En 1928, el escritor y político Leonard Woolf (marido de Virginia Woolf) escribió sobre el imperialismo decimonónico, afirmando que este ya no era posible en el siglo XX y preguntándose “si tendrá un entierro pacífico o en medio de sangre y ruinas”. El historiador británico Richard Overy recoge esta cita para dar título a su monumental estudio (1.232 apretadas y absorbentes páginas) sobre la Segunda Guerra Mundial y para sintetizar el argumento principal de su tesis: el origen de este gran conflicto global hunde sus raíces en la expansión colonial del siglo XIX.
El autor de clásicos como Por qué ganaron los aliados (2005) o Dictadores (2006) defiende en Sangre y ruinas que este colosal enfrentamiento militar fue fundamentalmente originado por el choque de intereses entre las grandes potencias coloniales hegemónicas, Francia y Gran Bretaña, y las tres naciones, Alemania, Italia y Japón, que ambicionaban construir su propio imperio.
La determinación de los primeros en conservar sus territorios y la voluntad de los segundos en ampliar su “espacio vital” chocaron en la década de 1930, marcada por una profunda crisis económica y el auge de los regímenes ultranacionalistas, que consideraban la guerra como la forma natural de lograr sus objetivos expansionistas.
Sin respuesta
De este modo, Overy amplía la cronología tradicional del conflicto situando su inicio en 1931, con la invasión japonesa de Manchuria. Un primer desafío al orden internacional, saldado sin respuesta por Gran Bretaña y Francia, que animaría a Mussolini y Hitler a lanzar sus propios envites –Etiopía, Albania, Austria, Checoslovaquia–, hasta provocar la intervención aliada en 1939 con la invasión alemana de Polonia.

Soldados alemanes atravesando la frontera de Polonia para dar inicio a la invasión del país el 1 de septiembre de 1939
Tras argumentar este cambio de perspectiva, el historiador despliega una asombrosa batería de recursos narrativos y analíticos para recorrer la totalidad de los escenarios de la guerra –de los distintos frentes de batalla a la retaguardia, de la historia militar a la económica, social y de género–, con un grado de análisis, capacidad de síntesis y potencia narrativa verdaderamente extraordinario. Un trabajo titánico que no termina con el fin de la guerra mundial, sino con el de los conflictos imperiales.
Como recuerda Overy, el 8 de mayo de 1945, mientras en París se estaba celebrando la victoria, miles de manifestantes argelinos se enfrentaban con la policía francesa en Sétif, siendo asesinados más de tres mil de ellos durante la represión posterior.
Sangre y ruinas
Richard Overy
Barcelona: Tusquets, 2024
1.232 pp. 38 € (papel) / 12,99 € (digital)
