Azerbaiyán mantiene históricamente unas buenas relaciones con Rusia, pero en el último mes y medio no ha dejado de mostrar su malestar con el Kremlin, que no ha reconocido a las claras que fueran las defensas antiaéreas rusas de Chechenia las que causaran por error el accidente de un avión de pasajeros de las líneas aéreas azerbaiyanas (Azal) el pasado 25 de diciembre mientras rechazaban un ataque de drones ucranianos. Esta semana se ha sabido que Bakú recaba pruebas por si tiene que presentar el caso ante un tribunal internacional y el jueves el Gobierno ordenó el cierre de un centro cultural oficial ruso en la capital del país.
El portavoz del Ministerio de Exteriores de Azerbaiyán, Aikhan Hajizada, dijo que “el 3 de febrero de 2025 se envió a la parte rusa” una nota diplomática “poniendo fin a las actividades de la Casa Rusia” en la capital de este país del Cáucaso, rico en petróleo a orillas del mar Caspio.
A través del mar Caspio hasta Kazajistán
El motivo oficial es que el centro, dedicado a la enseñanza del idioma y la culturas rusas, “no se había registrado como una entidad jurídica” y que, por tanto, “violaba gravemente la legislación azerbaiyana”.
Pero en el trasfondo de esta decisión aún sobrevuela el accidente aéreo de hace dos meses, que causó la muerte de 38 de los 67 ocupantes del avión.
El 25 de diciembre el avión de Azal, un Embraer 190 de fabricación brasileña, hacía el vuelo J2-8243 entre Bakú, capital de Azerbaiyán, y Grozni, capital de la república rusa de Chechenia. El aparato tuvo que desviarse del sur de Rusia, donde los drones ucranianos estaban atacando varias ciudades. Al parecer dañado, atravesó el mar Caspio (unos 450 kilómetros) y terminó estrellándose en un tercer país, Kazajistán, antes de poder aterrizar de emergencia en el aeropuerto de Aktau.
Dañado por “objetos externos” y agujeros en el fuselaje
Una investigación preliminar de las autoridades kazajas, cuyos resultados se publicaron el martes, determinó que el avión probablemente fue dañado por “objetos externos” y que su fuselaje estaba plagado de agujeros, pero sin culpar directamente a Rusia.
Tres días después del accidente el presidente de Rusia, Vladímir Putin, habló con su homólogo azerbaiyano, Ilham Alíev, y “se disculpó por el hecho de que el trágico incidente ocurriese en el espacio aéreo ruso”, según publicó el Kremlin.
Alíev aceptó las disculpas, pero posteriormente señaló que no es suficiente. Sin medias palabras o giros verbales, dijo al canal AZTV que fueron “disparos desde tierra” rusos los que dañaron irreversiblemente el avión cuando iba a aterrizar en Grozni, aunque reconoció que fue “por accidente”. Aun así, declaró que Rusia debe reconocerlo y luego pagar una indemnización a Azerbaiyán, a los pasajeros y a los miembros de la tripulación. Y acusó a la parte rusa de “claros intentos de encubrir el asunto”.
Moscú espera resolver “de manera positiva” el registro de la Casa Rusia en Bakú
Tras el anuncio por parte de Bakú del cierre de Casa Rusia, la portavoz del Ministerio de Exteriores ruso, María Zajárova, aseguró que Rusia está dispuesta a “realizar las acciones necesarias para completar el registro” como exige la ley azerbaiyana y expresó su deseo de que este asunto “se resuelva de manera positiva”.
La Casa Rusia de Bakú se abrió en 1997 y es uno de los centros que depende de Russotrúdnichestvo, la Agencia estatal rusa para la colaboración con países de la CEI, compatriotas en el extranjero y cooperación humanitaria internacional. Su director, Yevgueni Primakov, ha señalado que la parte rusa ha pedido repetidamente ayuda a Azerbaiyán para completar el registro de la organización, pero no ha recibido respuesta a las solicitudes.
Las tradicionales buenas relaciones entre Rusia y Azerbaiyán podrían empañarse más si el caso del avión de Azal llega ante la justicia. El miércoles, la agencia APA informó que Bakú está preparando una querella contra Rusia ante “un tribunal internacional”, y que seguirá adelante si Moscú no admite abiertamente su responsabilidad.