A comienzos de los años cincuenta, las imágenes de Marilyn Monroe vestida con unos jeans rectos clásicos y camisas anudadas recorrieron el mundo. La mayor estrella y símbolo sexual de la época se apropiaba del estilo masculino con la misma naturalidad que cualquier hombre. Y si ella podía hacerlo, otras mujeres también podrían. Lo que probablemente desconocían es que aquellos vaqueros tan reconocibles –y popularizados por Levi Strauss en 1873– no nacieron en San Francisco, sino en una pequeña ciudad del sur de Francia llamada Nimes, a poco más de dos horas de Barcelona gracias a la conexión de los trenes TGV INOUI.
El término jean apareció a principios del siglo XIX y hacía referencia a una sarga de algodón producida en esa ciudad, conocida como serge de Nîmes . Este tejido se elaboraba en diagonal combinando hilos crudos con otros teñidos con índigo. Con el tiempo, la expresión de Nîmes fue derivando fonéticamente hasta convertirse en denim .
Marilyn Monroe en el set de The Misfits, dirijida por John Huston.
Curiosamente, a pesar de que se producía en su totalidad en Europa, fue en Estados Unidos donde se popularizó de manera masiva, gracias al sastre Jacob Davis y a Levi Strauss, propietario de una casa mayorista de telas en California. Ellos llevaron la idea al otro lado del Atlántico y la patentaron. Así nacieron los blue jeans : unos pantalones de denim reforzados con remaches de cobre diseñados para resistir el trabajo duro de los obreros, los mineros y los vaqueros del Oeste.
Hollywood jugó un papel clave en la popularización de estos pantalones. En las décadas de 1930 y 1940, actores como John Wayne o Gary Cooper, héroes de los westerns, convirtieron los jeans en un símbolo de masculinidad. Sin embargo, no fue hasta los años cincuenta que dejaron de ser solo ropa de trabajo para convertirse en un símbolo de actitud y rebeldía.
Gary Cooper y Walter Brenan, en el salón de 'El forastero'
Por primera vez, estrellas como James Dean y Marlon Brando aparecían en la gran pantalla vistiendo vaqueros, los ídolos del rock los lucían en sus conciertos y los hippies los adoptaban como una forma de mostrar apoyo a la clase trabajadora.
Los jeans también se transformaron en un símbolo del feminismo cuando desafiaron la idea de que los pantalones eran solo cosa de hombres. Al empezar a usarlos, las mujeres ganaron comodidad, libertad y autonomía, convirtiendo una prenda cotidiana en un símbolo de empoderamiento. Por primera vez, hombres y mujeres podían vestir exactamente la misma prenda sin distinción de género.
Michelle Obama durante un meeting a favor del voto en College Park, Georgia.
La actriz Anne Hathaway en los CFDA Fashion Awards en NuevaYork
En la actualidad, los vaqueros son la prenda más usada en todo el mundo, pero su industria es también una de las más contaminantes. Para fabricar un solo par de jeans se necesitan miles de litros de agua, además de enormes cantidades de energía, químicos y procesos industriales que generan residuos y emisiones.
Ante esta situación, Ateliers de Nîmes –la única fábrica de denim que resiste en la ciudad francesa– ha decidido actuar recuperando técnicas del siglo XVII únicas en el mundo. Utilizan un hilo retorcido, doblado y vuelto a retorcer, que es lo suficientemente resistente como para tejerse sin necesidad de engomados sintéticos que consumen grandes cantidades de agua y disolventes.
Imagen del taller de Ateliers de Nîmes
El resultado son unos pantalones de alta calidad y responsables, en un sector que durante décadas ha priorizado la productividad y el bajo coste por encima del medio ambiente. Para ellos, volver a las raíces no es dar un paso atrás, sino un camino hacia adelante para tejer un futuro mejor.
