“Mira, ha estado muy bien, realmente muy bien, pero me temo que tu estilo no encaja en la programación del club”, con esta salomónica sentencia, el empresario y gastrónomo Kim Díaz despedía a Rosalía tras su primera y última actuación en el Mutis. Era 2014. Se trataba este de un club privado ubicado en un piso sobre la esquina de Pau Claris con Diagonal, justo sobre el Bar Mut, que también regenta y que Robert de Niro quiso llevarse a Nueva York. Enseguida hablaremos de eso y de otros famosos que han probado sus excelencias.

Realmente, el estilo de Rosalía en 2014 –que tanteaba lo espiritual por entonces– no encajaba en el Mutis, cuya programación se decantaba por soul, funk y rythm & blues. Tres años después, la artista de Sant Esteve Sesrovires comenzaba a ser conocida y actuó en Sónar 2017 pero no en el escenario principal. El estallido se produjo en 2019, cinco años después de su paso por Mutis, cuando cantó Me quedo contigo en la ceremonia de los Goya.
Díaz, que ha atendido a personajes de la talla de Woody Allen, Russel Crowe, Javier Bardem y Robert de Niro –a quien le une una fraternal amistad–, se acercó a saludarla muy ufano (bienvenida, eres una artista increíble, etc) pero la respuesta de la cantante lo dejó de una pieza: “Si ya nos conocemos. Hace cinco años canté en tu club pero me dijiste que no podrías llamarme más porque no encajaba con vuestro estilo”, le espetó a un Díaz que se congeló en ese instante a 5º Kelvin. “Björk iba vestida de geisha y miraba al frente, impertérrita, como si no estuviese allí. Y yo, helado, imagínate” recuerda Díaz. El silencio lo rompió una carcajada de la propia Rosalía, que restó importancia al hecho y se despidió pidiéndole un selfie. Ella a él. Tras el éxito del Bar Mut, en los últimos años Kim ha abierto Entrepanes Díaz, Muticlub, Bodega Solera, Tratoria Enriquetto y Paloma Fondita Mexicana. El legendario Mutis, club donde ocurrió esta anécdota, fue desgraciadamente clausurado por resultar incompatible con la paz vecinal.
Björk iba vestida de geisha y miraba al frente, impertérrita, como si no estuviese allí. Y yo, helado
Kim y Rosalía hicieron las paces.
“Soy como un imán para para momentos extraños con gente importante”, explica Díaz sin jactancia alguna, pues no siempre han jugado a su favor. “Un episodio muy divertido sucedió con Woody Allen en el Bar Mut: vino a cenar con su esposa y una amiga común, que lo trajo a casa, y se manchó el pantalón con el jugo de la cabeza de una gamba nada menos que en la entrepierna. El tipo se levantó y me hizo gestos señalándose la zona. Ahí empezó un juego de mímica descacharrante: le contesté también por señas algo como ‘un momento, que lo arreglamos enseguida’. Y ahí me tienes, agachado ante el paquete de Woody Allen dándole al Cebralín y lo mismo cinco minutos después cepillándole la misma delicada zona. Todo el restaurante se moría de risa y él dijo “Uhm… Tal vez incluya esta escena en alguna de mis películas”.
Woody Allen me dijo: ‘Tal vez incluya esta escena en alguna de mis películas’
Con su amigo Robert de Niro.
Menos simpática fue la experiencia con Rosario: la cantante fue a recoger su chaqueta de cuero tras terminar la cena y no estaba. Alguien se la había llevado. “La tenía a dos centímetros de mi nariz muy enfadada diciéndome ‘Ya me estás recuperando la chupa’. Le aseguré que haría todo lo posible y estuve hasta las tantas llamando por teléfono a todo cristo, despertando a quienes conocía y esa noche habían cenado en Bar Mut preguntando por la chupa de Rosario”.
Con Javier Bardem.
Con Russell Crowe.
Bob me dijo “¿De verdad no sabes que ese señor es Dick Cheney, exvicepresidente de EE. UU.?”
Kim Díaz se encontraba en Nueva York a mediados de la década pasada. Había trabado amistad con Robert de Niro hacia 2011, cuando el mítico actor rodó en Barcelona Luces rojas –con Cillian Murphy, Sigourney Weaver y Elizabeth Olsen– y acudió una noche a cenar. Repitió varias veces y la última de ellas, pidió a Díaz que se sentara junto a él y hablaron de negocios. De Niro pretendía llevarse a Tribeca (Manhattan, NY) una sucursal del Bar Mut y comenzaron a relacionarse con frecuencia. Tanto, que Díaz ha estado en casa de De Niro con el actor en zapatillas.
Dick Cheney, el vicepresidente más poderoso de EE.UU. y que criticó a Donald Trump, junto a George Bush Jr.
En una de esas visitas, asistieron juntos a una recepción en el museo Metropolitan y en un momento dado, Díaz acudió al baño. Aliviando la vejiga, se fijó en que un señor mayor en idéntica postura, lo miraba con curiosidad. Sin ningún tipo de connotación turbia: “Oiga, ¿de dónde es usted?”, le preguntó muy interesado en el kilt escocés que vestía. De Barcelona, respondió nuestro protagonista. “Nueva York necesita gente como usted, así de divertida”, añadió con una sonrisa para lavarse las manos y salir a continuación en la compañía de dos fornidos escoltas. Se despidieron en la puerta ante la mirada sorprendida de Robert de Niro, quien le preguntó de qué se conocían. “De mear juntos”, respondió Díaz divertido a su amigo Bob. “¿De verdad no sabes que ese señor es Dick Cheney, exvicepresidente de EE. UU.?”, le aclaró De Niro muerto de risa.

