El descubrimiento de América y su conquista no dejan de generar interés y polémica. ¿Podemos hablar de hazañas prodigiosas? ¿Se inició un tiempo oscuro con el genocidio de los pueblos indígenas? Esteban Mira Caballos es uno de nuestros mejores especialistas en el periodo, como ya ha demostrado con sus biografías de Hernán Cortés y Francisco Pizarro. Como investigador de raza, en cada uno de sus trabajos bucea en los archivos a la búsqueda de nuevas pistas que arrojen luz sobre el pasado. Su perspectiva es siempre equilibrada, al hacernos apreciar la complejidad de unos protagonistas en los que se mezclan cualidades admirables con un comportamiento que en el siglo XXI nos resulta cuestionable por muchos motivos.
Está claro que Colón fue genovés, pero la polémica sobre sus orígenes no parece que vaya a terminar. ¿A qué se debe una controversia tan carente de base?
Todo se debe a la ideología y a unos sentimientos nacionales que arrancan del mismo siglo XVI pero que se acentúan en el XIX. Ya a mediados del quinientos Girolamo Benzoni decía que la historia del protonauta español era una ficción debida al hecho de que los españoles no podían soportar que el descubridor del Nuevo Mundo fuese un italiano. Incluso en 1956, Carlos Callejo escribió que la prueba irrefutable de lo que había calado la leyenda negra en España era el hecho de que los mayores defensores del origen genovés fuesen españoles.
En el siglo XIX, con el surgimiento de los nacionalismos, aparecieron decenas de orígenes: suizo, corso, griego, irlandés o portugués. La teoría portuguesa ha gozado de muchos apoyos, e incluso del libro de Augusto Mascarenhas, que defiende que Colón era un agente de Juan II de Portugal, se ha rodado no hace mucho una película.

Cristobal Colón
Dentro de España ha gozado de mucho predicamento la tesis gallega, pese a que Celso García de la Riega fue acusado por grandes colombinistas, como el padre Fidel Fita, Manuel Serrano y Sanz o Antonio Ballesteros Beretta, de manipular documentos. Pese a ello, todavía en la actualidad goza de adeptos, algunos de la talla de José María Moréu o de Ángel Carracelas.
También la tesis mallorquina ha recibido mucho apoyo por la gran erudición de su principal defensor, don Gabriel Vert, que ha dedicado toda una vida a tratar de demostrar que era natural de Felanitx. Y recientemente, la tesis catalana, que tenía un peso insignificante, ha resucitado de la mano de Òmnium Cultural, con autores como Jordi Bilbeny o Francesc Albardaner.
Todo esto genera una literatura muy interesante y entretenida y yo he disfrutado mucho leyendo algunas de esas obras, pero la historia es la historia, y hay cientos de pruebas objetivas de que era genovés.
¿Le parece apropiado o no el término ‘descubrimiento’ para referirnos a lo que sucedió en 1492? ¿Por qué?
No ignoro que hay autores como Enrique Dussel que defienden que, más que un descubrimiento, lo que hubo fue un encubrimiento, porque no se respetó el variadísimo universo indígena. Yo he mantenido el concepto descubrimiento por dos motivos: uno, porque sí creo que hubo un descubrimiento, aunque este fuese mutuo; Europa descubrió un nuevo continente, y los americanos cinco meses después descubrieron Europa. Los propios americanos no tenían conciencia de las dimensiones de su continente, y no tardaron en tomar conciencia de su propia tierra y de la existencia de otros continentes, como el europeo, el asiático y el africano. Por otra parte, usar otro término sería confuso para una masa amplia de lectores a los que se dirige esta obra.

'Primer desembarco de Cristóbal Colón en América', una visión romántica del desembarco de Colón, por Dióscoro Puebla, 1862
Se ha repetido muchas veces que Isabel la Católica empeñó sus joyas para financiar el primer viaje colombino. ¿Qué piensa acerca de este relato?
Dado que las cuentas de la Corona no pasaban por su mejor momento tras los gastos de la guerra de Granada, Isabel se mostró dispuesta a empeñar sus joyas, como ya había hecho durante el cerco de la ciudad de Baza, rendida el 4 de diciembre de 1489, pero no hizo falta, porque el escribano real Luis de Santángel se ofreció a prestar algo más de un millón de maravedís para financiar el proyecto. Y debió de acceder la reina pues consta la devolución posterior de este préstamo, con fondos de la bula de cruzada del obispado de Badajoz.
¿Indios en América?
Unos creen que el término ‘indio’ es peyorativo en esencia; otros piensan que se trata simplemente del gentilicio de ‘Indias’. ¿Cuál es su posición?
El término indio con el que los españoles denominaron a todos los naturales del Nuevo Mundo es una prueba de una homogeneización implantada por estos y que, desde luego, no se ajustaba a la realidad. Fueron llamados así todos los naturales del continente americano, identificado con la India. El sustantivo tiene una indudable carga peyorativa. Salvo en citas textuales de la época, en el libro uso el término indígena o natural, pero en ningún caso el de indio.
¿Cómo es posible que Colón no llegara a darse cuenta de que había arribado a un nuevo continente?
Pese a las evidencias claras que tuvo, siempre se obstinó en que aquel mundo nuevo que había descubierto estaba pegado a Asia. Había prometido a los Reyes Católicos encontrar una ruta comercial hacia la especiería y en ello se empeñó hasta el final de sus días. Además, su profunda fe no contribuía tampoco, ya que en su mente solo tenían cabida los tres continentes, un mundo trino, como la Santísima Trinidad.
Sin embargo, yo planteo en el libro que en el fondo –aunque nunca lo dijo públicamente– lo supiera, ya que las evidencias eran muchas. Además, en los últimos meses de vida lo visitaba a su alcoba Americo Vespucio, que sabía –insisto, no creía, sino sabía– que era un continente nuevo. ¿Nunca hablaron de ello? Seguro que sí, y debemos pensar que Americo le contó su evidencia de que aquel mundo no tenía nada que ver con Asia.

Alegoría del Nuevo Mundo, que representa a Vespucio que despierta a la América dormida.
¿Podríamos decir que Colón llegó a América debido a sus deficientes conocimientos científicos?
Evidentemente, como dijera Victor Hugo, si llega a ser un gran cosmógrafo nunca hubiese zarpado de Palos. Todos los cosmógrafos de su tiempo estaban convencidos de que sus datos estaban errados, y no les faltaba razón. Tuvo la suerte de encontrarse un continente desconocido en el intransitable camino atlántico entre Europa y Asia. Como bien se ha dicho, fue el error más fecundo de la historia.
Se suele afirmar que Colón encarna la modernidad. Sin embargo, sus convicciones religiosas parecen entroncar con la Edad Media. ¿Qué hay de viejo y de nuevo en su figura?
Colón era un personaje a caballo entre el medievo y la modernidad, representando él mismo un punto de inflexión. Por un lado, su visión filosófica, su misticismo, sus creencias y su espíritu religioso tenían una honda raigambre medieval. Y por el otro, su individualidad, su entereza en la adversidad, su ambición, su creatividad, su curiosidad científica y ese sueño por abrir una nueva ruta hacia la especiería le otorgaban iniciativas propias de un espíritu renacentista.
Una cosa son sus méritos como navegante y otra, su talento político. ¿Cómo se desempeñó como gobernador de las tierras que encontró?
Suena muy creíble la idea de que fue un gran marino, pero un mal gobernador, ya que no tenía formación para desempeñar este cargo. Sin embargo, explico en el libro que él estuvo muy poco tiempo en tareas gubernativas, pues solo estaba a gusto descubriendo, por lo que con frecuencia las delegó en sus hermanos Diego y Bartolomé. Y las pocas medidas que tomó, especialmente relativas al alzamiento de Francisco Roldán, fueron conciliadoras, tratando de que regresase al servicio suyo y de la Corona de Castilla y León. En realidad, no sale muy mal parado si se le compara con otros descubridores o conquistadores que desempeñaron tareas gubernativas.

Cristóbal Colón llegando a América
En su libro afirma que “Colón era el tipo de persona que se mostraba permanentemente insatisfecha”. ¿Quiere decir eso que tendía al victimismo?
Era el típico quejica que se lamenta de su mala suerte pase lo que pase. Obtuvo muchas prebendas que mantuvo durante toda su vida, en sus años finales tuvo un caudal suficiente como para sostener una pequeña corte de paniaguados, y murió en su cama rodeado de los suyos. Se trata de un caso excepcional entre los intrépidos marinos y conquistadores de su tiempo, la mayoría muertos de forma trágica. Sin embargo, todo siempre le pareció todo muy poco para una persona que había dado a la corona de Castilla y León inmensos territorios y había abierto las puertas de la cristiandad a cientos de miles de paganos.
Apoyos poco apreciados
¿Quiénes fueron las mujeres de su vida?
Aunque las fuentes lo silencien, la presencia femenina en la vida del Primer Almirante fue muy notable e incluso decisiva para que sus proyectos vitales se consumasen, pese a que él nunca las supo valorar ni corresponder adecuadamente. Hay que empezar con su propia madre, Susana Fontanarossa, y su hermana Bianchinetta, con las que mantuvo una estrecha relación afectiva, aunque las fuentes se muestren parcas.
Se le conocen relaciones afectivas con al menos tres mujeres: su esposa legítima, Felipa Moñiz de Perestrello, y dos amantes, Beatriz Enríquez de Arana y Beatriz Bobadilla. Tres mujeres de orígenes sociales y de personalidades muy diferentes que, por distintos motivos, fueron decisivas en momentos clave de su vida.
Resulta inevitable pensar en la denominada ‘leyenda negra’ y en su contrapunto, la ‘leyenda rosa’. ¿Podemos hacer justicia a Colón sin caer en exageraciones de ningún tipo?
Colón es un icono cultural y como tal es propiedad del pueblo. Todo el mundo conoce a Colón y habla o escribe de él, de manera que ha dado lugar a una inmensa literatura de todo signo. Unos han llegado a pedir la canonización del navegante y otros le han denigrado por ser un tirano cruel. Obviamente, el Colón histórico fue una persona con sus luces y sus sombras. Cuando no encontró el oro esperado vio peligrar sus apoyos y optó por un plan para esclavizar a cuatro mil taínos y mandarlos a la Península. No sorprende su actitud, pues la esclavitud era una institución normalizada en la época. Lo verdaderamente asombroso, en cambio, fue la pronta reacción de Isabel la Católica, que, en 1500, ocho años después del Descubrimiento, prohibió que se esclavizase a los nativos y pronunció una frase famosa: “Qué poder tiene mío el almirante para dar a nadie mis vasallos”.

Colón e Isabel la Católica, por Anton Romako
Soñemos un poco… ¿Podrían quedar en algún archivo documentos inéditos sobre el genovés?
Sin ninguna duda, pues en el último medio siglo han aparecido numerosos documentos nuevos sobre Colón y su descubrimiento. Yo mismo, en mi libro, gloso tres documentos nuevos que matizan algunos detalles sobre su labor gubernativa y la de su hijo Diego Colón. Es más, después de publicar mi libro, he localizado en un archivo local una carta notarial de un marinero que fue con Cristóbal Colón en el segundo viaje y que es inédito.
Con total seguridad van a aparecer documentos nuevos, pues el Imperio iniciado por los Reyes Católicos no deja de sorprender por lo legalista que fue. Iban escribanos en todas las embarcaciones que levantaban acta de todo, desde una toma de posesión a una declaración de guerra de la que previamente había que escriturar y leer un requerimiento. Eso sí, se trata de documentos que pueden aportar pequeñísimos matices, pero es del todo improbable que aparezcan textos que den un giro significativo a lo que ya conocemos de la vida y obra del Almirante.