarios, ella es más metódica y yo más espontáneo. En muchos aspectos somos diferentes, pero compartimos el mismo sentido del deber, de la Corona, del honor, de la amistad, de la devoción por nuestros hijos y nietos”.
El rey Juan Carlos reconoce que no siempre estuvo a la altura de su mujer. “Hice cuanto pude, pese a mi torpeza, para garantizar su bienestar y comodidad, la suya propia y la de su familia griega en el exilio, a la que siempre he ayudado”.
Vive pendiente del estado de salud de su hermana, la princesa Irene, su más fiel compañera de vida
“Una relación de más de 60 años”, continúa diciendo el rey Juan Carlos en sus memorias, “conlleva altibajos, alegrías y penas, risas y reproches, distanciamiento y acercamiento. Hemos capeado juntos acontecimientos políticos, tormentas y noches de angustia y dudas. Ella siempre ha demostrado ser una compañera comprensiva y solidaria. Nada podrá borrar mis profundos sentimientos hacia mi esposa, Sofi, mi reina, ni siquiera algunas desavenencias. El paso de los años no ha restado ni un ápice a la inmensa gratitud y respeto que siento por ella. Estoy convencido de que tendrá su lugar en la historia contemporánea de España, un lugar muy merecido, como el que ella ocupa en mi vida: el lugar más elevado”.

