El próximo 21 de diciembre se cumplirán dos años desde que Pedro Piqueras se despidiera de Informativos Telecinco tras 51 años de carrera. Sea como fuere, la imagen del manchego alzando su último “muy buenas noches y hasta siempre” permanece en la memoria de los telespectadores que tanto tiempo le acompañaron. La cuestión es que, desde aquel día, el periodista ha dado un giro a su rutina, alejándose de la intensidad diaria del plató y explorando un ritmo de vida más pausado, donde la radio, la lectura y la naturaleza ocupan un lugar destacado.
Piqueras, que nació en Albacete en 1955, parece haber convertido la jubilación en una oportunidad para redescubrir espacios que la televisión le había negado. La vida en su casa cerca de la sierra de Madrid le permite desconectar del vértigo informativo. En palabras de Piqueras a la agencia Europa Press el pasado octubre: “Estoy muy bien, disfrutando de la vida, trabajando un poquito, haciendo cosas. Lo que no hacía antes y me apetecía hacer”. Un día a día que ahora combina la tranquilidad del entorno natural con apariciones puntuales en medios que considera relevantes.
“No echo de menos la tele”
Mantiene su voz en el espacio informativo sin la presión de la rutina diaria
Apenas unos meses después de su despedida de Telecinco, Piqueras regresó a Radio Nacional de España como colaborador del programa No es un día cualquiera, dirigido por Pepa Fernández. El regreso a la emisora que lo vio debutar en 1977 marcaba una continuidad más pausada en su trayectoria profesional, donde puede ofrecer análisis sin la presión extra de conducir un informativo diario. La presidenta interina de RTVE, Concepción Cascajosa, destacaba entonces que la incorporación de Piqueras fortalecía “una marca respetada, refrescante, rebelde”.
Pedro Piqueras cerró un emotivo capítulo de 51 años en el periodismo español con su último discurso en 'Informativos Telecinco' en diciembre de 2023.
En paralelo, el periodista ha retomado más recientemente la televisión en un formato más liviano y analítico, participando en Mañaneros 360 de La 1 como tertuliano. Allí comenta asuntos de actualidad con los conductores Javier Ruiz y Adela González, observando los acontecimientos desde la distancia que le otorga la experiencia. Sobre esta vuelta parcial, explicó también a la agencia antes citada: “No echo de menos la tele. Echo de menos a la gente, mucho además, me acuerdo de ellos y voy a Telecinco a veces a verlos y comemos allí. Pero yo creo que ya he hecho demasiado trabajo, he hecho 51 años de trabajo”.
Es por lo anterior que, a fecha de 2025, la rutina del presentador combina la atención a la información con actividades que había relegado durante años. Entre ellas se encuentran tocar el piano, practicar vela y dedicarse a la lectura. Además, ha publicado el libro Cuando ya nada es urgente, donde reflexiona sobre su vida profesional y personal. Todo en el marco de una etapa más relajada que le permite analizar la actualidad con perspectiva, evitando el ajetreo diario de la redacción y los platós.
En abril de 2025 publicó 'Cuando ya nada es urgente', un libro en el que repasa su trayectoria personal y profesional.
Vida personal y naturaleza
Tras la jubilación, cultiva hobbies y disfruta de la sierra
Entre ratos medidos en los medios, Pedro también ha reorganizado su vida personal. Vive junto a su pareja Esther Barriga en un entorno que prioriza la tranquilidad, y mantiene una relación cercana con su hijo Curro, que reside en Londres. Aunque en alguna ocasión ha reconocido que no pudo participar activamente en la crianza debido a su exigente carrera, asegura que conserva “una relación maravillosa” con él. La serenidad de haber hecho todo lo posible, sus paseos por la naturaleza y momentos de ocio reflejan la búsqueda de equilibrio entre lo público y lo privado.
A sus 70 años, Piqueras alterna presencia en medios, proyectos personales y disfrute del entorno natural sin perder ese enfoque analítico de la realidad. Sus declaraciones recientes muestran una mirada crítica sobre la información y la sociedad, sin perder la serenidad adquirida tras décadas frente a la cámara. Sigue vigente, pero bajo sus propios términos, con la tranquilidad de quien ha decidido que la última palabra no la tiene el plató, sino su propia vida.
