Las visitas a Mar-a-Lago tienen premio y no solo consiste en recibir una invitación para asistir a la toma de posesión del presidente en Washington.
El alcalde de Nueva York, Eric Adams, inmerso en una causa judicial por presuntos cargos de corrupción, sobornos y prebendas de sus amigos turcos, estuvo en la mansión de Florida una vez que Donald Trump fue elegido presidente de nuevo en noviembre.
La gratificación le llegó este lunes cuando el Departamento de Justicia requirió a los fiscales de Manhattan que retire la imputación contra el alcalde de la Gran Manzana, que está más que en entredicho porque sus colegas en el Partido Demócrata temen que este favor lleve a Adams a abrir las puertas a los agentes fronterizos para detengan a los inmigrantes indocumentados.
El departamento justifica su orden en que la imputación, realizada el pasado otoño, se encuentra muy cerca de las elecciones a la alcaldía en este 2025, circunstancia que ha limitado la capacidad del alcalde para cooperar con el presidente Trump en su guerra contra los simpapeles.
Esta notable injerencia de la administración Trump en un caso de corrupción política siembra muchas dudas sobre el futuro del caso contra el alcalde. Todavía crea más urgencia esa capacidad del presidente a entrometerse en asuntos que dinamitan la supuesta independencia federal de los fiscales.
“Se os indica que desestiméis los cargos”, escribió Emil Bove, que actúa como número dos interino del Departamento de Justicia, en una carta que dirigió a los fiscales. No estaba claro cómo Danielle R. Sassoon, la fiscal jefe provisional de Manhattan, responderá a esa orden.
Cualquier situación de revocación de cargos debe ser presentada ante el tribunal y revisada por el juez al frente del asunto. Esto recaerá en el magistrado Dale E. Ho, que puede cuestionar la decisión. Bajo los precedentes legales, dispone de un poder limitado para rechazar esa solicitud
Bove, uno de los abogados que defendió a Trump en el juicio por el caso de la actriz porno Stormy Daniels, argumentó en la documentación remitida a los acusadores públicos que el exfiscal que supervisó la investigación sobre la conducta de Adams imputó los cargos para obtener un beneficio político.
Sin embargo, no citó prueba alguna que avalara esa acusación, pero insistió en que todo se debió la conducta del gobierno de Joe Biden para usar la justicia como un arma con fines partidistas.
Cuando surgieron las acusaciones, Adams, ex policía y republicano reconvertido en demócrata, rápidamente adoptó el manual de Trump y sostuvo que todo era un castigo por haberse quejado de la llegada masiva de indocumentados a la ciudad, sin que Washington atendiera su reclamación de recibir más fondos.
Siendo como es un exfiscal de la misma oficina que imputó al alcalde, Bove afirmó que la solicitud de desestimar los cargos no se basó en una evaluación de los méritos del caso ni en la culpabilidad o inocencia de Adams.
Sostuvo que esta petición se debe a que el caso se planteó en el tiempo inapropiado y matizó que el sumario se podría reevaluar después de las elecciones a la alcaldía, que se celebrarán el próximo noviembre.
Según los analistas, el Departamento de Justicia es reacio por lo general a presentar cargos contra funcionarios electos cuando están cerca de unos comicios, si bien la imputación del alcalde se produjo el pasado septiembre, nueve meses antes del inicio de las primarias de este junio. La investigación se abrió al poco de salir elegido alcalde.
Además, Bove indicó que, por el hecho de ser imputado, Adams perdió la autorización de seguridad, lo que impidió su capacidad para consultar con personal de la administración Trump sobre las operaciones anti inmigración en la mayor ciudad de Estados Unidos, y uno de los principales santuarios para los indocumentados.
Trump ya había comentado que se planteaba el perdón de Adams y lo describió como una víctima política, sin que tenga evidencia alguna de esa supuesta persecución. De regreso de su vistia a Mar-a-Lago, el alcalde aseguró que no habían hablado de su caso, aunque sus colegas de partido, y más que posibles rivales en las primarias, no le creyeron.
Existe una certeza absoluta de que la decisión del Departamento de Justicia de exigir la retirada de cargos será muy criticada por los oponentes políticos, e incluso los aliados tendrán que mirar hacia otro lado, porque no rendirá cuentas gracias a su connivencia con Trump. Y esto no será gratis.
En la imputación se plantearon numerosas pruebas de que Adams aceptó regalos lujosos y viajes caros, así como contribuciones ilegales a su campaña de agentes extranjeros a cambio de concesiones relacionadas con el ejecutivo de Turquía.
El viento sopla de forma diferente. Cuando hizo campaña, Adams aseguró que era “el Biden de Brooklyn”. Cuatro años después se arrima al polo opuesto.