Tres décadas de recortes han dejado al ejército británico en los huesos

La crisis del Reino Unido

Los generales dicen que no está en condiciones de defender el territorio nacional

Lance Corporal Jamie Killorn of the 4SCOTS The Highlanders Company plays the pipe at the end of the Steadfast Dart 2025 exercise, involving some 10,000 troops in three different countries from nine nations and represent the largest NATO operation planned this year, at a training range in Smardan, eastern Romania, Wednesday, Feb. 19, 2025. (AP Photo/Vadim Ghirda)

Cabo Jamie Killorn, de la Highlander Company, en unas maniobras de la OTAN

Vadim Ghirda / Ap-LaPresse

¡ Pim, pam, pum! , gritan los soldados en el centro de entrenamiento del ejército británico en Sunnybridge (Gales), como si fueran niños (de los de antes de los videojuegos) haciendo de indios y vaqueros, o de nazis y aliados con soldaditos de plomo. Pero es por pura necesidad. Las municiones no sobran, y no están las cosas como para desperdiciarlas en un simple ejercicio. ¡Bang! , exclama un sargento. Se supone que alguien ha pisado una mina...

El ejército británico, con menos efectivos (73.000) que en ningún otro momento desde las guerras napoleónicas de hace trescientos años, no es lo que era (el país tampoco) después de tres décadas largas de recortes, desde que desapareció la Unión Soviética y sucesivos Gobiernos vieron un futuro libre de peligros, y el camino abierto para cambiar buena parte del gasto en defensa por un “dividendo de paz”.

Pero un mes de Trump en el poder ha hecho buena la frase de Lenin de que hay décadas en las que no pasa nada, y semanas en las que pasan décadas, y Londres se encuentra en la posible disyuntiva de tener que enviar un contingente sustancial de tropas para garantizar una hipotética paz en Ucrania, o para intentar frenar una invasión rusa de Finlandia, Polonia o los países bálticos, cuando según diversos generales retirados (como Patrick Sanders y Roly Walker, ex miembros de la Junta de jefes del Alto Estado Mayor) las actuales Fuerzas Armadas ni siquiera están en condiciones de defender el territorio nacional de un ataque sostenido, o de aguantar una guerra larga o de gran intensidad.

De los más de 300.000 soldados que tenía al final de la guerra fría, al Reino Unido sólo le quedan ahora 73.000

El primer ministro Keir Starmer ha encargado un informe sobre el estado y las necesidades en materia de defensa que se publicará en junio, pero cuyas conclusiones ya han adelantado los propios militares. Cosas que no se pueden hacer: impedir una invasión, ataques cibernéticos, contra centrales nucleares y eléctricas o la destrucción de cables submarinos, respaldar el papel del Reino Unido como gran potencia global, derribar desde tierra misiles enemigos, patrullar las aguas del Atlántico Norte o tener tres brigadas de combate listas para intervenir. Cosas que sí se pueden hacer: un despliegue rápido como el de la guerra de las Malvinas o Irak, misiones de ayuda humanitaria, anti sabotaje y de evacuación de civiles.

El año pasado Londres gastó en defensa 70.000 millones de euros (un 2.3% del PIB y tres mil millones más que el año anterior), y Starmer ha asegurado que el presupuesto alcanzará el 2.5%, aunque sin especificar cuándo (la economía no está para bollos, y aún sin esa inversión extra no hay dinero para mantener el actual nivel de gasto sin subir los impuestos). El análisis de los generales, en un mundo que ha pasado de la postguerra a la preguerra, es que harían falta el doble que los cien aviones Typhoon de la Royal Air Force, y muchos más que las ocho fragatas y doce destructores operativos de que dispone la Royal Navy (varios navíos han sido retirados de servicio por falta de personal, y se dice en broma que hay más almirantes que barcos).

Pero no es sólo que haya pocos efectivos (en el 2024 se dieron de baja 15.000 soldados y sólo fueron contratados 11.000 a pesar de anuncios en la televisión ofreciendo una vida de aventuras), sino que faltan piezas de recambio e inversión en mantenimiento, y el proceso de adquisición de armamento encierra un considerable nivel de corrupción y fraude. Los portaviones HMS Queen Elizabeth y HMS Príncipe de Gales , cada uno de los cuales lleva una etiqueta de más de mil millones de euros, han estado en el dique seco por problemas en las hélices o han tenido que abandonar maniobras militares a mitad del ejercicio. Gastar en defensa es como hacerlo en una póliza de seguros, pero cuando no hay dinero ni para pipas (y no digamos misiles o submarinos de ataque)...

Militares retirados advierten que el país no podría sostener una guerra intensa o de larga duración

En 1989, al final de la guerra fría, las Fuerzas Armadas contaban con 311.600 efectivos, había el llamado Ejército británico del Rin desplegado en Alemania y la misión estaba clara: contrarrestar el poderío de la URSS. En el 2006, ese contingente había quedado reducido ya a la tercera parte, y los recortes habían afectado sobre todo a las infraestructuras, la administración, las instalaciones, la cantidad de tanques y artillería pesada. “Una de las razones por las que los soldados se van es porque se les dan casas sin calefacción y llenas de goteras, cuando la Generación Z está acostumbrada a todo tipo de comodidades, camas dobles e Internet, la moral está por los suelos, faltan científicos, soldadores, fontaneros, expertos en software, ingenieros, cocineros...”, opina Trevor MacNichols, experto en temas militares. Un general díscolo ha descrito el estado de las Fuerzas Armadas británicas como “una gendarmería mal equipada o una tienda con un escaparate precioso pero sin nada dentro”.

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