La muerte de María I de Escocia tiene una vertiente histórica y otra literaria. En la segunda, la monarca escocesa es una víctima, casi una mártir en el cadalso. En la primera, una política de primer orden cuya conspiración contra su prima Isabel I, Reina de Inglaterra, dejaba cierto margen para la duda por falta de pruebas. Dichas pruebas —o parte de ellas— se han hallado en la Biblioteca Nacional de Francia. Un grupo de investigadores encontró 57 notas encriptadas cuya autora es María de Escocia. No fue fácil hallarlas: por un error de catálogo, estaban incluidas en la sección de escritos en italiano.
El por qué del error de catalogación está en la complejidad de las propias notas: estaban escritas con símbolos en vez de letras. Con todo, un reto para George Lasry, científico informático israelí; Satoshi Tomokiyo, astrofísico japonés; y Norbert Biermann, profesor de música alemán, el equipo que halló, estudió y desencriptó los escritos de hace 450 años.
Y el resultado es claro: desde su cautiverio, la destronada María urdió, comentó y conspiró para desestabilizar a la corte isabelina.
La revelación, presentada en el festival de historia Chalke (Inglaterra) y reportada por The Times, muestra a una María de Escocia más compleja, que desborda conceptos cerrados como el de “villana o víctima”, indica el profesor Alex Courtney. Courtney, especializado en la vida personal y política de Jacobo I de Inglaterra y VI de Escocia —e hijo de la reina ajusticiada—, considera que las cartas obligan a reevaluar la figura histórica de María de Escocia.
Una ‘enigma’ del siglo XVI
¿Qué llevo a Lasry, Tomokiyo y Biermann a interesarse en las notas de la reina escocesa? Aunque pueda sorprender, la respuesta es el ocio. El trío tiene como afición revisar archivos antiguos y descifrar códigos históricos. Más allá de discutir el concepto de hobbies, su conocimiento combinado permitió, a través de algoritmos informáticos y análisis lingüístico desvelar los secretos contenidos en las 57 cartas. Y fue un ejercicio de tenacidad: aplicando la tecnología sobre el italiano —el idioma que la catalogación de la Biblioteca Nacional de Francia atribuía a las notas—el resultado carecía de sentido.
Cuando optaron por considerar que quizá estuvieran encriptadas en base al francés, todo encajó, y lograron descifrarlas por completo en 2023. Esa traducción llego a manos de Courtney y la historiadora Estelle Paranque, que la llevaron al inglés y la interpretaron en clave histórica (también serán un libro, de publicación prevista en 2027).
El conocido como retrato Ditchley de Isabel I de Inglaterra, por Marcus Gheeraerts el Joven.
Francis Walsingham, el nombre definitivo
Pero, aún así, ¿cómo se atribuyeron a María de Escocia? Por una reiteración de palabras y un nombre propio: Francis Walsingham. “Walsingham fue la prueba concluyente,” explica el informático Lasry a The Times. La mención al jefe del servicio de espías de Isabel I, junto a la constante referencia de las notas a “mi hijo” y a “mi libertad”, fueron indicios suficientes para pensar en la reina escocesa como autora. El material re convertía así en relevante por inédito: “Teníamos 50 cartas, todas desconocidas por los historiadores y consideradas perdidas”, concreta Lasry.
El destinatario de las misivas también aportó información relevante: Michel de Castelnau. De Castelnau era un soldado francés, embajador ante la corte de Isabel I. En las notas, María le confía maniobras políticas y, sobre todo, qué decir y cómo, y también que callar. Toda una estrategia de medias verdades, verdades enteras y mentiras parciales con la intención de despistar al espía Walsingham.
Las cartas, en la historia
María, Reina de Escocia, fue encarcelada por la nobleza protestante en 1567, que forzó su abdicación. Huida de la reclusión en Lochleven en 1568, buscó la protección de la reina Isabel, quien la percibía como una amenaza. Muchos católicos veían a Isabel como una reina ilegítima porque, a sus ojos, el divorcio de Enrique VIII de Catalina de Aragón y su matrimonio con Ana Bolena eran nulos. María sería la legítima reina de Inglaterra. En lugar de restaurar a María en Escocia, Isabel prefería que Jacobo reinara con regentes favorables a Inglaterra: reinstalar a la católica María o permitir que reclamara el trono inglés desde Francia era demasiado arriesgado.
Los documentos desencriptados fueron escritos en reclusión, entre 1578 y 1584, y forman parte de la llamada “correspondencia secreta” de la reina depuesta, que se consideraba perdida. Las cerca de 50.000 palabras halladas rehacen la historia final de María. Son previas, en su mayoría al descubrimiento del complot Throckmorton, el plan católico para destronar a Isabel y coronar a María.
Las cartas halladas terminan en 1584, cuando el carcelero de María cambia. Primero por Sir Ralph Sadler en agosto de 1584 y luego, en abril de 1585, por un carcelero más severo, Sir Amias Paulet. Paulet acabó con las comunicaciones sec retas de María. El Tratado de Berwick, de 1586, puso punto y final a las aspiraciones de María. Su hijo Jacobo —“mi pobre niño”, le llamaba en sus cartas— la traicionó para aliarse con Isabel y ser heredero, también, del trono inglés.
El complot Babington fue definitivo. María trató de urdir una nueva revuelta política en su favor, confiando en Gilbert Gifford. Pero Gifford se había convertido en doble agente del espía Walsingham. Cuando respondió a la carta que mencionaba “the dispatch of the usurping Competitor” (la desaparición de la competidora usurpadora) firmó su sentencia de muerte. Los conspiradores fueron detenidos y confesaron. María fue juzgada y hallada culpable a pesar de proclamar su inocencia; curiosamente.
Una de las cartas que escribió María Estuardo durante sus años de cautiverio
María en un valle de lágrimas
La historia nos dice que María I de Esocia perdió su batalla en vida contra Isabel, la Reina Virgen, aunque su hijo sí llegara a reinar en las coronas escocesa e inglesa. María la única reina legítima para los católicos, contaba con el apoyo Enrique II de Francia. Pero su reclamación para el trono inglés fue fallida, y la rivalidad entre María e Isabel nunca terminó. No obstante, la historia la escribieron los vencedores isabelinos. Pero las cartas halladas cambian la perspectiva sobre María de Escocia.
“Sinceramente, si lees las cartas que no están cifradas, pensaba que era una idiota,” afirma también en The Times, la historiadora y colaboradora de Courtney Estelle Paranque. “Pero si realmente te trasladas mentalmente a 1581, como si no supieras quién va a ganar, pensaba: va a ganar. Son así de inteligentes”.
Las notas, dice Courtney, desvelan la inteligencia emocional de María, y su capacidad para la manipulación. “Es muy buena provocando lágrimas cuando, retóricamente, es la mejor estrategia”. Su problema fue que, aun siendo una “jugadora hábil”, jugaba con “una mano muy débil”.
Tan débil que, a pesar de urdir una inteligente estrategia para suceder a Isabel, no pudo vencer al mayor miedo de la reina inglesa: que los católicos la ajusticiaran para devolver el catolicismo al trono de Londres. Su ejecución llegó en 1587 y su subida al cadalso se convirtió, para los católicos, en un relato de su dignidad y legitimidad. Las 57 notas, puestas en su lugar en la historia, no reharán el mito, pero acercarán la verdad.


