El entierro de Jean-Marie Le Pen no pudo ser todo lo íntimo que pretendía su familia. Las exequias del líder histórico de la extrema derecha francesa, fallecido el martes pasado a los 96 años, se celebraron este sábado en su pueblo natal, La Trinité-sur-Mer, en Bretaña, donde su padre era pescador. Pese a la presencia policial, fue imposible evitar que las cadenas de televisión tomaran imágenes, aunque a distancia, de la entrada y salida de la iglesia del cortejo fúnebre, y que algún periodista o dos militantes de extrema izquierda se infiltraran entre la familia y allegados.
El clan Le Pen, que ha protagonizado durante decenios graves disputas internas, por razones sentimentales y políticas, se reunió para despedir al polémico patriarca. Allí estaban las tres hijas –Yann, Marie-Caroline y Marine– y también la nieta, Marion Maréchal. Bastantes vecinos del pueblo, de 1.700 habitantes, se sumaron al duelo. Algunos declararon ante las cámaras su simpatía por el difunto, de quien destacaron que se avanzó al advertir de peligros como la inmigración masiva.

Marine Le Pen y su hermana Marie-Caroline, de riguroso luto, a su llegada al funeral
La desaparición de Jean-Marie Le Pen es un momento delicado para su hija y heredera política, Marine. Los obituarios han puesto de manifiesto quién era el personaje, su radicalidad y excesos. Recordarlo no favorece precisamente al Reagrupamiento Nacional (RN), la actual marca política del movimiento que cofundó Le Pen en 1972. El largo proceso de moderación pilotado por la hija sigue siendo frágil.La desaparición de Jean-Marie Le Pen es un momento delicado para su hija y heredera política, Marine. Los obituarios han puesto de manifiesto quién era el personaje, su radicalidad y excesos. Recordarlo no favorece precisamente al Reagrupamiento Nacional (RN), la actual marca política del movimiento que cofundó Le Pen en 1972. El largo proceso de moderación pilotado por la hija sigue siendo frágil.
Le Pen quiso una lápida con solo su nombre de pila, Jean-Marie, y dijo inspirarse en la de José Antonio Primo de Rivera, el fundador de Falange
Según unas declaraciones que recogió el diario Le Parisien y que publicó después de su muerte, el propio Le Pen explicó hace unos años que su lápida, en la tumba familiar, llevaría simplemente su nombre de pila, Jean-Marie. “Será suficiente, se sabrá quién es”, añadió, con su proverbial socarronería. Al parecer, le convenció escoger esta fórmula tan sencilla la visita a la tumba de José Antonio Primo de Rivera, fundador de Falange, en la basílica del Valle de los Caídos. Le Pen quiso ser provocador hasta en ese gesto.