La perspectiva es esencial. La mirada cerrada, el plano corto, el foco pequeño tienen sus objetivos. Pero muchas veces es necesario alejarse para tener una comprensión más completa. Eso es lo que ha ocurrido en el norte de Chile, donde las imágenes por satélite han revelado un antiguo sistema de elaboradas megatrampas en forma de embudo que pasaron desapercibidas durante miles de años.
Los investigadores de la Universidad de Exeter que han realizado el descubrimiento aseguran en un artículo publicado en la revista Antiquity que estas estructuras probablemente fueron construidas por cazadores y pastores para capturar presas en las grandes altitudes chilenas.
El nuevo trabajo sobre el paisaje andino y sus habitantes ha identificado 76 “chakus” (o chaccus) de piedra, a menudo de cientos de metros de longitud, que habrían sido utilizados para capturar vicuñas (Vicugna Vicugna), un pariente silvestre de la alpaca y que está considerado como el “animal sagrado de los Andes”.
Se han encontrado megatrampas similares en otras regiones áridas del mundo, incluido Oriente Medio, pero esta es la primera vez, dicen los expertos, que se descubre tal concentración en la zona, lo que plantea la posibilidad de que sean anteriores a las que se sabe que utilizaban los incas.
Un ejemplar de vicuña
La técnica ancestral inca consistía en rodear a estos animales, considerados “tesoros vivientes”, con redes y cuerdas para guiarlas hasta una especie de corrales de piedra donde se los esquilaba antes de devolverles la libertad. Esta costumbre sigue viva hoy en día en regiones de Perú como Ayacucho o Arequipa.
El estudio de la Universidad de Exeter también ha encontrado evidencia de asentamientos y puestos de avanzada en la zona conocida como los Valles Occidentales, lo que establece una alta probabilidad de que albergara a recolectores muchos siglos después de que se creyera que la gente había adoptado sistemas sociales agrícolas más sedentarios.
“Desde hace tiempo ha existido una discrepancia entre lo que los registros arqueológicos y etnohistóricos nos han revelado sobre la vida en el norte de Chile durante el período colonial”, afirma el doctor Adrián Oyaneder, autor principal de la investigación.
“Por un lado, la evidencia arqueológica ha señalado un declive gradual de la caza y la recolección a partir del año 2000 antes de Cristo con la introducción de plantas y animales domesticados. Sin embargo, fuentes históricas, como los registros fiscales españoles de los siglos XVI a XIX, se refieren a ‘Uru’ o ‘Uro’, un término genérico para las poblaciones de recolectores que presentaban poco interés económico para los colonizadores”, añade.
Reproducción que muestra el sistema utilizado para cazar las vicuñas utilizando chakus
Utilizando datos de satélite disponibles públicamente, Oyaneder examinó un área de 4.600 kilómetros cuadrados de la cuenca del río Camarones, centrándose en las zonas altas que hasta entonces habían permanecido poco estudiadas. Durante cuatro meses, identificó una gran cantidad de nuevos sitios de interés arqueológico.
Entre los lugares hallados se encontraron 76 chakus, la gran mayoría trampas en forma de V formadas por dos “antenas” construidas con muros de piedra seca, de alrededor de 1,5 metros de altura y un promedio de 150 metros de longitud. Estas canalizaban hasta un recinto de unos 95 metros cuadrados, que habría sido excavado o construido a una profundidad de unos dos metros, suficiente para atrapar a cualquier animal que los cazadores incitaran a entrar.
Pendientes pronunciadas
Todos los chakus se ubicaban en pendientes pronunciadas, apuntando hacia abajo, y algunos utilizaban también accidentes topográficos naturales para crear una de las antenas. Además, se encontraban a una altitud enmarcada dentro del espacio habitual donde se encuentra la vicuña.
“Mi reacción al ver la primera trampa -explica el doctor Oyaneder- fue comprobarla dos e incluso tres veces. Al principio, pensé que se trataba de un fenómeno singular, pero a medida que avanzaba en mi estudio, me di cuenta de que se encontraban por todas partes en el altiplano y en una cantidad nunca registrada en los Andes”.
Imágen aérea que muestra las megatrampas construidas por humanos en el norte de Chile
Examinando artículos y libros sobre esta cuestión, en particular de Thérèse Bouysse-Cassagne y Olivia Harris, encontró referencias a los choquelas, grupos especializados en la caza de vicuñas, y términos que se referían específicamente a los cazadores de chacus y a las propias trampas.
Adrián Oyaneder identificó casi 800 asentamientos a pequeña escala, desde edificios individuales de no más de un metro cuadrado hasta grupos de nueve o más estructuras. Estos se trazaron mediante Sistemas de Información Geográfica (SIG) y se agruparon alrededor de chakus cercanos y otros asentamientos, todos en un radio de 5 kilómetros.
Los recintos donde terminaban llegando los animales tenían unos 95 metros cuadrados
“La imagen que surge es la de un paisaje ocupado por diversos grupos humanos desde al menos el año 6000 antes de Cristo hasta el siglo XVIII”, concluye el especialista. Estos grupos se desplazaron estratégicamente por las tierras altas, vinculados principalmente a la caza, en particular a la vicuña.
La evidencia indica una superposición de estilos de vida, combinando la caza y la recolección con prácticas agropastorales, y una red de asentamientos y puestos de avanzada temporales que facilitaban el desplazamiento a través de terrenos accidentados y difíciles.


