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Una pareja estaba limpiando el patio de su casa en Nueva Orleans y halló la estela funeraria de una marinero romano de hace 2.000 años

Arqueología

Los investigadores descubren que la lápida salió del museo de Civitavecchia en la Segunda Guerra Mundial

La estela funeraria de época romana descubierta en un jardín de Nueva Orleans 

Ryan Gray / Preservation Resource Center of New Orleans

Esta es la historia de un misterio internacional. De esos extraños sucesos que da para novela. Daniella Santoro y su marido Aaron Lorenz son los propietarios de una antigua casa en el número 1106 de la calle Cambronne, en el barrio de Carrollton de Nueva Orleans (Estados Unidos). Un día, mientras despejaban maleza de su jardín, de toparon con una inusual losa de mármol con una inscripción tallada que parecía estar en latín.

Santoro, antropóloga de la Universidad de Tulane, quedó petrificada por el hallazgo. Temiendo que este descubrimiento pudiera indicar que su casa estaba ubicada sobre un cementerio olvidado, no tardó nada en llamar a un amigo, el doctor Ryan Gray, arqueólogo de la Universidad de Nueva Orleans.

Antiguos cementerios en Nueva Orleans

“Hay varios camposantos conocidos en la ciudad sobre los que posteriormente se construyó y hay otros aún por descubrir, en particular los de personas que fueron esclavizadas en plantaciones suburbanas. Hemos trabajado para identificar y mapear estos cementerios, por lo que pude decirle a Santoro con bastante certeza que era poco probable que este fuera el origen de la piedra”, recuerda Gray.

El texto en latín tampoco encajaba en el tipo de necrópolis existentes en Nueva Orleans. Para comprenderla en profundidad, el investigador mandó fotografías de la inscripción con el profesor Harald Stadler, de la Universidad de Innsbruck, quien las compartió con su hermano, profesor de latín.

La casa del número 1106 de la calle Cambronne de Nueva Orleans 

Ryan Gray / Preservation Resource Center of New Orleans

Lo que descubrieron es que ante sus ojos no solo tenían una lápida, si no la estela funeraria romana de un marinero llamado Sexto Congenio Vero que vivió durante el siglo II. La inscripción, además, ya aparecía en los archivos. Encajaba perfectamente con la de una piedra desaparecido del museo de Civitavecchia (Italia), cerca de donde se había encontrado originalmente.

“Esto fue una pequeña sorpresa y cambió el enfoque de nuestras investigaciones”, explica Ryan Gray en un comunicado. “Acordamos que devolver la estela a su legítimo propietario era prioritario, pero la repatriación internacional de antigüedades es un proceso complejo”, añade.

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Decidieron que lo mejor era contactar con el Equipo de Delitos de Arte del FBI, que accedieron a recoger la piedra y mantenerla bajo custodia mientras comenzaba el proceso de repatriación. La cuestión, sin embargo, seguía siendo cómo esta antigua pieza terminó en el patio trasero de una casa de Nueva Orleans.

“Claramente fue traída al lugar en algún momento del siglo XX, quizás después de la Segunda Guerra Mundial, y esperábamos que los registros de archivo pudieran arrojar algo de luz sobre quién coleccionó este inusual (e ilícito) recuerdo”, apunta en arqueólogo.

Daniella Santoro y su marido Aaron Lorenz 

Susan Lusnia / Preservation Resource Center of New Orleans

Durante la mayor parte del siglo pasado, la casa de la calle Cambronne fue residencia de la misma familia. Un hombre llamado Frank Simon, que trabajaba en una empresa mayorista de calzado, la compró poco después de casarse con su esposa Selma en 1909.

El censo estadounidense de 1940 ofrece una visión general de la familia: Frank Simon, que para aquel entonces tenía 59 años y ocupaba el cargo de gerente, vivía junto a su esposa y sus cinco hijas adultas. Cuatro de ellas trabajaban como vendedoras y la otra como costurera. Simon falleció en 1945 y la vivienda permaneció en manos de sus descendientes hasta 1991.

Una visita a Italia

La familia, sin embargo, no parecía tener nada que ver con la estela funeraria. Su vecino, que sirvió en la Marina de Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, parecía un mejor candidato. Pero esta hipótesis tampoco cuajó. Su historial de servicio mostraba que solo estuvo destinado en el Pacífico.

Otra amiga de Daniella Santoro, la doctora Susann S. Lusnia, profesora de Estudios Clásicos en Tulane, abrió otra vía de investigación. Aprovechando un viaje previsto a Italia, se reunió con los conservadores del museo de la ciudad de Civitavecchia para conocer mejor las condiciones allí durante la Segunda Guerra Mundial.

La profesora Susann S. Lusnia, durante su visita al museo de Civitavecchia 

Susan Lusnia / Preservation Resource Center of New Orleans

Civitavecchia, originalmente conocida como Centumcellae y situada al noroeste de Roma, fue un importante puerto para el Imperio romano y mantuvo esa función hasta el siglo XX. Como resultado, la zona fue blanco de los bombardeos aliados entre 1943 y 1944, durante los cuales el museo fue destruido casi por completo y se perdieron muchas de sus colecciones. El museo no reabrió sus puertas hasta 1970.

Lusnia también descubrió un hecho importante: un inventario de 1954 que menciona la inscripción se elaboró basándose en documentos anteriores y no en información directa. Esto aumentó la probabilidad de que la pieza se perdiera en el caos posterior a la guerra.

El Quinto Ejército de EE.UU.

La especialista también pudo confirmar que la 34.ª división del Quinto Ejército estadounidense recorrió la costa occidental de Italia a través de Civitavecchia tras liberar Roma, y que varias unidades permanecieron allí durante un tiempo. Aún así, los miles de registros de servicio de los soldados que pasaron por la ciudad en esa época llevaron a los expertos a un callejón sin salida.

“La piedra podría haber pasado a manos de un anticuario que la vendió a un turista en los años posteriores a la guerra, cuando no había una forma real de controlar la venta de antigüedades. Quizás un familiar o alguien que limpiaba la casa después de una venta la vio simplemente como un práctico adoquín para un patio embarrado”, explica Ryan Gray.

“Aunque quizás nunca sepamos con exactitud cómo llegó la lápida de Sexto Congenio Vero a Nueva Orleans, sí sabemos que la pieza ya está a salvo y que está en camino de ser devuelta a un lugar donde pueda exhibirse adecuadamente. El personal de Civitavecchia está encantado de recibir de nuevo esa pieza de hace 2.000 años”, concluye.