Palermo, la Cosa Nostra sigue aquí

Crimen organizado

Tras el mayor operativo en años, los jueces advierten que “la mafia sigue teniendo una estrategia, aunque no dispare”

PALERMO (Italy), 11/02/2025.- Police officers of the Italian Antimafia District Directorate, Division of Palermo, take part in a police operation in Palermo, Sicily, Italy, 11 February 2025. During an anti-mafia operation on 11 February, Italian Police arrested 181 suspected members of Cosa Nostra. (Italia) EFE/EPA/IGOR PETYX

Operativo de la policía el 11 de febrero en Palermo, cuando detuvo a 181 supuestos mafiosos

IGOR PETYX / EFE

“¿Ve esta ciudad? Mire ese mar, podría ser Barcelona y, en cambio...”. El jefe de la fiscalía de Palermo, Maurizio De Lucia, habla desde su despacho dentro del Palacio de Justicia. Fuera, en el pasillo, decenas de policías controlan a todos los que pasan. Hace pocos días, desde este escritorio, De Lucia autorizó una macroredada que resultó en la detención de 181 personas. Era una operación que no se veía desde hace más de cuarenta años, cuando el testimonio del “arrepentido” Tommaso Buscetta sacudió los cimientos de la Cosa Nostra y llevó al arresto de 366 personas. En 1984 las cosas eran distintas, pero hoy, aunque el contexto ha cambiado, la mafia sigue aquí. Ha archivado la fase de los corleoneses, con las masacres de principios de los noventa y los asesinatos de los jueces Giovanni Falcone y Paolo Borsellino, así como los atentados en otras ciudades italianas, y ha vuelto a hacer lo que mejor sabe: controlar el territorio, gestionando extorsiones y tráfico de drogas. Los jefes menos conocidos de aquella época están recuperando la libertad y, una vez fuera, retoman su trabajo de siempre. “La mafia existe y todavía tiene un poder enorme en esta ciudad”, ha dicho el arzobispo de Palermo, Corrado Lorefice, “y lo tiene porque da pan y trabajo”.

“Ya no disparan y, por lo tanto, se puede pensar que el problema está resuelto –dice De Lucia–, pero no es así. Hay zonas de la ciudad que aún responden a esas lógicas”.

A diferencia de los años noventa, falta una respuesta de la sociedad civil: “Hoy no hay esa tensión moral”

¿Qué demuestra la macroredada? “Que la Cosa Nostra sigue teniendo una estrategia. No logra formar una cúpula, pero sigue moviéndose de manera tradicional: mientras que la Camorra napolitana opera con pequeños grupos en guerra entre sí, aquí las familias que controlan el territorio están federadas. Le doy un ejemplo: hemos descubierto un pacto con la ‘Ndrangheta para gestionar un cargamento de droga. Sin embargo, antes de cerrar el acuerdo, los palermitanos primero debaten entre ellos y después negocian con los calabreses”, concluye De Lucia.

El fiscal de Palermo, Maurizio de Lucia, durante la entrevista, este viernes en su despacho

El fiscal de Palermo, Maurizio de Lucia, posando para 'La Vanguardia' 

Anna Buj

Muchos de los detenidos se dedicaban, de hecho, a la actividad tradicional: la extorsión a comerciantes y empresarios. A dos kilómetros del tribunal, en dirección al mar, en el barrio de la Kalsa, tiene su sede Addio Pizzo (Adiós al pizzo , la extorsión mafiosa), la asociación que ayuda a las víctimas de las extorsiones. En este piso confiscado al boss del barrio, Masino Spadaro, hoy hay niños que participan en actividades extraescolares y talleres de legalidad. El coordinador, Daniele Marannano, cree que, “respecto a hace 20 años, hoy quien quiere puede no pagar sin sufrir represalias. La Cosa Nostra ha vuelto a su vocación de control del territorio; la etapa de los corleoneses fue un paréntesis. Ahora la organización también incluye a personas drogodependientes y atracadores, que antes no habrían sido admitidos. Hoy, sin embargo, los mandamenti necesitan mano de obra”.

“La mafia tiene un poder enorme porque da pan y trabajo”, afirma el arzobispo de Palermo

También para De Lucia la clave es social: “Nosotros, los jueces, no podemos ganar la batalla contra la mafia. Las instituciones tienen un papel decisivo. Escuchamos proclamas, pero es mucho más útil que el Estado construya una guardería”. Un discurso que se entiende mejor yendo al Sperone, un barrio difícil donde algo de luz la traen algunos murales y el trabajo heroico de un complejo de escuelas infantiles y primarias. Hasta hace pocos años, el 27% de los alumnos no se presentaba por la mañana; hoy, gracias a la labor de la directora Antonella Di Bartolo, el porcentaje ha bajado al 1%, “señal de que, si se ofrece una alternativa, los resultados llegan”, explica ella en un pasillo lleno de decoraciones dedicadas a las “Rosalías rebeldes”, una revisión en clave militante de la patrona de la ciudad, santa Rosalía.

Estos niños tienen padres en la cárcel y, a veces, madres en arresto domiciliario, pero se respira esperanza. “En el resto de la ciudad, sin embargo, aquella tensión moral que vivimos en los noventa ya no existe”. Di Bartolo se asoma a la ventana: “Pero la mafia sigue aquí, ahí la tiene”.

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