La idea de una protección nuclear compartida en Europa, sobre la base de los arsenales francés y británico, se viene evocando desde hace años, pero nunca se concreta porque es una decisión política muy delicada. Sin embargo, la actitud de la Administración Trump está acelerando el debate, hasta el punto de que –según el diario británico The Telegraph– Francia estaría incluso dispuesta a desplegar en Alemania algunos de sus cazabombarderos Rafale equipados con misiles atómicos como advertencia disuasoria hacia la Rusia de Putin.
El presidente francés ha planteado en diversas ocasiones esa extensión a los socios europeos de la cobertura. En noviembre del 2022, en un discurso en el puerto de Toulon, Emmanuel Macron afirmó que “hoy más que ayer, los intereses vitales de Francia tienen una dimensión europea; nuestras fuerzas nucleares contribuyen, pues, por su propia existencia, a la seguridad de Francia y de Europa”.
Según la doctrina nuclear francesa, existe “una ambigüedad estratégica” sobre cuándo y por qué un presidente consideraría que los intereses vitales de la nación estarían amenazados. Esa incertidumbre forma parte del cálculo de París para que un potencial agresor no sepa a qué atenerse.
Cabe suponer que una extensión del paraguas nuclear francés contendría aún más dosis de ambigüedad. ¿Se sacrificaría París o Marsella para replicar a un ataque contra Berlín, Varsovia o Riga? Es un dilema apocalíptico, pero durante decenios, en la guerra fría, este tipo de razonamiento permitió, de facto, un equilibrio del terror. El axioma de “mutua destrucción asegurada” (MAD, en sus siglas en inglés) funcionó. La locura no se materializó.
“Es una hipótesis, pero no una locura, a la vista de la posición de Trump”, afirma un analista francés
Estados Unidos tiene almacenadas armas nucleares tácticas en sus bases de Alemania, Países Bajos, Bélgica, Italia y Turquía. Forman parte de la disuasión de la OTAN. ¿Pero qué seguridad existe ahora de que esa situación se mantenga, o de que Washington esté dispuesto de verdad a defender a sus aliados en caso de ataque? Las dudas –o más que eso– se han instalado.
Una fuente oficial francesa declaró a The Telegraph que “desplegar unos pocos cazabombarderos en Alemania no sería difícil y enviaría un mensaje fuerte”. Círculos diplomáticos en Berlín citados por el rotativo aseguraron que si París da el paso, el primer ministro británico, Keir Starmer, podría secundarlo.
De hecho, el futuro canciller alemán, el democristiano Friedrich Merz, dijo antes de las elecciones, en una entrevista con la cadena pública ZDF, que, ante el drástico cambio en Washington, sería necesario hablar con franceses y británicos para compartir la seguridad nuclear en Europa.
Para Pierre Servent, coronel francés en la reserva y analista geopolítico en varios medios, “hoy todas las reflexiones están abiertas porque las posiciones de la Administración Trump ante Vladímir Putin y el campo antidemocrático, así como el desprecio por la ley o por la realidad de lo que pasa en Ucrania plantean enormes cuestiones sobre la validez de la OTAN y del paraguas nuclear estadounidense”. En una entrevista con este diario, Servent puntualizó que “no se va a compartir nunca” la decisión política sobre el uso del arma nuclear, una prerrogativa constitucional del presidente, aunque sí podra plantearse la garantía a otros países. Sobre el escenario concreto de los Rafale franceses en Alemania, “es hipotético, pero efectivamente, dado que vivimos un corrimiento de tierras internacional histórico, hay que mirar todas las hipótesis y esa en particular no es una locura”.
Los Rafale pueden disparar misiles con una potencia equivalente a veinte bombas de Hiroshima
La fuerza de disuasión nuclear francesa, creada por el general Charles de Gaulle hace más de sesenta años, tiene dos componentes, la oceánica y la aérea. Hace ya años que se desmantelaron los silos de lanzamiento de misiles desde tierra, por considerarse demasiado vulnerables.
La fuerza oceánica está formada por cuatro “submarinos lanzadores de ingenios” (SNLE, según la terminología oficial), dotados cada uno de 16 misiles de alcance intercontinental con múltiples cabezas nucleares. Tienen en su base en Île Longue, una península al sur de Brest, en la región de Bretaña. Siempre hay uno de los cuatro patrullando en una zona secreta del planeta para poder reaccionar en caso de ataque.
Las Fuerzas Aéreas Estratégicas (FAS) disponen hoy de cazabombarderos Rafale (antes Mirage) y aparatos de revituallamiento para permitirles misiones a larga distancia. Operan desde tres bases, una cerca de Marsella, otra al oeste de Nancy y una tercera próxima a Bourges, a 250 kilómetros al sur de París.
Los cazabombarderos Rafale adscritos a las FAS llevan misiles ASMPA, de fabricación francesa, velocidad supersónica, un alcance de unos 500 kilómetros y una carga termonuclear de nueva generación, estimada en 300 kilotones, una potencia equivalente a veinte bombas como la lanzada en Hiroshima en 1945.
Antes del ganar las elecciones, Merz ya habló de beneficiarse de la protección francesa y británica
Francia posee por tanto un arsenal modesto, comparado con el de Estados Unidos y Rusia, pero temible. Siempre ha pensado que era suficiente para garantizar la soberanía nacional, y ahora puede verse forzada a mostrarlo también para proteger a sus vecinos.