La Iglesia enfrenta un desafío: el Papa que más ha concentrado el poder se ve ahora obligado a gestionarlo desde una habitación de hospital. Y, en consecuencia, a compartir su autoridad. Detrás de las oraciones, en el Vaticano crecen las reflexiones y preocupaciones: ¿Hasta qué punto se puede gobernar la Iglesia desde el Gemelli? La respuesta no es sencilla, pues entran en juego muchos factores, desde los médicos, por supuesto, hasta la propia voluntad de Francisco.
El mensaje que el Vaticano intenta transmitir a los fieles, pero sobre todo a la Curia romana, es que el Papa sigue plenamente en funciones. De ahí las constantes referencias al trabajo en los comunicados oficiales: “El Papa ha trabajado”. Esta versión parecería confirmarse con los nombramientos realizados en estos días (ayer se anunció el nuevo obispo de Daet, en Filipinas, Herman Guinto Abcede) y con las decisiones tomadas, como la creación de una comisión para estudiar la reforma del sistema de donaciones a la Iglesia y la emisión de dos documentos, ambos significativamente firmados con la sede “Gemelli” al pie.
El regreso a los muros sagrados está descartado al menos para las próximas semanas
Una imagen de estabilidad que, sin embargo, oculta una incertidumbre casi total. El regreso a los muros sagrados está descartado al menos para las próximas semanas. Se consideró la posibilidad de habilitar en la residencia de Santa Marta una unidad médica de emergencia para su convalecencia y eventuales emergencias, pero la idea fue rápidamente descartada. Así que no queda más alternativa que ejercer su autoridad desde el Gemelli y delegar todo lo posible.
Desde los pasillos del hospital romano trasciende poca información. Se sabe que Jorge Mario Bergoglio, especialmente en los días más duros de su enfermedad, recibe casi exclusivamente a sus secretarios, lo que sin duda complica el traspaso provisional de responsabilidades que, en una situación como esta, sería lo habitual.
“La sede no está impedida”, afirma el arzobispo Fabio Fabene, secretario del Dicasterio para las Causas de los Santos. “El Papa puede comunicarse con el exterior, los órganos de la Santa Sede, como el mío, siguen plenamente operativos y continúan con su labor con normalidad. Por eso, recemos por su salud y sigamos adelante con nuestras actividades”.
Sin embargo, la imagen de estabilidad que se proyecta oculta un cierto desconcierto. “Por supuesto, es una situación inédita”, reflexiona Massimo Faggioli, historiador de la Iglesia en la Villanova University de Pensilvania. “No conocemos en detalle cómo transcurre su jornada, pero lo que es seguro es que hay funciones que no se pueden delegar indefinidamente”.
Un ejemplo de estos días: “Las canonizaciones son prerrogativa exclusiva del Santo Padre y no pueden delegarse”, explica una fuente de la Curia romana. Lo mismo ocurre, con más razón, con el nombramiento de obispos, aunque en el Vaticano hay quienes recuerdan que Juan Pablo II nombró a más de uno en los meses inmediatamente anteriores a su muerte.
“Me gusta pensar que esta es una nueva etapa de un pontificado innovador”, concluye Faggioli. “La convalecencia en el hospital simboliza bien la trayectoria de un Papa que ha gobernado lejos de la Curia, recorriendo y viviendo intensamente la ciudad de la que es obispo, Roma. Lo hemos visto en cárceles, centros de migrantes, e incluso en una óptica comprándose unas gafas. En definitiva, incluso esta fase tan dramática es coherente con él”.
“No es un vigilado especial, quiere sentirse un paciente como los demás”, dice el sacerdote Nunzio Currao, asistente espiritual del personal del Gemelli.
El canonista de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz, Davide Cito, está convencido de que el gobierno de la Iglesia sigue plenamente activo: “El Papa está lúcido y eso es lo que importa. Estamos viendo cómo ha delegado algunas funciones en otros: los eventos del Jubileo están bajo la responsabilidad de monseñor Rino Fisichella, mientras que el Penitenciario Mayor, el cardenal Angelo De Donatis, presidirá hoy los ritos del Miércoles de Ceniza”.
¿Es un problema para un Pontífice acusado de dirigismo? “Yo prefiero llamarlo un Papa protagonista, que asume la responsabilidad de su misión. En el pasado se decía ‘la culpa no es del Pontífice, sino del Secretario de Estado’; esta vez, con su estilo, Francisco siempre da la cara, y de hecho, todos los ataques van dirigidos contra él”.
La sede no está vacante, pero el epicentro del poder pontificio se encuentra ahora en una habitación de hospital.