Nueve años en el poder se le han hecho toda una eternidad a Justin Trudeau

Malos tiempos para el primer ministro de Canadá

Su gobierno pende de un hilo y Donald Trump quiere darle el empujón definitivo

Justin Trudeau, Canada's prime minister, during the National Caucus holiday party in Ottawa, Ontario, Canada, on Tuesday, Dec. 17, 2024. Trudeau's administration was thrown into crisis when his trusted deputy, Finance MinisterChrystia Freeland, published a withering resignation letter on Monday that left him weakened at the worst possible time. Photographer: Kamara Morozuk/Bloomberg

Sólo un 28% de los canadienses aplaude la gestión de Trudeau, mientras un 63% considera que lleva al país por el camino equivocado

Kamara Morozuk / Bloomberg L.P. Limited Partnership

Tener una bonita casa en un lugar idílico es una bendición, excepto si te toca por vecino un matón de barrio que te hace bullying , arroja la basura a la puerta de tu domicilio, echa las colillas a tus macetas, pone la música a tope de madrugada, aparca el coche delante de tu garaje y deja que su perro haga las necesidades en tu jardín. Entonces la vida maravillosa de antaño se convierte en una pesadilla.

Algo así es lo que le pasa al primer ministro canadiense Justin Trudeau, que se ha convertido en el blanco favorito de las provocaciones, las burlas y las amenazas de Donald Trump, ávido de precipitar el cambio de gobierno que desde hace tiempo se ve venir en Canadá y lidiar con el conservador libertario Pierre Polièvre.

La supervivencia de Trudeau, que llegó al poder hace más de nueve años como símbolo de la progresía, la lucha medioambiental y las políticas woke de inclusión y diversidad, lleva años en declive. Pero Trump, incluso antes de asumir la presidencia, está haciendo todo lo posible por darle la puntilla, amenazando con la imposición de tarifas del 25% a las exportaciones (Canadá vende coches, gas, electricidad, acero y aluminio a los Estados Unidos), y la oferta (sólo medio en broma) de evitarlas si el país acepta ser el 51 estado de la Unión. No se refiere a él como primer ministro, sino como “gobernador”. Tal y que si fuera el de Idaho o Nebraska.

Trudeau es la antítesis de Donald Trump, y el presidente electo lo ha convertido en el blanco favorito de sus dardos

Compartir nueve mil kilómetros de frontera con un gigante no es pan comido, y aunque Canadá es el segundo país en superficie de la Tierra (después de Rusia), resulta pequeño en comparación con su vecino del sur. Incluso en los tiempos de administraciones más amables en Washington, los canadienses se han considerado víctimas de una colonización cultural (el idioma es el mismo, excepto en Quebec, y los canales de televisión estadounidenses penetran en Toronto y Montreal con su su visión del mundo, siendo con frecuencia los más vistos).

Cómo responder al bullying de Trump se ha convertido en una cuestión existencial, que ha llevado a la dimisión de la “ministra para todo” Chrystia Freeland, una ex periodista económica que fue la mano derecha de Trudeau desde que llegó al poder en noviembre del 2015, negoció el tratado NAFTA de libre comercio con Méjico y Estados Unidos, estuvo al frente de la política exterior y ahora era titular de Finanzas. Se ha ido en protesta por la subida del déficit público para conceder una serie de exenciones al pago del IVA y entregar un talón de unos 150 euros a cada ciudadano (incluso los que tienen sueldos anuales de seis cifras) para compensar el incremento del coste de la vida. Lo considera medidas populistas y la dirección de viaje equivocada, porque el país debería conservar la pólvora fiscal para una posible guerra comercial.

Trump ha conseguido meter cizaña, pero la caída en desgracia de Trudeau viene de largo. Sus logros se han olvidado Los votantes le echan la culpa del coste de la vida, la falta de vivienda, la inmigración masiva (500.000 al año), el aumento del paro (6%), las restricciones a la libertades durante la pandemia, la subida de impuestos, el estancamiento de la economía, el precio de las políticas medioambientales... La globalización y el multiculturalismo han pasado de moda también en Canadá. Dice que intentará aguantar hasta las elecciones federales de octubre, pero está al frente de una coalición con los socialdemócratas del NPD, que pueden hacerlo caer en cualquier momento con una moción de confianza. El debate de los presupuestos en abril será un momento peliagudo.

El conservador Pierre Polièvre lleva 22 puntos de ventaja en los sondeos al Partido Liberal de Trudeau

Superar una década en el poder le va a resultar complicado a Trudeau, veintidós puntos en las encuestas por detrás del tory Pierre Polièvre, que ha forjado una coalición de moderados de centro, populistas y conservadores sociales bajo el lema de “Canadá se ha roto”. El Partido Liberal del actual premier podría incluso ser superado por el Bloc Québecois (soberanista) como principal oposición. La pérdida del escaño de La Salle-Émard (un distrito de Montreal) es mala premonición.

Donald Trump se queja de que la frontera es muy porosa, que entran droga e ilegales, y Justin Trudeau (que ya había adoptado una política migratoria más dura) le ofrece vigilarla con drones y perros policía. Algunos líderes provinciales creen que hay que cortar la electricidad a Wisconsin, Michigan y Nueva York. Otros optan por la conciliación. Tener un vecino abusón te hace la vida imposible.

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