La creciente popularidad de Farage aterroriza a laboristas y conservadores

Reino Unido

El partido populista y antieuropeo de ultraderecha lidera ya las últimas encuestas

Britain's Reform UK party leader Nigel Farage speaks at a press conference, in London, Britain, February 5, 2025. REUTERS/Isabel Infantes

Cada vez mejor organizado, con más dinero y más militantes, Farage se perfila como una fuerza a tener en cuenta en los próximos comicios

Isabel Infantes / Reuters

A los niños se les asusta en las distintas culturas con brujas, monstruos, dragones y fantasmas, con personajes y figuras (variaciones sobre el mismo tema) como el coco, el hombre del saco, el lobo, la llorona (México), el “boggart” (tradición escocesa que aparece en las novelas de Harry Potter) o incluso el duque de Alba (sinónimo de maldad en los Países Bajos). En el Reino Unido es Nigel Farage, y no a los pequeños sino a los mayores.

Reforma UK, el partido populista y antieuropeo de ultraderecha que lidera Nigel Farage, con sólo cinco diputados en la Cámara de los Comunes, tiene aterrorizada a toda la clase política adulta de este país, lo mismo laboristas que conservadores. Desde las elecciones del pasado julio, en que obtuvo cuatro millones de votos (un 14%), no ha hecho más que subir, hasta el punto de que en las últimas encuestas ya va primero.

El Gobierno se siente presionado a acercar su política migratoria a la de Farage para no perder votos y escaños

Hasta el Brexit la política oficial de las fuerzas del establishment en Gran Bretaña había sido no tomarse en serio a Farage, tratarlo como una figura excéntrica sin una ideología coherente ni organización suficiente para sentarse a la mesa con los grandes. Pero la perspectiva cambió cuando él solo se las ingenió para forzar a David Cameron a convocar un referéndum sobre la relación con Europa, persuadió a Boris Johnson y otros líderes tories a sumarse a su campaña para salir de la UE, y convenció (aunque fuera con mentiras) a un 52% de los británicos de que esa era la mejor opción.

Que la mayoría de votantes se arrepienta hoy de esa decisión y considere el Brexit un error no ha hecho que disminuya la atracción por Farage, sino más bien todo lo contrario. Cada vez son más quienes piensan que los conservadores fracasaron a la hora de arreglar el país, el Labour va por el mismo camino (pocas veces un Gobierno con tan amplia mayoría ha sido tan impopular), y que la extrema derecha es lo único que queda por probar. La misma lógica más o menos que aupó a Javier Milei al poder en Argentina.

Farage es el político de moda en el Reino Unido, el único con acceso directo a Donald Trump y Elon Musk, y pese a su raquítica presencia parlamentaria ejerce una influencia cada vez mayor. Sus rivales, sobre todo en el tema de la inmigración, se sienten obligados a aproximarse a sus políticas. El Labour utiliza un discurso cada vez más duro hacia quienes vienen de fuera, y la líder tory Kemi Badenoch ha propuesto que sólo puedan establecerse en el país quienes sean contribuyentes netos a la economía, ganen por encima del salario mínimo y a lo largo de diez años no hayan recurrido en ningún momento a los subsidios estatales o beneficios por enfermedad y discapacidad.

El programa de Farage es trumpista en esencia: abandonar los objetivos de descarbonización por demasiado costosos, volver a extraer petróleo y gas, recortar los impuestos, el gasto público y el Estado de bienestar, contratar más médicos, enfermeras y policías, privatizar parcialmente la sanidad, rechazo al multiculturalismo, invertir más en defensa, arrojar por la borda las iniciativas de inclusión y diversidad, la ideología woke (ideas progresistas en materia de raza, género y colonialismo), y lo que él llama la “indoctrinación transgénero”. Patria, familia y religión. Y, sobre todo, eliminar por completo la “inmigración no esencial”.

Como no es ni siquiera la oposición oficial, Farage no se siente obligado a responder a las críticas de que sus números no cuadran. En la linea de su amigo Trump, cautiva a su audiencia con un par de frases simplonas pero rotundas, y por el momento le funciona. Ya tiene más militantes (187.000) que cualquier otro partido, y las contribuciones de millonarios hacen que sus arcas estén cada vez más repletas.

Segundo en noventa circunscripciones con diputados laboristas, Farage amenaza con arrebatar decenas de escaños al Gobierno si la actual tendencia de voto se mantiene. Para los conservadores el panorama es aún más tenebroso, incluso existencial, porque se enfrentan al dilema de tener que formar una alianza de derechas con él, o arriesgarse a la extinción. Unos y otros tienen metido el miedo en el cuerpo. ¿Que viene el lobo? No, que viene Nigel.

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