“Las mujeres en España lucharon contra Napoleón de varias formas. Algunas lucharon con las armas, como Agustina de Aragón; y una mayoría apoyaron a los hombres combatientes en tareas logísticas, sanitarias y de respaldo moral”
Entrevista
El catedrático en Historia Contemporánea Rafael Zurita publica la biografía 'Agustina de Aragón' (Ático de los Libros), en la que investiga a fondo a un personaje mucho más rico de lo que el mito nos vende
Agustina de Aragón, por Juan Gálvez.
Creemos saberlo todo de ella, pero la verdad es que generalmente apenas conocemos algo más que su nombre: Agustina de Aragón (1786-1857). En el mejor de los casos, habremos oído alguna cosa sobre el cañón que disparó contra los franceses que asediaban Zaragoza. Nuestra ignorancia, en el fondo, no resulta extraña: nos hallamos ante un personaje del que se ha escrito mucho para tejer mitologías, pero poco para desentrañar la verdad factual.
Catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Alicante, Rafael Zurita nos descubre a la auténtica Agustina a partir de una investigación que lo ha llevado a innumerables archivos. Surge así una figura de carne y hueso, que podemos contraponer a la leyenda heroica que empezó a construirse desde el principio.
La de Zurita es una contribución clave en varios sentidos, tanto para los estudiosos de la guerra de la Independencia como para quienes rastrean el papel de las mujeres en los conflictos bélicos. La historia militar, tal como se concibe en la actualidad, poco tiene que ver con las viejas enumeraciones de batallas. Hoy los especialistas tienen en cuenta una amplia gama de factores sociales, culturales e ideológicos que nos permiten enriquecer nuestra comprensión de lo que significa una contienda armada.
Aunque la llamamos “de Aragón”, Agustina era en realidad barcelonesa. ¿Qué sabemos de su vida antes de los sitios de Zaragoza?
Agustina Zaragoza Domènech era hija de unos payeses de Fulleda (Lleida) que emigraron a Barcelona hacia 1780-1781. Ahí nació Agustina en 1786. Su infancia y su juventud transcurrieron en la ciudad condal, donde aprendió a leer y escribir, por lo que formaba parte de un reducido grupo de la sociedad, y más pequeño, todavía, entre las mujeres. No se sabe en qué trabajaba. En 1803 se casó con un artillero y aportó una dote muy modesta. En 1808 conoció la ocupación francesa de su ciudad. Al empezar la guerra decidió desplazarse a Zaragoza.
La defensa de Zaragoza, según representación de David Wilkie en 1828
El heroísmo de Agustina parece basarse en una sola acción. Pero esto no es así. ¿Qué otras cosas hizo en la guerra de la Independencia aparte de disparar el famoso cañón?
Luchó en los dos sitios de Zaragoza, y, tras caer prisionera con la rendición de la ciudad, logró escapar. En el verano de 1809 llegó a Sevilla, donde la Junta Central la nombró subteniente de Infantería. En 1810 participó en la defensa de Tortosa, donde volvió a caer prisionera. Y en 1813 tomó parte en la batalla de Vitoria, encuadrada en la división del general Morillo.
Háblenos del protagonismo femenino en la lucha contra Napoleón.
Las mujeres se enfrentaron a Napoleón de diversas formas. Unas pocas lucharon con las armas en la mano; otras lo hicieron en la “guerra de pluma”, como propagandistas; la mayoría apoyaron a los combatientes en tareas logísticas, sanitarias y de respaldo moral a los hombres.
¿Por qué Agustina de Aragón se convirtió en leyenda desde el principio, y no así otras mujeres que también lucharon en el conflicto?
Palafox decidió nombrarla “artillera” de forma honorífica y le concedió un sueldo. Más tarde, al llegar a Sevilla y Cádiz, varios británicos, que habían oído hablar de ella, contribuyeron a difundir su fama como “mujer fuerte y valiente”, como “heroína”.
Asalto de las tropas francesas al monasterio de Santa Engracia el 8 de febrero de 1809 pintado por Lejeune
En su libro menciona la actuación de la condesa de Bureta durante el levantamiento de Zaragoza. La aristócrata “excitó a todos a mirar por el rey y por el honor español”. ¿Qué piensa de las tesis que cuestionan que la guerra fuera realmente una lucha por la independencia nacional?
Creo que las motivaciones para luchar de los españoles de entonces no se pueden separar. Lucharon por su rey cautivo, por su religión católica y por expulsar a los invasores de su país; esto último implicaba recuperar la soberanía, es decir, la independencia.
¿Cómo interpreta que la heroína fuera conocida como Agustina de Aragón y no como Agustina de España? ¿Implica la identidad regional que la identidad nacional fuera débil?
Este sobrenombre fue utilizado como un elemento propagandístico aprovechando la coincidencia con su primer apellido. La formación de la identidad nacional es un proceso que comienza con la guerra y se desarrolla a lo largo del siglo XIX. Y en ello la figura de Agustina fue utilizada como símbolo nacional y, al mismo tiempo, como un elemento de la identidad aragonesa.
Los autores extranjeros contribuyeron a construir el mito. ¿Qué dijo lord Byron acerca de la heroína española?
El poeta inglés la comparó con Juana de Arco y también con Minerva, con una descripción física que respondía a los arquetipos de la belleza española, según la idea romántica.
Agustina de Aragón recibió muchos elogios, pero tuvo que insistir para que la Administración del Estado le pagara su pensión. ¿España era un país que no cuidaba a sus héroes?
Esa no era la cuestión. Los presupuestos del Estado liberal estuvieron marcados por el déficit crónico, y, a pesar de que la partida dedicada al Ejército era la más importante, los sueldos y las pensiones de los oficiales no siempre llegaban a tiempo, ni en la cuantía establecida.
Agustina de Aragón, por Juan Gálvez
Usted menciona que Palafox, capitán general de Aragón, “entendió pronto que las ruinas reflejaban el sufrimiento de la población y que merecían ser inmortalizadas”. ¿Se anticipó el militar a lo que ahora denominamos “lugares de memoria”?
Sí, desde luego. Palafox era un experto propagandista, y, tanto durante los sitios como en el período de tranquilidad que hubo entre ambos, desarrolló una intensa labor para crear la memoria de la defensa de Zaragoza.
Carlota, la hija de Agustina de Aragón, fue esencial en la construcción de su mito. ¿Fue totalmente desinteresada? ¿No recuerda, en cierto sentido, a los actuales descendientes de famosos que no han hecho nada relevante y viven de su apellido?
En efecto. Se puede deducir que hubo una estrecha relación entre la publicación de la novela sobre su madre y la petición de Carlota para que le concedieran, “como hija de la heroína de Zaragoza”, una pensión. Al final, el gobierno accedió, pero rebajó la cuantía a la mitad.
La guerra de la Independencia no fue un elemento ajeno a la Guerra Civil de 1936. Explíquenos por qué.
Ambos bandos apelaron a la retórica nacionalista como elemento de movilización: unidad frente al invasor, identificado por unos con los fascistas y por otros con los comunistas; también compartieron el hecho de que hubiese militares –como en 1808– liderando la resistencia o la lucha contra el enemigo; en el caso de las mujeres, hubo un mayor paralelismo entre las combatientes de 1808 y las milicianas, mientras que en el bando rebelde se apeló al fervor católico de las mujeres.
La miliciana Marina Ginestà, 17 años, militante de las juventudes del PSUC, el 21 de julio de 1936 en la terraza del hotel Colón
En ocasiones parece que la guerra de la Independencia sea un tema de “derechas”. ¿Estamos preparados en España para hablar de la contienda desde la ciencia y no desde la ideología?
La guerra de la Independencia es un proceso histórico que los historiadores han estudiado y analizado a fondo. En la actualidad, es un tema muy bien explicado en libros de historia, tanto en la escuela, como en obras divulgativas y de ámbito académico. Así pues, cualquier ciudadano puede tener un buen conocimiento y comprensión de ella si acude a las lecturas rigurosas y científicas del pasado.
Desde la ciencia hay un amplio consenso sobre los principales problemas del período 1808-1814. Cuestión distinta es el uso político que se haga, de forma interesada y, por tanto, manipulada de la historia. Por desgracia, los asesores políticos y los políticos no suelen leer historia científica, ni siquiera en su formato divulgativo.