Mario Cabré, un poeta en el ruedo
HEMEROTECA
Torero arrojado en la arena y en las lides del amor, Mario Cabré, ‘El Cabrerito’, cortó orejas dentro y fuera de las plazas. Entre sus presuntas piezas cobradas descuella Ava Gardner. Vinculado al mundo del arte fue también un destacado poeta
Mario Cabré y Ava Gardner, un idilio que engrosa las páginas de la prensa rosa de la época dorada de Hollywood
Mario Cabré fallece a los 75 años, solo en la barcelonesa calle Aribau, la misma que le había dado la alternativa. Había nacido el día de Reyes de 1916 en el número 71, en una familia de modestos actores teatrales.
Su infancia humilde le impidió recibir la instrucción siquiera básica. Pero no le impidió protagonizar una vida con excelsas verónicas. De la mano de sus progenitores debutó en la escena en la infancia, en el ámbito del teatro de aficionados en primer lugar y después en el profesional.
Pero atendiendo a sus muy personales querencias, decidió ejercer una actividad muy alejada de los escenarios: el toreo. Capaz de enfrentarse a un toro en el ruedo con el mismo arrojo que se enfrentaba al público o, más adelante, a un folio en blanco, El Cabrerito debutó en la Plaza de Las Ventas de Madrid el 10 de agosto de 1941.
A partir de tan señalada fecha su vida fue una fiesta. Llegó a matar 600 toros y las astas de algunos de ellos le infligieron heridas hasta en 18 ocasiones.
Hasta que e n 1960, Mario decide abandonar el ruedo, ansioso de redescubrir sus inicios artísticos.
Centrado en el teatro, oficia como actor al tiempo que prueba suerte como empresario. Pronto destaca como intérprete de autores catalanes como Àngel Guimerà y Santiago Rusiñol. Triunfa en la escena con Terra Baixa, La ferida Lluminos a o El Místic, así como con el Don Juan Tenorio con escenografía de Salvador Dalí.
En la gran pantalla destaca también como protagonista de películas como El centauro, Oro y marfil, o Una cubana en España.
Pero, entre todas ellas, Pandora y el holandés errante es la que más contribuye a alimentar su leyenda. Será durante el rodaje de este mítico film cuando topará con Ava Gardner.
El idilio entre la estrella de Hollywood y el apasionado torero poeta hizo historia.
Sangre y sexo bajo el sol de la Costa Brava daban mucho juego... Pero esa es otra historia.
Tuvo más idilios sonados: con Ivonne de Carlo, Irene Papas o Ángela Tamayo. Todos ellos cebaron el mito del arrojado matador de porte distinguido. Su porte elegante e inherente galantería, sumado a su don de gentes, le convirtieron en protagonista indispensable de todo acto social que se preciase en la sociedad barcelonesa.
Su debut televisivo como presentador del célebre programa Reina por un día, junto a José Luis Barcelona, hizo el resto.
Tras ello, presentó multitud de festivales, galas y exhibiciones de moda.
El Cabrerito había pasado definitivamente al olvido, el gran Mario era por méritos propios una estrella, tanto dentro como fuera de España.
Pero bajo este perfil frívolo latía también un alma de poeta. En esta última faceta brilló como autor de varios libros y se consagró con el Premio ‘Ciudad de Barcelona’ en la categoría de poesía en 1972, con su obra Maramo r.
Mario Cabré desfila en la década de los años 50 haciendo gala de su natural elegancia en una sala de fiestas (Propias)
Cerramos el perfil del memorable torero artista, perenne donjuán, con los versos de uno de sus poemas, Llegada.
Cargada su pluma de arrebatada pasión, Mario recibía al pie de la escalerilla del avión que la traía a España a la célebre Ava Gadner, demostrando que Venus al fin y al cabo no era sino una mujer:
‘La sencilla igualdad de un mismo tono
dio la noche extendiendo sus dominios.
Esperaba una forma de arco iris
y el alba en orfeón de pajarillos.
Fue el sueño retenido entre las manos
al llegar sobre el aire enternecido.
¡Qué hondo escalofrío de raíces
al verla se ha grabado de improviso!
Sin oírla siquiera, ni tocarla,
del enigma que guarda mi destino,
Me han sido reveladas muchas horas
en una confusión de sacrificios.
Más cerca, frente a frente nuestras auras,
ha brotado el amor que siento mío’.
¡¡¡Torero!!!