La semana del Papa arrancó de forma más positiva de lo que había culminado. Sus condiciones muestran “una leve mejoría”, se lee en el parte médico difundido por el Vaticano.
Los signos positivos son numerosos: no se han registrado nuevas crisis asmáticas tras la experimentada el sábado pasado; los resultados de los exámenes de laboratorio han mejorado; y la insuficiencia renal detectada el domingo no causa preocupación. Incluso el flujo de oxígeno, suministrado mediante cánulas, se ha disminuido. Sin embargo, los médicos indican que esto no es suficiente para modificar el pronóstico, pues las condiciones continúan siendo “críticas”, dada la complejidad del cuadro clínico.
Volvió a llamar al párroco de de Gaza para expresar “su paterna cercanía”
Según la sala de prensa, Jorge Mario Bergoglio, además de haber recibido la Eucaristía, por la tarde reanudó sus actividades laborales. Por la noche llamó al párroco de la parroquia de Gaza para expresar “su paterna cercanía”.
Peregrinos en el exterior del Gemelli, el hospital en el que el Papa está ingresado
Los ánimos han variado en función de pequeños detalles difíciles de interpretar. El pesimismo se intensificó este lunes con la convocatoria de un rosario en la Basílica de San Pedro para orar por el Pontífice. Sobre todo, sorprendió que para celebrar la ceremonia se llamara al cardenal Pietro Parolin, jefe de la Secretaría de Estado y, de facto, la figura más poderosa del Vaticano tras el Pontífice.
Las palabras del capellán del hospital Gemelli, don Nunzio Corrao, al dirigir la oración evidenciaron una situación cada vez más dramática: “En este momento quisiera que pidiéramos la misma fe de Abraham, la ‘spes contra spem’. Traducido del latín, “la esperanza contra la esperanza”. Casi un milagro, en fin.
