Bailando con las estrellas afronta ya su recta final. El concurso de danza con famosos lleva semanas amenizando el prime time de los sábados en Telecinco y ya ha dejado incontables momentos memorables. Todo bajo la batuta del dúo formado por la argentina Valeria Mazza y Jesús Vázquez. En el caso de él, también con el bagaje de haber sido maestro de ceremonias de incontables formatos de éxito en Mediaset. Está claro que no es ningún desconocido para la audiencia. No obstante, el paso del tiempo ha terminado por difuminar algunos momentos de su relato que, inevitablemente, hoy día resultarían verdaderamente sorprendentes.
Porque antes de ser uno de los rostros más sólidos de la televisión, el ferrolano vivió una etapa algo más convulsa en la que la fama, el ruido mediático y los prejuicios se cruzaban sin filtros. A comienzos de los noventa, cuando la televisión autonómica y los programas de variedades marcaban el ritmo de la parrilla, coincidió con una de las vedettes más populares de la época: Marlène Mourreau. Una colaboración profesional que acabaría dando pie a una de las historias más comentadas del entretenimiento de entonces. Entre el mito, la protección y el artificio.
Por amistad
El falso romance, presuntamente ideado por José Luis Moreno para proteger al joven
La propia Mourreau aludió al asunto sin rodeos en 2023, durante una entrevista con Yola Berrocal para el extinto Socialité. “Me ofreció que, por el bien del programa, fuera la novia de Jesús Vázquez para que dejaran de insultarle cuando salía al escenario”, relató. Según su testimonio, José Luis Moreno, productor del programa que ambos presentaban en Vigo, le propuso aquella relación de conveniencia. Durante las grabaciones, parte del público coreaba insultos homófobos al presentador, un gesto que incomodaba al equipo y que amenazaba con enturbiar el formato. El veterano productor habría decidido entonces fabricar una historia de amor entre las dos estrellas para aplacar la situación.
Marlène Mourreau refirió a su 'noviazgo' con Jesús en 'Socialité'.
“Tenía un problema, Jesús, que estaba cansado que cuando salía al escenario, todo el público le ponía '¡maricón!'. La gente, muy mala. Y José Luis Moreno me pidió que fuera su novia para que dejaran de insultarle cuando salía al escenario”, detalló la francesa. Aceptó, presuntamente, sin cobrar nada, por amistad, y juntos protagonizaron un reportaje veraniego en la playa que acabó publicado en revistas del corazón. Aquellas imágenes sellaron la ficción de un idilio que, con el tiempo, quedó como una nota de pie en la historia televisiva de ambos.
En los noventa, la exposición mediática era un arma de doble filo. La popularidad del presentador crecía a la par que las especulaciones sobre su vida personal. En ese contexto, las “novias postizas”, como las acuñaban algunos cronistas, eran una práctica habitual para mantener intacta la imagen pública de artistas y comunicadores. Así, en aquel clima de rumor y etiqueta, la historia entre Mourreau y Vázquez fue un episodio más de esa cultura del escaparate donde lo fingido servía, a veces, para sobrevivir.
Veinte años visibles
Dos décadas de matrimonio y una historia que reivindica el amor libre
Hoy, el panorama es otro. El presentador acaba de celebrar dos décadas de matrimonio con Roberto Cortés, con quien se casó en 2005, poco después de la aprobación del matrimonio igualitario en España. Lo hizo compartiendo una imagen en sus redes sociales bajo un mensaje claro: “Hoy celebramos 20 años de nuestra boda. 20 vidas más, queriéndote infinitamente, estaría a tu lado”. Misiva que resume su evolución personal, juntos desde hace más de dos décadas, ya que en 2001 comenzaron su noviazgo.
Jesús Vázquez y su marido Roberto, el día de su boda en noviembre de 2005.
Y así, con los 60 años recién cumplidos, el gallego evidenciaba que no solo sigue en plena forma televisiva, sino también sentimental. Además, el pasado junio conmemoró también en su perfil de Instagram el vigésimo aniversario de la ley que permitió su enlace, recordando aquel paso como “uno de los más importantes” de su vida. Del aparente fingido noviazgo de platós y papel couché a una historia real de cariño y respeto que, sin buscar titulares, ha resistido el paso del tiempo.
