Cuando Bashar me dijo que en Oriente Medio “o matas o te matan”

Opinión

Cuando Bashar me dijo que en Oriente Medio “o matas o te matan”
Corresponsal

Cuando hace siete años entrevisté a Bashar el Asad, le hice una pregunta muy concreta que me hizo temblar las piernas. Temí que me echara de su despacho.

El presidente sirio no me recibía en el ostentoso y moderno palacio de la colina de Mezzeh, con sus extensos jardines, sus interminables pasillos, sus salones y despachos innumerables, dominando la capital, sino en la antigua residencia del jefe del Estado, un discreto palacete incrustado en un barrio en las laderas del monte Qasium, construido en 1920, en la época otomana, por Nazim Pachá. Palacios ahora saqueados.

Le hice a Bashar una pregunta que me hizo temblar, temí que me echara de su despacho

Le pregunté: “¿Usted no cree que con todo lo que está ocurriendo en Oriente Medio desde hace tantos años, la política, al menos en esta parte del mundo, se puede resumir en o yo te mato a ti o tu me matas a mi?”...

Bashar no me echó de su despacho. Me respondió que esto es exactamente así.

Fue una entrevista extraña. De pie, aunque fue larga. No me dejaron llevar grabadora, ni bloc de notas, ni cámara fotográfica: al cabo de unas horas me proporcionaron toda la conversación transcrita. Las primaveras árabes se habían llevado por delante a los que mandaban en Túnez, El Cairo o en Trípoli, pero él, en sus palacios de Damasco, seguía en pie: Siria presumía, y muchos también lo creímos, de que era una excepción.

A Syrian opposition fighter takes a picture of a comrade stepping on a portrait of Syrian President Bashar Assad in Aleppo, early Saturday Nov. 30, 2024. (AP Photo/Ghaith Alsayed)

Opositor sirio destroza una imagen de Bashar el Asad en Alepo

Ghaith Alsayed / Ap-LaPresse

La presunta solidez y la fuerza disuasoria de los omnipresentes servicios policiales sirios salvaban a la dictadura baasista –laica y panarabista– que gobernaba Siria desde la década de los setenta, dictadura establecida por su padre, Hafez el Asad, que Henry Kissinger describió una vez como “el Bismarck de Oriente Medio”.

Pero no hay bismarcks que resistan el vendaval del tiempo, la historia y los errores.

Viajé a Siria por primera vez en 1965, dos años después de que el ejército y el partido Baas efectuaran su pronunciamiento militar, un golpe que dio un vuelco a la historia contemporánea del país. Damasco, corazón de los árabes , era entonces una ciudad muy provinciana, y fue en aquellas fechas cuando publiqué mi primera crónica siria.

Las dificultades para conseguir un visado que tienen los corresponsales ya las padecí en 1970, cuando Hafez dio un golpe interno y derrocó a los dirigentes civiles baasistas. Su hijo Bashar heredó la presidencia porque su hermano mayor, el delfín, había muerto en un extraño accidente en la carretera del aeropuerto. Y llegó al poder con vagas promesas de una apertura política que no floreció.

Oriente Medio tiene inviernos y veranos. Pero no primaveras.

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